Un dinosaurio gigante da la bienvenida triunfal al predio que promete albergar un festival de igual tamaño. A las 17 hs, bajo un sol radiante y tras un riguroso cacheo por parte de la seguridad, las puertas de Tecnópolis se abren para que comience la ceremonia. Nada difiere demasiado de las propuestas similares que cada vez se multiplican más en nuestro país: el BUE ofrece puestos de hidratación gratuita –como siempre debería ser-, cerveza para consumir libremente por todo el parque, varios pero no excesivos espacios de comida, un carrito de Heineken que sirve para transportarse pedaleando en conjunto de un escenario a otro y ahorrarse la larga caminata que los separa, unas pelotas gigantes para rebotar con amigos y reírse un rato, clásicos puestos de merchandising, un sector vip para fumadores, entre otras cosas.
A las 18.30 hs Francisca y los Exploradores comienza a calentar los motores de los recién llegados en el Outdoor Stage Ford Fiesta. Suena “Aloha” y Franco Sagiletti se pasea envuelto en su amplia vestimenta y cortinas de humo por el escenario. El público animado se va acercando para llevarle la contra a todo lo que establece “Quiero dormir“. Algunos acordes que siguen recuerdan a Charly García y la próxima canción “es para Luis”. “El Enemigo” se proclama contundente y claro que no falta “El destino“, aquella bella colaboración con Adrián Dárgelos. Risas cómplices de frustración se escuchan cuando el cordobés declara con furia “levante la mano el pelotudo que votó a Macri” anunciando la política “Gorila“. Entre fragmentos de “Mejor no hablar de ciertas cosas” de Sumo y ganas de quedarse un poco más, la banda se despide después de haber inaugurado de forma ideal la tarde.
Para cuando Él Mató a un Policía Motorizado se asoma en el mismo escenario, una multitud de gente se reúne esperando el comienzo de la clásica celebración que arranca con “Nuevos discos” y algún problema con el sonido del micrófono que enseguida se repone. Le siguen “La cobra“, la ambigua “Violencia” y en “El Baile de la Colina” todos danzan como en un ritual que por suerte se repite casi todos los meses en cada rincón del mapa argentino. Sin nada que agregar suena “Mujeres bellas y fuertes“, explícita, contundente, significativa y movilizante, seguida del homenaje a aquel que es mucho mejor que los demás: “Amigo Piedra“. A 10 años de su presentación en la última edición del BUE, los platenses dominan el terreno como el plato fuerte nacional de la noche, habiendo ganado un ejército de adeptos que corean sus canciones con euforia e invitan a aquellos pocos que los desconocen a unirse al festejo. Él Mató consigue generar un clima especial en cada uno de sus shows, sea ante una audiencia masiva o un público modesto, logrando una conexión semi espiritual que en cierto modo recuerda un poco a una misa. Así se siente en “Noche Negra” y “Más o menos bien“, mientras que en “Sábado” y “Yoni B” el infaltable pogo se desata como una furia. Con una fascinación ancestral suena “La celebración del fuego” y también, “El fuego que hemos construido“, y en alguna lejanía logran transmitir la sensación de esos fogones rodeados por amigos, guitarras y momentos que se inmortalizan. “Mi próximo movimiento” anticipa el final y el papapa papapapá se multiplica como un eco por todo el campo. Santiago apenas pronuncia algunas tímidas palabras de agradecimiento mientras los demás miran para abajo con esa modestia excesiva frente al amor que despiertan. Está presente en el setlist la esperanzadora “Chica de oro” y también “Chica rutera” que es la elegida para el cierre. Impecables e inagotables, suaves y prolijos, terminan de reafirmar una vez más el lugar que como grandes músicos merecen.
