Una de las secuencias más memorables en la filmografía de Studio Ghibli seguramente sea la del tierno y colosal Totoro esperando bajo la lluvia a un lado de la ruta junto a sus nuevas amigas.
Pues bien, luego de unas conmovedoras declaraciones hechas por parte del cineasta japonés Hayao Miyazaki, podemos deducir que aquel sentido de la amistad e incluso la escena misma en la cual se recibe ayuda inesperada en un día lluvioso provino de su primer encuentro con su amigo Isao Takahata, quien murió hace unos meses a sus 82 años.
Estas fueron sus palabras acerca de aquel afortunado día, ocurrido hace ya varias décadas:
“Me acuerdo de la primera vez que hablamos. Fue mientras estaba esperando en una parada de autobús, luego de que la lluvia parara, dejando charcos en el asfalto. Él parecía un joven tranquilo y sabio. Recuerdo cómo me miró de manera fija”.
Miyazaki prosiguió contando más detalles acerca de su relación fraterna y artística que los llevaría años más tarde a fundar juntos el estudio de cine que nos ha entregado grandes obras como El Viaje de Chihiro, Mi Vecino Totoro, La Tumba de las Luciérnagas y Ponyo, entre otras recordadas cintas animadas. Esto comentó Hayao sobre la salud de Isao y sus esfuerzos por preservarla:
“Creí que viviría hasta los 95 años, pero por desgracia falleció antes. Lo cual me hace reflexionar acerca de que mi tiempo también es limitado”.
Más adelante agregó:
“Hace nueve años recibimos una llamada de su doctor solicitándonos, a nostros sus amigos, que le pidiéramos que dejara de fumar. Sonaba serio, así que Toshio Suzuki (también productor de Ghibli) y yo hablamos con él. La verdad esperaba que peleara por ello, pero nos agradeció y mencionó que lo dejaría. Algo que de hecho cumplió”.
Lo cierto es que todo aquello no consiguió evitar que finalmente un cáncer de pulmón acabara con la vida de Takahata en abril de este año, así que para cerrar su sentida alocución en la ceremonia pública en la que se buscaba honrar su legado, su colega Hayao cerró su intervención expresando:
“Gracias, Paku-San [así lo llamaban sus amigos] hablar conmigo en esa parada de autobús hace 55 años. Nunca lo olvidaré”.