El frío, al menos y por estas horas, da la sensación de querer brindar una tregua. Tregua o factor que poco les importa a los que ya se agolpan en las puertas de la Grande Halle. Es temprano, pero la clave radica en que la segunda jornada tiene lugar un día viernes y encontrarse en los albores del añorado fin de semana no es un dato menor para cuando horas más tarde, llegar de un escenario a otro se transforme casi en una verdadera odisea. No quedan dudas, hoy todo se dará de manera intensa.
Intensa como la clase magistral de glam rock que dieron los HTDML. Una de las revelaciones del 2016 dejan en claro el porqué, entregando un show apocalíptico e hipercargado de juventud, descontrol y desidia a rabiar.
A continuación, lo de Cigarettes After Sex decanta en el lugar como una especie de oasis, mediante el arrojo de un manto de calma y delicadeza. Elegante, sentido y glorioso, son tan sólo tres de un cúmulo de adjetivos que se le podrían adjudicar al show brindado por Greg Gonzalez y los suyos.
Sería luego el turno de Tommy Genesis. Una especie de combinación perfecta como síndrome de nuestra era, que ha logrado acaparar miles de fans con su particular manera de desentramar el mundo. El show alterna entre gritos y arrojos al público que elevan el mismo a un nivel de interacción cuasi íntimo, convertida ya en profeta 3.0 y escupiendo una verdad tras otra desde su micrófono.
No reparar en todo lo que sucede alrededor es imposible. De esa manera, mientras algunos van por su cerveza, copa de vino, hamburguesa, otros pueden tatuarse y hasta llevarse un vinilo a casa haciendo casi nada. Es en ese preciso instante en el que sale a escena Andy Shauf. El canadiense brinda un show conmovedor y vuelve a sumergir al público en la calma total previo al comienzo de la tempestad bailable.
Llegaría el turno de Isaac Delusion, dejando en claro por qué son una de las bandas del momento y exhibiendo un show de magnitudes épicas. De aquel dúo conformado por Jules y Loic quedan tan solo las bases sonoras. Hoy son cinco los integrantes que se encargan de un set en el que no dan respiro. Una seguidilla de canciones que van más allá de la composición y el trabajo de Rust & Gold, permitiéndose jugar e improvisar, entregando finales fascinantes en más de una canción y generando un nivel de fervor hasta el momento no manifestado por el público en la Grande Halle, con “How Much” y una descontrolada versión de “Cajun” como puntos altos del set.
Ante la presencia de Kamasi Washington, el Pitchfork se convierte en una verdadera caldera, atravesada por el swing desplegado ante ese jazz poderoso. El denominado “saxofonista del rap” (por sus colaboraciones con Run the Jewels, Snoop Dogg y Kendrick Lamar) despliega un set que incluye “Leroy and Lanisha“, una canción que según el propio Kamasi está inspirada en la recordada “Linus and Lucy” creada por Vince Guaraldi Trio para Charlie Brown.
Polo & Pan, tal y como lo que se proyecta en ese momento desde el escenario, fueron un destello de sutil electropop. Con un comienzo apabullante de la mano de “Aqualand“, el repaso de Caravelle fue completo con una más que celebrada y bailada versión de “Canopee“, el hit indiscutido de la banda. El dúo conformado por Paul Armand-Delille y Alexandre Grynszpan pasa por el escenario como un destello antes que fugaz, eterno.
Y llegaría el cierre de la noche a cargo de quizás uno de los shows más esperados de esta edición del Pitchfork. Jungle regresaba a la Grand Halle para tocar por segunda vez en el marco de este festival. Con un solo disco editado y una gira recientemente anunciada, tal nivel de genialidad golpea desde el escenario con un despliegue de beats bailables como una ola y ya nada se puede hacer ante una de las bandas más maravillosas de esta era. Los miles de espectadores en ese momento, no sólo disfrutaron de un show con bises incluidos, sino que además presenciaron el estreno de tres nuevas canciones: “House in L.A.“, “Beat 54” y “Give Over“. Desordenado fue el afán que puso a todos a bailar.
Foto principal: Jungle, por Pooneh Ghana.