Las grandes distancias y las disposiciones horarias impiden que sea posible disfrutar de la totalidad de los shows de las bandas por fuera del Outdoor Stage Ford Fiesta. Como siempre sucede en estas ocasiones, los artistas locales o aquellos que visitan con frecuencia Sudamérica son los que salen perdiendo frente a los internacionales. En el caso de The Libertines, se hacen presentes con puntualidad inglesa y la significativa “Power to the People” de Lennon sonando como un eco triunfal para hacer su debut en la Argentina en la fecha exacta en la que se cumplen 14 años del lanzamiento de su primer disco, Up the Bracket (2002, Rough Trade). De aquel corte incluyen una amplia cantidad de temas: “Boys in the Band“, “Tell the King“, “Death on the Stairs“, “Time for Heroes“, “The Good Old Days“, “Horror Show” y por supuesto, el que le da nombre al álbum y genera un descontrol en su homenaje llegando al final, con revoleos de instrumentos hacia el público incluidos. La seleccionada para arrancar el esperadísimo show fue “The Delaney“, seguida de “Barbarians” que se encarga de disipar todos aquellos rumores que dicen que The Libertines no es una buena banda para ver en vivo. Lo cierto es que si existe un sonido desprolijo y sucio, se debe enteramente a su estilo post punk revival –que en más de una ocasión logra llevarnos en un viaje temporal hacia otras décadas- y no a una falta de calidad musical. El principal objetivo de la noche es sacudir el escenario con un rock despreocupado como en “Heart of the Matter“, que logra sumergirse en los cuerpos de los espectadores como una inyección de energía. También suena “Fame and Fortune” pero las cosas realmente se ponen intensas con la infaltable “What Katie Did“: la química entre Pete Doherty y Carl Barât se puede palpar desde lejos. A pesar de sus enfrentamientos pasados, la electricidad que genera la seducción entre sus guitarras se extiende haciendo vibrar todo el predio. Barât muestra sus destrezas en el piano y nos estremecemos con la bella “You’re My Waterloo” de su más reciente disco Anthems for Doomed Youth (2015, Virgin EMI Records), con un sabor agridulce que se evapora cuando arranca “Gunga Din“, aquella bautizada por el poema de Rudyard Kipling y también del último álbum, con sus tintes políticos y por supuesto, libertinos. Con tranquilidad, el dúo protagonista se prende un cigarrillo y, mientras Gary Powell arrasa en la batería, meten otro hit que desata el descontrol: “Can’t Stand Me Now“, con un pogo épico y constantes ovaciones que se incrementan cuando Doherty corea “¡Libertines va a salir campeón, Libertines va a salir campeón!”. El clímax de lo emotivo llega desplegando una catarata de sensaciones, con un nudo en la garganta, ojos empañados y Peter haciendo lo suyo en la guitarra acústica en “Music When the Lights Go Out“, mezclada con algunas frases de la bella “Albion” de Babyshambles (“How do you do? I’d like to talk about that”, “Now come away, oh say you’ll come away, we’ll go to Patagonia!”). Los Libertines se despiden también con una de su disco homónimo, “Don’t Look Back into the Sun“, y el público argentino no hace más que celebrar con euforia la concreción de un sueño después de batallas tormentosas y demasiados años de espera que efectivamente valieron la pena.
A las 23.15, la multitud no tarda ni siquiera un segundo en reaccionar cuando la figura frenética de Iggy Pop se alza sobre el escenario con la arrolladora tríada inicial “I Wanna Be Your Dog“, “The Passenger” y “Lust for Life“, con algunas gotas de lluvia que agregan mística y sin dar tiempo de descanso a los miles de corazones que tratan de seguirle el ritmo a este hombre de casi 70 años que destella vitalidad. El verdadero rey de la jornada continúa con “Five Foot One“, “Sixteen” y “Skull Ring“, haciendo alarde de su voz que no conoce el paso del tiempo y luciendo su clásico torso desnudo para este show inolvidable en “fucking BA, baby”. Llega otra de The Stooges, “1969“, mientras el maestro no para de moverse, se despliega como un animal en su territorio y sigue “Sister Midnight“. Nadie es capaz de dudar un segundo de que sea un “Real Wild Child (Wild One)” mientras baja a saludar al público desesperado y enloquecido que experimenta una conexión salvaje. En “Nightclubbing” se desliza seductor, juega con el micrófono y con los impecables músicos que integran su banda. Hubiera sido ideal que Matt Helders de Arctic Monkeys, y Josh Homme y Dean Fertita de Queens of the Stone Age se sumaran a la gira tras su fundamental participación en Post Pop Depression (2016, Loma Vista Recordings). Sin embargo, el sonido es tan bueno que no deja absolutamente nada que desear. El ícono musical comienza recitando “I never got my license to live, they won’t give it up, so I stand at the world’s edge, I’m trying to break in, oh, I know it’s not for me, and the sight of it all makes me sad and ill, that’s when I want”… “Some Weird Sin” y tras “Mass Production” se despide por menos de un minuto para un descanso que ciertamente no necesita. Caen unas gotas más cuando Iggy regresa con “Repo Man” y entonces toma la decisión de invitar a que suban fans al escenario. Al principio es todo diversión, los chicos lo imitan sacándose sus remeras y saltan a su alrededor, pero a medida que sube más gente las cosas se descontrolan y de repente se encuentra demasiado rodeado. “Take it easy. Be cool. Don’t grab me!” ordena, hasta que interviene la seguridad y con un “chau motherfuckers!” que hace reír a todos los espectadores comienza “Seek and Destroy“. También se corea “Gardenia“, el single principal de su último disco, y continúa otra seguidilla de The Stooges: “Down on the Street“, “Loose“, “Raw Power” y “No Fun“. La Iguana se despide con “Candy“, tras muchos “(fucking) gracias”, una última bajada al público, un “amo a ti” y una levísima llovizna que sirve para despabilar a la gente obnubilada por su talento indiscutible. Un showman excepcional para cerrar el flamante primer día del Festival BUE en el Outdoor Stage, que no hizo más que cumplir con precisión las expectativas dejando miles de corazones satisfechos.