Mi ciudad natal, Guayaquil, es el último lugar donde pensé que podría ver a Erlend Øye allá por el 2011 cuando descubría Rules de The Whitest Boy Alive. Pero gracias a los nuevos heroes de Zhiro (nueva productora independiente) el sueño de muchos se pudo hacer realidad y el noruego se presentó ante un teatro sold out donde hizo absolutamente lo que quiso.
El show tuvo una muy buena apertura, otro acierto de Zhiro fueron los teloneros. Apostando por nuestra escena, el principio de la noche estuvo a cargo de Dome Palma, Abbacook, y Paola Navarrete, todos músicos locales que interpretaron varios de sus temas juntos, ensamblando las canciones de los otros y mostrando una buena unión en la escena independiente de Ecuador. Abbacook interpretaron los temas más vivos de la velada mientras que Dome y Paola deslumbraban con su voz. También se sumó a un par de temas Mauro Samaniego, líder de Da Pawn, quien ayudó en los temas de Paola.
Después de la representación nacional, vino la colombiana Ela Minus, quien junta beats electrónicos, que ella misma mezcla en el escenario, con su voz para mostrar que no tiene nada que envidiarle a Grimes y poner a todos a bailar en sus puestos. Hace bastante no escuchaba por primera vez a un artista en vivo y llegué a casa a buscar su música, Ela me dio esa experiencia de nuevo.
Poco después llegó Erlend, quién inmediatamente se apoderó del escenario y del público, mostrando total confianza en sí mismo y sabiendo más que nada que todos los presentes no creeríamos verlo nunca. Erlend sabía que estábamos a sus pies (rato después esto se volvió literal) y contaba anécdotas de su pequeño tiempo en Guayaquil, la historia de algunas canciones y no dejaba espacio a silencios incómodos, incluso invitando a la gente del staff a tomar asiento. Al rato no le importó nada y nos pidió pararnos al pie del escenario, cuando el show se tornó en todo lo que un concierto íntimo debería ser. Interpretó sus temas solistas “Garota“, “Every Party Has A Winner and A Loser“, ente otros. Algunos covers de música italiana de los ’70, incluso un cover de “Heaven Knows I’m Miserable Now” de The Smiths, y por supuesto algunas canciones de The Whitest Boy Alive. Todo esto en formato acústico, exponiendo mas que nada su grave pero melódica voz. En el encore todo se volvió mas personal: al regresar dijo que quien quiera sentarse en el escenario no lo dude, y la gente no se hizo esperar tornando lo que se iba a ser un show en un teatro, en prácticamente una tertulia con música con todos los asistentes rodeando a Erlend quien se sentaba en un sillón.
Vale la pena destacar la labor de la producción, Zhiro y Dimitrakis (a cargo de la comunicación) mostraron ser el futuro de los conciertos en Ecuador, con un show de calidad, puntual y que en algún momento parecía imposible de darse pero que terminó vendiendo todas las entradas. Aplausos para Erlend, quién se ganó el corazón de las 300 personas en ese teatro.