No es ninguna novedad que, a pesar del éxito que lograron con sus canciones y discos, los procesos creativos de los Beatles eran un tanto conflictivos debido a las diferencias, la competencia y los choques de egos que solían darse entre sus miembros. Tras años de tensiones entre John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, especialmente por lo que tenía que ver con el control creativo de los proyectos de la banda, el punto de ebullición se produjo durante la grabación de Let It Be en 1970.
Para aquel entonces, Harrison había pasado brevemente un tiempo en el norte del estado de Nueva York con Bob Dylan y sus músicos que luego grabaron como The Band, y el guitarrista se inspiró en la atmósfera comunitaria, algo que creía que los Beatles podrían replicar, pero sus ilusiones se convirtieron en frustración cuando regresó a Inglaterra y una vez más se vio sometido a la fuerte voluntad de McCartney con respecto a la composición y los arreglos.
Glyn Johns, el ingeniero y productor que originalmente fue elegido para dirigir las sesiones, se refirió al tema en un extracto del libro de Graeme Thomson, George Harrison: Behind the Locked Door, en el que dijo (vía Far Out Magazine): “Fue muy incómodo. Ver esto comenzar y estar ahí inmediatamente después fue muy desagradable “. También hablando con Thomson para el libro, la exesposa del violero, Patti Boyd, afirmó que su esposo en ese momento era “terriblemente infeliz”.
“Los Beatles lo hacían infeliz, con las constantes discusiones. Fueron viciosos el uno con el otro. Eso fue realmente perturbador, y más aún para él porque tenía esta nueva vivencia espiritual. Como un hermano menor, fue empujado a un segundo plano. Llegaba a casa de la grabación y se enfurecía. Era un estado muy malo en el que estaba”, agregó.
Según Boyd, la raíz del problema surgía de Harrison y McCartney, dado que “George vio a Paul como alguien difícil”. “Se toleraban el uno al otro, pero creo que a George básicamente no le gustaba la personalidad de Paul. Creo que realmente no se amaban”, afirmó. El final de la historia es conocido por todos: aunque pudieron concluir con la grabación de Let It Be, los Beatles terminaron separándose poco después y ya no existían como banda para cuando el disco vio la luz.