En Kiev debieran ser las tres de la mañana de un nórdico paisaje definido por la insípida idiosincrasia europea y el frío insoportable para quienes se reúnen esta noche en Refugio Guernica. Se escuchan los ecos perdidos de Chernobyl y las distorsiones de un pasado soviético que nos resultan tan exóticos, como propios. Hoy toca Stoned Jesus, y las bombas ya empezaron a caer.
Es extraño (por lo menos para mí) hablar del stoner cordobés como algo que podría convertirse pronto en una escena, pero la velocidad con la que se ha asentado el género y el estándar de calidad con el que se maneja, me llevan a pensar que tal vez se consolide en una ciudad tan inundada de músicos como falta de estructura e industria dedicada al rock.
Es importante aclarar que solo la globalización y el laburo de mucha gente hace posible que una banda como Stoned Jesus, de rock valvular y casi desconocida, llegue desde Ucrania y logre la convocatoria que tuvo en Refugio Guernica, y eso es gracias a la producción (mención especial para Sebastián Solo) y a un público comprometido, que apoya a su causa, y entiende el esfuerzo que requiere esta contienda.
T.H.C. (Tres Humanos Colisionando) fue la primera de las visceralidades locales en subir al escenario, enarbolando las banderas del machaque y virtuosismo técnico tan propios de un estilo que se precia de voces saturadas y matices densos. Trío de base, palo y a la bolsa. Toros fue el segundo acto, de impecable mixtura hard rock con tintes industriales y un sonido ajustadísimo. Son superficiales, sí, pero creo que ese aspecto juega sobre un conjunto de clichés autoimpuestos dentro de un concepto general en la propuesta de la banda. No sabría decirles si eso suma o les resta, aunque podríamos arriesgarnos en algún tipo de debate.
Escenario caliente y sala llena. Los cañones soviéticos ya se elevan hacia el cielo.
Stoned Jesus es una experiencia extraña. Una banda casi desconocida en su país de origen, que llega a la Argentina y logra convocar a casi 200 personas en una ciudad que, casi por deporte, se decide a escaparle a la novedad y la música dura.
El show fue corto, sobre todo comparado con su primera llegada a Córdoba, pero se mantuvo a un nivel exquisito de psicodelia, ganancia y precisión técnica dentro de los estándares de un estilo elaborado y perfeccionista, pero equilibrado con respecto a los momentos de improvisación y los guiños a un blues perturbado de la escuela del primer Black Sabbath. Ni una palabra en español.
Stoned Jesus es una banda sólida, explosiva y de un vuelo musical impresionante, que condensa lo mejor de un estilo reciente, fresco y con muchísimo por explotar en una ciudad poco acostumbrada a movimientos como este. Esperemos que florezca, mientras las distorsiones y los medios lo permitan, porque es lo más interesante que he escuchado en mucho tiempo.
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Foto principal: Stoned Jesus, por Nicolás Robles.