Con la cadencia del disco, sintetizadores melódicos, y beats a 128 bpm, la última noche de agosto contó con Cut Copy para vibrar el suelo de Niceto como si fuese la primera noche de 1985. A casi un año del lanzamiento de su último álbum, Haiku From Zero, la camada australiana pisaba suelo argentino una vez más por motivo de su gira latinoamericana. La eclosión de una cowbell y los arreglos simples de una Fender Jazzmaster, en paralelo con un set sofisticado de sintetizadores midi, provocaron la seducción de los cuerpos presentes hasta hacerlos bailar desenvueltos con garbo.
Las luces se atenuaron, las cortinas se partieron al medio y entre aplausos se anunciaba la salida de los miembros con el rebotar de un bombo acuoso. Nos amagaron, pero la voz de Cerati ya calmaba las ansias.
En un segundo intento, regresan los aplausos y toma lugar un viaje intergaláctico al calor del redoblante que morfaba el espacio y el tiempo introduciéndonos al inicio de “Need You Now”. La voz de Dan Whitford perforaba con serenidad y los fans coreaban a la par. En un juego impecable de luces y de visuales posmodernas se levantaba las vibraciones del suelo hasta rozar la coraza del torax; “I know we´re going crazy but I need you now”. El vocalista agradecido saluda a su hinchada y el bombo de “Black Rainbow” advertía que había fiesta de sobra tanto del último álbum como de los antecesores.
Siguió el primer tema de In Ghost Colours (2008). En medio de la reverberación, Whitford meditaba en voz alta sobre cómo envejecemos todos, se trata de “Nobody Lost, Nobody Found”. Tim Hoey en el medio del puente tomaba la baqueta pareja de su cowbell para jugar atrevido con las cuerdas de su Fender. El sencillo más popular del último álbum, “Airborne” aguardaba un riff funky para el baile iluminado por los reflejos de la bola de disco que hacía de sol para los cuerpos en movimiento.
Más adelante sonaba “Free Your Mind” del penúltimo álbum homónimo. Un tema mucho más bailable, menos instrumental y más bien artificial con un mensaje emancipatorio y redentor. El bajo de Ben Browning le siguió a algunas palabras en gratitud de Whitford por todo el apoyo a lo largo de los años. Por este motivo sonaría “Future” a modo de regalo para los oyentes que han estado desde los inicios de Cut Copy.
Por eso del final, ya sonaban las canciones responsables de su reconocimiento internacional. Como extensión del final de “Take Me Over”, sonaba el teclado de “Out There On the Ice” Su verso poético, “Yes, no, maybe, is all I need to hear from you”, sumaba a la electricidad del momento y abría paso para que los teclados de aquel disco futurista nos dejasen con antojos de más, una vez se retirasen del escenario para un pequeño interludio. