El viernes 19 llegamos a tiempo para ver a la diva Róisín Murphy. No entendimos muy bien el por qué de su atuendo tipo años 50 cuando salió al escenario: gabardina, pañuelo, bolso y enormes gafas. Parecía que en cualquier momento se iba a despojar de esas prendas para mostrar otras mucho más acordes a lo que nos tiene acostumbrados. Y en realidad así fue. Tanto es así que no paró de cambiarse durante todo el concierto. O bien se enfundaba un mono peludo o estrambóticos vestidos y máscaras. Siempre es un placer disfrutar de la voz de la ex vocalista de Moloko. El concierto estuvo correcto pero nos esperábamos más. Cantó temazos como “Jealousy” o el tema de Moloko “Pure Pleasure Seeker“, pero no entendemos por qué no incluyó su gran “Overpowered” en el setlist.
Permanecimos en el mismo enclave, el Sónar Pub, para mover el esqueleto al ritmo de Totally Enormous Extinct Dinosaurs. Orlando Higginbottom está detrás de este largo y prehistórico nombre. Su sesión resultó excelente como antesala de Tiga. No sin antes asomarnos a las estridencias de Die Antwoord (sólo aptos para los amantes de lo estrafalario). Nosotros preferimos ir a lo seguro, es decir, a Tiga. En esta ocasión, el canadiense no venía como Dj sino en formato live, y no podíamos perder la oportunidad de bailar de nuevo esos hits de electro house que tantas veces hemos disfrutado, tales como “Sunglasses at Night” o “You Gonna Want Me“. También otros temas más recientes como “Bugatti“. Acompañado por el productor finlandés Jori Hulkkonen, Tiga se desenvolvió con una escenografía muy acorde a su estilo (con maniquíes coristas entre otras cosas). Quizá no sorprendió pero lo pasamos en grande.
Aun quedaba tiempo para nombres como Skrillex o Jamie xx, pero nosotros nos reservamos para el sábado.
Tristes por abandonar el Sónar de Día, pero con ganas de rematar un festival por todo lo alto llegamos el sábado 20 al Sónar de Noche para entregarnos a los ritmos ochenteros de Duran Duran. Curiosamente, esa misma noche actuaban en Barcelona sus “rivales”, los Spandau Ballet, en el Festival Jardins de Pedralbes. La banda liderada por Simon Le Bon lo dio todo en el Sónar Club. No faltaron sus inolvidables “The Wild Boys“, “Hungry Like a Wolf“, “Planet Earth” o “Rio“. Vestido de un nada discreto color blanco, Le Bon demostró que está en plena forma.
Nos quedamos en el mismo punto con Erol Alkan mientras se iba llenando y llenando de gente el inmenso espacio. Todo por los Chemical Brothers, que siguen congregando masas en sus conciertos. Comenzaron en la cúspide de sus creaciones con “Hey Boy, Hey Girl“. Y lo que también esperábamos se cumplió, buen espectáculo de luces que nos tuvo entretenidos entre temazo y temazo. Robots enormes y visuales varios nos hipnotizaron. Sudamos lo que no está escrito. Y es que la afluencia masiva de público convirtió el espacio en irrespirable. Todo sea por seguir celebrando la música electrónica con Tom Rowlands y Ed Simons. El dúo de Manchester sigue convenciendo con su espectáculo.
Paralelamente FKA Twigs y Flying Lotus, han sido también de lo más celebrado en esta edición de un Sónar. El festival contó con propuestas para cerrar que pasaban por la locura de Meneo, el siempre acertado Laurent Garnier o el sueco Adam Beyer. Todo muy atractivo, incluso para unos cuerpos que llevaban 3 días de empacho electrónico.
No podemos dejar de mencionar que el Sónar + D que avanza hacia la consolidación de su formato congresual, con actividades como las conferencias de de Holly Herndon, Chris Milk & Aaron Koblin (Verse), Indy Saha (Google), Richard Russell (XL Recordings) o Jeremy Boxer (Vimeo), entre otras. Además destacamos de este año la posibilidad de tocar y probar los sintetizadores, de ayer y hoy, de la firma Novation, que estaban expuestos, o visitar la instalación sonora “transient senses” de Alex Arteaga, en el Pabellón Mies Van der Rohe. Hubo espacios dedicados a la realidad virtual, workshops y oportunidades de networking. El Sónar + D es ya un evento en sí mismo.
El festival implantaba por primera vez el “Sónar Cashless”, un sistema de recarga que se basa en una pulsera como único método de pago en todo el Festival. Se podía cargar en diversos puestos y se pagaba con un simple sensor.
Y nos quedamos con los datos: La 22º edición de Sónar Barcelona se cierra con cerca de 119.000 visitantes provenientes de 104 países.
Y continúa la cita con la música, la creatividad y la tecnología en cuatro capitales Latinoamericanas (São Paulo, Buenos Aires, Santiago y Bogotá) y tres escandinavas (Reykjavík, Estocolmo y Copenhague) en los próximos meses. The Chemical Brothers y Hot Chip encabezan la programación para todas las citas en Latinoamérica.