El pasado 14 de octubre cumplió 45 años “Heroes“, el álbum de David Bowie. Se trata del segundo disco de la denominada Trilogía de Berlín, iniciada ese mismo año con Low y finalizada dos años después con Lodger. Bowie se había instalado en Berlín para comenzar una etapa de recuperación de lo que era su adicción a las drogas junto a su amigo Iggy Pop, y la elección de esta ciudad había tenido que ver, en parte, con la idea de poder pasar desapercibido, algo que no le podía suceder en los Estados Unidos.
El músico se había instalado en el barrio de Schöneberg e ingresó a grabar “Heroes” íntegramente en Berlín, algo que no sucedió ni con su antecesor ni sucesor. El estudio Hansa Studio By The Wall, tal como su nombre lo indica, se ubicaba solamente a unos 500 metros del Muro de Berlín. Sobre esto, Tony Visconti, productor del álbum junto al Duque Blanco, dijo (vía Far Out): “Me sentaba en un escritorio y veía a tres Guardias Rojos rusos mirándonos con binoculares, con sus subfusiles sobre sus hombros. […] Esa atmósfera era tan provocativa, tan estimulante y tan aterradora que la banda tocó con mucha energía”.
Si bien es el disco más optimista y luminoso dentro de los tres que hacen a esta saga, tiene incursiones en terrenos más oscuros, como “Neuköln” (instrumental que buscaba captar la situación de los turcos inmigrantes) y “Sense Of Doubt” (otra pieza instrumental que captura el ánimo de un paisaje desolado). En esta línea de instrumentales, otra de las que aparece y tal vez, la más subestimada, es “Moss Garden”, que fue compuesta por Bowie y Brian Eno, inspirada en un jardín ubicado en la ciudad de Kioto, Japón.
Al respecto, Eno dijo: “David quería hacer una pieza que fuera muy descriptiva, algo que normalmente no hago ya que suelo comenzar algo y luego decir ‘Oh, eso es lo que es’ y luego seguir esa dirección. Pero esto fue bastante estudiado”. Y agregó: “Había una especie de técnica muy descuidada, como si estuviera jugando con esta secuencia de acordes en el sintetizador Yamaha, y dije: ‘Avísanos cuando creas que es lo suficientemente largo’. Y luego David miró el reloj y dijo: ‘Sí, eso probablemente sea suficiente’, y nos detuvimos. Y, en el registro, ahí es exactamente donde termina la pieza. Esto me parece muy, muy curioso. Es tan aleatorio, de alguna manera”.
En términos de producción, Visconti destacó el rol de Eno en las texturas que “imitaban la naturaleza” haciendo uso de un sintetizador, el EMS Synthi, generando de manera artificial sonidos naturales como el de pájaros y agua, por ejemplo. Por su parte, Bowie tocó el koto, el instrumento nacional de Japón, que aporta ese sonido característico de las tierras orientales, y aportó también un instrumento muy curioso llamado chamberlin, el precursor del mellotron.