Como otras bandas que rompen el paradigma entre el under y la música nacional, El Kuelgue se puso de misión realizar cinco fechas seguidas, todos los jueves de noviembre en Niceto. La primera sirvió como anticipo de algunas cosas nuevas que se vienen, tanto en música como en nuevas propuestas para el en vivo de El Kuelgue, cuyo desafío, a primera impresión, parece que será logrado sin ningún problema.
Siendo nueve menos cuarto no hay mucha fila afuera de Niceto, pero en el corto tiempo en el que tramito mi entrada una ola de gente aparece formando una cola que le daba la vuelta a la cuadra. El primero de los cinco jueves de El Kuelgue había en efecto vendido todas sus anticipadas y no es que no había gente, yo llegaba tarde. Para cuando puedo entrar marcan las 21:10, y diez minutos más tarde el lugar, que desde el principio desbordaba gente hasta la consola y el área del bar, se vuelve oscuro para empezar. El Kuelgue empezó con conocidos temas de Cariño Reptil como “Por ahora“, “La fama“, o “Lucho Gorrión“. Mientras el público agitaba y se empezaba a encender, el ambiente de incertidumbre que siempre hay en un recital de El Kuelgue era presente, la expectativa hace que las sorpresas que siempre brinda en vivo la banda sean recibidas con mayor agrado, en este caso serían algunas durante la noche.
La incertidumbre de la que hablo se la pueden preguntar a cualquier fan de la banda que los haya visto más de dos veces: desde no saber cuándo podrán seguir la letra hasta cuando espontáneamente van a referenciar a otra canción o hacer un guiño a un músico (el de esta noche, Gustavo Cerati y “Té para tres“), hacen que ver a El Kuelgue en vivo sea una experiencia que rompe el formato tradicional de recital. Los sutiles pero significativos cambios en la canción “Verte feliz” subieron un poco el tono de la noche, encendiendo más de lo normal la balada, a la que los cientos de fans intentábamos seguirle el ritmo. A continuación, Julián Kartún en gafas y sombrero, rendiría el clásico “Milanesa“, ya un himno que en presentaciones anteriores en Capital no se pudo escuchar y que significó, en lo personal, un punto clave de la noche.
Hay varios matices en un recital de El Kuelgue. Una primera instancia ya estaba superada y después de algunos temas como “La vieja afuera” y el cover de “Ir a más” de Los Abuelos de La Nada, la banda estrenó en vivo “Góndola“, el único anticipo de su nuevo disco, y que por la reacción del público podría quedarse como uno de los referentes de la banda. Fue impresionante toda la energía del público durante la canción para el poco tiempo que ésta tenía de haber salido, y el “Van cerrándome los bares” fue una de las frases más coreadas en toda la noche. Tras la salida del escenario de Julián Kartún, el resto de la banda quedó un rato a cargo del baile en un jam que giraba en torno al saxo de Pablo Vidal, uno de los vientos mas característicos que hay y un personaje muy querido por el público de El Kuelgue. La sorpresa y emoción se iría al límite a continuación, ya que mientras todos los ojos reposaban sobre el escenario, desde el fondo del lugar y en un carrito de compras gigante con luces de neón avanzaba Julián entre el público que, desenfrenado, intentaba acercarse más a él para cantar a todo pulmón el hit de los en vivo de El Kuelgue, “Amor, comprensión y ternura“. Este tema, solo interpretado en vivo, es una de las marcas del grupo, una de las pequeñas cosas que solo entienden quienes tienen este fanatismo.
Lo que seguiría sería la parte más suelta de toda la noche. Sobre el final, temas como “Cristo es Marquitos Di Palma“, “Negra Candombera“, “Clonasepan” y otros, harían que el lugar sea una verdadera fiesta, incitando al baile de a dos pero también al agite y a que la gente pida más y más con el típico coreo “¡Que no se pare de bailar, que no se pare!” que le pone la piel de gallina a cualquiera.
“Esta es la gente de El Kuelgue, esta es la gente que vino al primer Kuelgue de noviembre” fueron las palabras de cierre de Kartún ante un Niceto rendido a sus pies y que contaba con la mano, terminado el recital, los siete días que faltaban para volverlos a ver. De momento la banda se prepara para lo que sigue: el 9,16, 23, y 30 de noviembre, una fiesta garantizada cada jueves de mes y eventualmente (esperemos más pronto que tarde) un nuevo disco que ya se palpita en vivo.
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Foto principal: Pablo Mekler