En el año 2002 los hermanos Hanson se preparaban para publicar su tercer disco de estudio, después del éxito mundial de Middle of Nowhere (lanzado en 1997, cuando sus voces eran aún las de unos nenes) y This Time Around (del 2000, un poco más rockero y adolescente). Pero las crueles leyes de la industria musical se les vinieron encima de golpe, cuando les llegó un ultimátum por parte de Island Def Jam: si querían continuar con el éxito, iban a tener que amoldarse a un sonido más de moda. Los demos que habían estado grabando no alcanzaban. No había un “hit”.
Luego de cientos de reuniones, peleas con productores y tirones para todos lados, la banda decidió en 2003 pegar el portazo y finalmente publicar el disco de manera independiente, formando así 3 Car Garage, su propio sello discográfico, y sin escuchar las amenazas que la gigantesca corporación discográfica les arrojaba al cruzar la puerta: “chicos, no los van a pasar en ninguna radio”.
Si bien esta historia no es nada nueva para los fanáticos, hace años que tiene que ser reiterada una y otra vez ante los oídos de quienes creyeron toda su vida que Hanson no había pasado de ser un mero one hit wonder, los tres hermanitos que cantaban esa canción con ese estribillo inentendible. Lo cierto es que la banda se destacó desde su primer época por ser un número musical que podía jactarse de algo tan simple como componer sus canciones y tocar sus instrumentos. Una banda de garage, de chicos que juntaban monedas para comprarse una guitarra, queriendo vivir de su pasión y probando suerte con demos caseros, mientras las coreográficas y pulcras boy-bands triunfaban coronándose en la cima de un furor guionado por la MTV, sin otra necesidad que la de ser bonitos.
Quince años después de haberse largado solos, y celebrando ya veinticinco con la música, el Middle of Everywhere Tour trajo a Isaac, Taylor y Zac de vuelta a Buenos Aires para dar un concierto de más de dos horas, en el que hicieron sonar casi treinta canciones de toda su carrera y dejaron en claro, una vez más, por qué son mucho más que una banda herida por el estigma de las primeras impresiones. Los hermanos supieron hacer saltar, bailar e interpelar con baladas a un público de todos los géneros y las edades (pero con sus fieles fans treintañeras a la cabeza) desde el arranque con “Already Home” (de su último disco, Anthem), al que le siguieron sin respiro clásicos como “Where’s the Love” y “Look at You”, coreados por un Teatro Ópera repleto.
No faltaron el característico ritmo marcado por el piano de Taylor, los solos de guitarra eléctrica y las armonías del trío de voces, que hicieron que los temas sonaran, casi sin excepciones, mucho mejor que en los discos. Detrás del escenario, los jovencísimos Joystick (que abrieron la jornada con un impecable set acústico) movían las cabezas al ritmo de un show del que, por cuestiones generacionales, quizás no habían escuchado hablar hasta hacía unos días, pero que tranquilamente se ajustaba a todo lo que esperaban de una banda de rock que nunca dejó de girar por todo el planeta.
“¿Quién de ustedes nos está viendo por primera vez?” preguntó el hermano del medio y unas cuantas manos se alzaron por sobre las cabezas. Hanson nos visitó en unas cuantas ocasiones anteriores, con shows intensos y virtuosos, y a muchos podría sorprenderle el hecho de que siga sumando adeptos. Pero, en cada ocasión, entendimos que tienen con qué hacerlo.
El cambio de instrumentos en “Juliet” (con el batero Zac en piano y voz, mientras Taylor agitaba los tambores), la versión a capela de “Rockin’ Robin” (una de las primeras canciones que el trío cantaba en festivales, allá por 1992 en su Oklahoma natal), los riffs de armónica, un pegadizo tema nuevo (“I Was Born”), el agite rockero que levantaron con sus temas más duros (“Fired Up” e “In The City”), los clásicos y el homenaje a Chuck Berry sobre los bises representaron un despliegue total de todo lo que los Hanson pueden hacer y vienen haciendo durante décadas como músicos, profesionales, compositores y protagonistas de un gran espectáculo.
Una banda que disfruta del pasado que carga y lo apuesta en una búsqueda constante y sonante, sin medirse en el contexto en el que vivan; siendo la banda pop de un gran sello discográfico o una banda indie de soft rock, el día a día de Hanson se siente desde hace tiempo como una victoria y ahora solo queda seguir tocando, sin demostraciones y sin poses.
* Foto: Nicolás Di Corato