La segunda edición del aclamado Music Wins tuvo lugar hace unos días en Tecnópolis cumpliendo con las expectativas de quienes confiábamos en tener un festival con una curaduría y organización que apuntaba a reunir artistas ya legendarios como Air, Primal Scream y Brian Jonestown Massacre con vanguardistas de la escena indie internacional como La Femme, Mac DeMarco, Kurt Vile y Courtney Barnett; así como nuevas promesas de la escena local como Ibiza Pareo y Pablo Neptuno, entre otros, en los escenarios más chicos de este evento.
A pesar de las fuertes lloviznas de la noche anterior y esa misma mañana, la amenaza del mal clima se disipó alrededor del mediodía y pudimos ver las primeras bandas programadas en cada escenario. Si bien hubo un margen de algunos minutos de retraso (entre 15 y 20) en los horarios anunciados y algunos artistas de la grilla nacional tuvieron que cancelar sus presentaciones, la gran mayoría del cartel pudo participar sin mayores contratiempos empezando a calentar la jornada bajo un sol espléndido los cordobeses de Telescopios en el escenario Wins.
Luego, en la tarima contigua, llegaría el turno de los franceses La Femme que interpretaron con mucha energía y extravagantes pases de baile un setlist que evocaba la euforia de una discoteca europea en los 80s. Haciendo gala de algunas frases en español, le comunicaron al público su emoción por estar tocando por fin en Argentina e invitaron a los presentes al sideshow que brindarían al día siguiente en Niceto Club. Luego, tras casi una hora en la que se intercambiaron instrumentos y propagaron en el ambiente su glamour y humor parisino, los músicos cerraron con el himno “Antitaxi”, bromeando respecto de ese medio de transporte público.
Casi en seguida, comenzarían los Mild High Club en el escenario Wins, repasando éxitos con los que han cosechado un gran número de seguidores, como “Windowpane” y “Skiptracing”. Una airada multitud coreaba en medio de una atmósfera de fraternidad aquellas canciones.
Para entonces el calor ya asediaba y el Beer Garden comenzaba a colmarse y era posible divisar largas filas tanto para conseguir los eco-vasos, como para llenarlos de cerveza fría. También era posible encontrarse con inesperados puestos como el de una barbería que ofrecía sus productos y servicios durante la jornada, así como una variedad de oferta gastronómica bastante notable.
A esas alturas de la tarde, iniciaba Kurt Vile & The Violators con un set que abrió con “Air Bud” y luego pasaría por los populares “Wakin’ on a Pretty Day” y “Pretty Pimpin”, mientras sacudía su hipnótica y larga cabellera. El estadounidense sin dudas cuenta con un público fiel y cierto estatus de cantautor respetado, pero lo cierto es que su puesta en escena pudo haber sido mucho más dinámica y atrayente para quienes no lo conocían mucho si hubiese apostado por una mayor interacción con la audiencia. De cualquier forma, fue memorable contar con una figura tan icónica en el escenario Music, antes de que su homóloga australiana Courtney Barnett, se tomara la tarima vecina con una propuesta con tintes un poco más rockeros y luciéndose como una de las pocas chicas que protagonizaban la grilla, desplegando temas como “Pedestrian At Best” y cerrando con “Nobody Really Cares If You Don’t Go to the Party” mientras empezaba a atardecer en el predio.
Mientras tanto, arriba del Tour Bus en uno de los escenarios alternativos tocaba el icónico Santiago Motorizado nostálgicas canciones de su proyecto solista y en un rato se presentarían las Ibiza Pareo con su sonido playero, acompañando los tonos naranjas del cielo.
Después, en el escenario Music, Edward Sharpe and The Magnetic Zeros entregó algunos de los instantes más emotivos del festival al versionar “Instant Karma!” de John Lennon, tocar “Desert Song” a pedido de la audiencia, y luego tomar un momento para acercar el micrófono a los asistentes para que contaran alguna historia que quisieran compartir. Sin duda, se trató de uno de los artistas que mejor supo comunicarse con los presentes y dar un show que interesó incluso a aquellos que no eran exactamente fanáticos de su música.
Posteriormente, y ya con la luna y la noche presentes, el mítico Anton Newcombe y compañía envolverían a los presentes con el sonido más contundentemente rockero de la velada. No faltaron himnos como “Anemone” y el despliegue de la banda fue impecable, a pesar del paso de los años y de los excesos de épocas atrás, la madurez sin duda les ha llegado sin socavar su calidad.
Ya era el momento de recibir al canadiense más querido de la escena indie actual y fue con muchos gritos y aplausos que el público vitoreó a Mac DeMarco. Su show incluyó canciones de su aclamado tercer disco que no había tocado en sus visitas anteriores a Buenos Aires, como “My Kind Of Woman”, así como también muchas bromas, eructos e incluso a su novia Kiki a quién cargó sobre sus hombros. También causó mucha simpatía el anuncio del sideshow que tendría lugar el miércoles siguiente en Niceto Club y no quedaron dudas del arrasador carisma de este joven artista que era uno de los más esperados del cartel pese a que su última visita a Buenos Aires había sido hace poco más de un año en Groove.
Pero unos de los momentos cumbres de la fecha estaban por suceder todavía de la mano de los legendarios Primal Scream que abrieron al ritmo de “Movin’ On Up” y acto seguido intepretaron no solo muchas otras canciones del elogiado Screamadelica, sino que invitaron a acompañarnos en dos canciones (“Damaged” y “Rocks”) a Kurt Vile, lo que generó una respuesta positiva de un público emocionado por ver reunidas a dos generaciones de la música independiente cantando al unísono en esa ocasión.
Finalmente, Air se encargó el último acto de la velada, y contrario a lo que normalmente se espera de una propuesta electrónica, contaron con instrumentación en vivo y una propuesta que lejos de ser meramente ambiental, se adentraba en sus raíces pop con canciones como “Sexy Boy” y “Playground Love”, cada una con un calibre y energía totalmente diferentes: con momentos románticos y melancólicos, y otros mucho más atrevidos. La característica poesía e intimidad de sus temas no se perdió del todo a pesar de tratarse de una ejecución ante una gran multitud. Pocos discutirían que las melodías del dúo francés fueron el cierre ideal para la noche en la que la música ganó, por encima de todo.
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Foto principal: Victoria Mourelle