Perseguir a la cultura, al arte, no dejarlo ser, coartarlo, censurarlo, definirlo bajo conservadores parámetros, definirlo; decir “esto sí” y “esto no”, “aquí sí”, “aquí no”, no respaldar la expresión del espíritu, no querer abrir, tramitar eternamente, negar, clausurar, cerrar.
El hermoso, divertido y dinámico ambiente cultural de la ciudad de Buenos Aires que cada día crece más y más gracias a una gigante necesidad de expresión de sus habitantes se ha visto opacado este año por una serie de injustas clausuras a los lugares en donde explota la creación. ¿A qué le tienen miedo los personajes encargados de entregar (o no) las habilitaciones de los centros culturales? ¿Es real el temor o la preocupación extrema por la integridad de quienes asistimos a estos lugares o es más bien palpable el terror a la apertura de mentes y a las acciones que esto puede llegar a traer?
A todos nos interesa nuestro bienestar, todos somos conscientes de que han ocurrido sucesos terribles que no queremos volver a experimentar, que ojalá nunca hubiesen sucedido y que muy probablemente se podrían haber evitado teniendo más responsabilidad y cumpliendo con ciertas normas mínimas de seguridad, eso es claro. ¿Qué pasa cuando todas las normas pedidas están en regla y es sólo la impresión de un papel (responsabilidad de una oficina del gobierno de la ciudad) lo que falta para conseguir la habilitación? “Volvé mañana, volvé pasado, no hay sistema, no hay sistema, no hay sistema”. Parece no haber posibilidad de reclamo, pues no hay ley que ampare hoy a los centros culturales y a quienes luchan diariamente por éstos. ¿Dejarse estar? ¡Bah!, si hay algo que se nos ha enseñado a toda una generación post-dictadura es la actitud de no dejarse pisotear por nadie, de no quedarse en el camino, de renacer constantemente; ¿qué es la justicia sino buscarla incansablemente? Hace un tiempo atrás, MECA (Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos) junto a un equipo de trabajadores de la cultura redactaron un proyecto de ley que propone una solución a la problemática de las clausuras ilegítimas de los espacios y a las restricciones a los artistas callejeros. Dentro de este proyecto llamado Ley de Centros Culturales se pide que se regule responsablemente la seguridad de los espacios, artistas y público, que se capacite a los inspectores responsables de controlar el correcto funcionamiento de los espacios, que se fortalezcan las propuestas culturales independientes, que se flexibilicen los trámites y aceleren los tiempos de habilitación para los nuevos espacios culturales, que se reconozca formalmente la existencia de Casas de Cultura, que se fomente la diversidad, descentralización y autogestión, entre otros puntos de interés que pueden leerse más profundamente aquí.
Este jueves 11 de diciembre a las 17hrs en la Legislatura Porteña se vota la Ley de Centros Culturales. Con el fin de mostrar apoyo y manifestar el hambre por la defensa de la cultura independiente de la ciudad, Cultura Unida (movimiento que nuclea a distintas organizaciones culturales como MECA, ESCENA, ARTEI, FAAO, Potencia Unida, La Cultura No Se Clausura, Seamos Libres, Roja y Blanca y Abogados Culturales) convoca a participar de una intervención artística en la puerta de la Legislatura. La expresión es fundamental para la vida del ser humano: exteriorizar, dejar ir, soltar, y a partir de eso crear sin barreras, sin miedo. ¿Qué hacemos cuando nos coartan la expresión? Hay dos opciones claras, y la de hoy es gritar más fuerte y gritar ahora. No hay que olvidarse que a veces el silencio y el tiempo son cómplices maliciosos…
Tener espacios para compartir con otras personas una charla mirando alguna exposición copada, enamorarse bajo la hermosa armonía de una canción que nunca olvidaremos o llorar de risa con una muestra de clown es tener espacios para la vida real dentro de este zoológico. Recordemos siempre que vivir es el arte primero, y aunque lo hagamos entre grises edificios no tenemos por qué ser parte de la tiniebla.