Muy lejos quedó aquel primer show de Muse en nuestro país en el Teatro Gran Rex en el año 2008. En cada una de sus visitas a la Argentina, la banda inglesa fue evidenciando paulatinamente su crecimiento. Aquel grupo reducido de fans que viajó hasta La Plata sólo para disfrutar de un setlist de 8 temas cuando telonearon a U2 en el 2011 se multiplicó rápidamente hasta llevarlos a encabezar una de las fechas del Personal Fest 2013. El trío compuesto por Matt Bellamy, Dominic Howard y Christopher Wolstenholme supo consagrar un público argentino bastante heterogéneo pero fiel, que llenó masivamente el alejado Complejo al Río de Vicente López el pasado sábado 17 de octubre. Era la segunda vez, después de su primera visita, que la banda se presentaba sola con un concierto enteramente propio, lista para desplegar todo su potencial. Sin embargo, los balances de la noche resultaron un tanto agridulces.
A las 21.00hs –puntualidad inglesa como ocurre últimamente con todos los artistas que llegan desde allí-, Muse inauguró el show con la política introducción de “Drill Sergeant” que dio pie a “Psycho” tal como ocurre en su último trabajo discográfico, Drones (2015). La segunda canción también fue de las nuevas, la movediza “Reapers”, y antes de seguir con otra, “The Handler”, metieron el primer clásico de la noche: “Plug in Baby”.
Parecía haber una gran polarización entre los viejos fans que coreaban con emoción aquellos antiguos temas desconociendo los más recientes, y aquellos que sabían al pie de la letra todas las nuevas canciones. En muchas zonas del campo trasero, el infaltable pogo básicamente no existió, pero no porque la música no generara ganas de saltar, sino debido a un problema crucial que arruinó casi por completo el gran espectáculo: el sonido. Quién sabe si se debió al “viento” -que a orillas del río pudo haber sido un factor influyente haciendo de aquel complejo un lugar no muy óptimo para estos recitales multitudinarios-, los aviones que pasaban casi al ras de las plateas, el volumen bajo o la ineficacia a la hora de disponer espacialmente los parlantes. Aquellos que no estuvieron en el ostentoso campo vip o no lograron llegar casi adelante de todo no pudieron disfrutar como se debe del recital, gritando desesperadamente cosas como “subime el volumen”, “no se escucha” u optando por no cantar para no opacar la voz de Matt Bellamy que se escuchaba como un eco lejano. Una amarga contraposición con lo que había sido nuestra última experiencia en el Personal Fest, que no sólo duró más sino que fue alegremente memorable.
“The 2nd Law: Unsustainable”, esa mezcla de dubstep cruzado con voces robóticas con la que jugaron en su anterior disco, estuvo acompañada del video proyectado en las pantallas grandes que sin embargo estaban un poco bajas, otro desperfecto que sufrieron los del campo trasero que además tuvieron la visión bastante bloqueada por una torre de sonido demasiado adelantada, no pudiendo apreciar del todo los llamativos juegos de luces que caracterizan estos recitales en el mundo entero. “Dead Inside”, como era de esperarse, se robó unos cuantos pasos de baile. El “Interlude” anunció una canción que había quedado pendiente en el 2013 y todos aclamaban: “Hysteria”, un clásico que despliega toda su magnificencia. A esta le siguió otra grata sorpresa, “Citizen Erased”, que cerró con el frontman sentado en el piano para cantar los últimos y desgarradores versos. El setlist, si bien estuvo bien, no fue muy jugado. Considerando que era la cuarta vez que se presentaban en la Argentina, y en esta ocasión con tiempo de sobra, podrían haber expandido un poco más el repertorio que constó de 18 piezas. Cayeron las ilusiones de escuchar temas como “Bliss” –que sin embargo sonó en la prueba de sonido-, “Stockholm Syndrome” o alguna de su primer disco Showbiz que parece haber quedado olvidado.
Con “Apocalypse Please” y “Munich Jam” los oriundos de Teignmouth no hicieron más que brillar. Musicalmente no hay nada que pueda criticarse, los agudos de Bellamy son un calco de lo que se escucha en los discos de estudio, con esa voz tan particular e impecable que nunca amenaza con quebrarse. No se puede dejar de lado la grandeza de Dominic Howard, potente en la batería, y Christopher Wolstenholme, el humilde y prolijo genio del bajo. Los tres encajan como piezas de un rompecabezas logrando un sonido armonioso. Es esta perfección musical combinada con las letras que varían desde el amor y la política lo que les da la originalidad que los llevó al éxito.
En la balada romántica “Madness” ocurrió un hecho un tanto particular: Matt se confundió de orilla del río y se calzó la bandera de Uruguay. Cantaba inocentemente mientras la flameaba, ignorando los abucheos de los fans. Más tarde se reivindicó agarrando la Argentina para no soltarla por un buen rato, entre risas y diciendo algo así como “sí, sí, ya sé, era de Uruguay”. Un episodio tragicómico en medio del ya de por sí polémico recital.
Una seguidilla de hermosos clásicos- “Supermassive Black Hole”, “Time is Running Out” y “Starlight”-, que sin dudas fueron una de las joyas de la noche y llenaron de nostalgia a la multitud, desembocó en “Uprising”, aquella potente protesta política de The Resistance (2009). Después de una hora y media llegó el encore anunciando que todo estaba por terminar. “Mercy” explotó con una lluvia de papelitos y llegó el final: como en todos los recitales de Muse, Christopher Wolstenholme hizo un poco de magia con su armónica tocando la intro de “Man With a Harmonica” del compositor italiano Ennio Morricone que da pie a la inigualable “Knights of Cydonia”, la potente elección para cerrar el show.
Fue una noche polarizada y ambigua. Un recital que concentraba muchas expectativas y dejó unos cuantos corazones rotos, principalmente por circunstancias ajenas a la banda. La diferencia entre las ubicaciones del predio fue abismal, generando una división entre lo que parecieron ser dos shows completamente diferentes. Una pena que no todos pudieran disfrutar de lo que tiene para ofrecer esta gran banda que siempre está dispuesta a jugársela y apostar a más. Por suerte muchos ya habían tenido la oportunidad de verlos anteriormente en las otras tres ocasiones, y para los que no, esperemos que aunque sea dentro de dos años –como viene sucediendo desde el 2008- haya nuevamente revancha.