Pasadas las nueve y cuarto los rusos de Motorama subieron al escenario del Roxy. Con una formación reducida debido a la ausencia de su bajista Airin Marchenko, los cuatro integrantes restantes se dispusieron a dar un recital corto pero intenso. En una hora de show repasaron las canciones de sus tres discos, haciendo hincapié en Povertry, su material más reciente.
Los oriundos de Rostov brindaron un espectáculo con nulo intercambio con el público y apenas cruzando miradas entre ellos. No hicieron gala de escenografías imponentes o de histrionismos arriba del escenario, tampoco nadie lo exigió. Durante el set las únicas pausas fueron para cambiar las guitarras por bajos entre los dos habituales guitarristas. Después de enganchar una canción tras otra Vladislav Parshin, cantante y guitarrista, esbozó un tímido gracias a tres canciones del cierre.
Claros exponentes del shoegaze, por la postura frente al publico, una vez finalizado el espectáculo Parshin agradeció y se despidió de los presentes mirando para abajo, casi como si le avergonzara dirigirse a la audiencia. La puesta en vivo de Motorama es un fiel reflejo de su trabajo en estudio: un sonido simple y cautivador, en el que prima la sutileza.