Si buscamos la definición de “ruido” según la Real Academia Española, vamos a encontrar que es un “sonido inarticulado, por lo general desagradable”. Pero lo de Thurston Moore en el Vorterix este pasado 7 de diciembre fue cualquier cosa menos desagradable.
La banda encargada de abrir la velada fue Asalto al Parque Zoológico, que alrededor de las 19:30 ya estaba arriba del escenario entre cables y pedales para hacernos entrar en clima. Con temas de su nuevo disco Hexadecimal y alguno que otro del EP que data del año 2009 en el repertorio, nos dieron una breve pero concisa lección de shoegaze.
Más tarde fue el turno de Altocamet, la segunda banda que designó el sello Casa del Puente Discos para tocar con Moore y compañía. Al igual que APZOO, los marplatenses llegaron con un nuevo disco bajo la manga con el nombre de Más allá, que se estrenó también hace poco. De esta forma, con guitarra, bajo y sintetizador mediante, le ofrecieron al público un pop bien prolijo.
Pasadas las 21:15, se corrió el gran telón rojo del teatro ubicado en Chacarita y Thurston Moore llegaba acompañado de Debbie Googe y James Seward, pero sin su compañero sónico Steve Shelley, quien fue reemplazado por Ryan Sawyer. El show comenzó con la banda sumergiéndose en una especie de intro, un acorde eterno que finalmente le dio lugar a “Forevermore”. Varios minutos después, con un Thurston concentrado y tocando cuerda por cuerda ese inconfundible comienzo en la guitarra, empezó a sonar “Speak to the Wild”, el segundo single de The Best Day (2014, Matador), que fue recibido con entusiasmo por un público que a toda costa pedía canciones de Sonic Youth o de My Bloody Valentine. El líder de la banda presentó a sus compañeros tras varios aplausos y se mostró contento por su vuelta a la Argentina. Moore regresó a la crudeza y a la distorsión con “Germs Burn”, un tema que se prestó para disfrutar con el oído y con el cuerpo en sí y luego arrasó con “Detonation”, canción que junto a la anterior conforman la edición de un 7’’ de la banda. Más tarde sonó “The Best Day”, tema que le da nombre al álbum y que mantuvo a todos saltando o moviendo la cabeza y que dio lugar a “Grace Lake”, la belleza instrumental del disco. En esta parte, los que tuvimos el privilegio de asistir a este show, vivimos dentro de una especie de trance. Los cuatro músicos arriba del escenario estuvieron improvisando durante poco más de diez minutos en los que nos dejaron con la boca abierta y los oídos con ganas de más de esa perfecta imperfección que, con desprolijidad y volumen bien alto, nos voló la cabeza a todos.
Moore, Rosaly, Sewards y Googe abandonaron sus puestos pero volvieron a los dos minutos para el primer bis que vino de la mano de “Pretty Bad”, tema perteneciente a Psychic Hearts, disco lanzado allá por 1995. Nuevamente se apagaron las luces y la banda desapareció de escena para luego reaparecer con “Ono Soul”, segunda canción en la lista de temas del disco antes mencionado, y así finalizar de a poco con la velada ruidosa de la noche.
Parece que el tiempo no pasa para Thurston, ese gigante de metro noventa y ocho que cierra los ojos y parece flotar en lo que él mismo ejecuta con su guitarra, porque continúa creando música como desde hace más de veinte años atrás y lo sigue haciendo de una forma única. Mientras esa desgastadísima Jazzmaster siga enchufada, siempre será el mejor día para el noise.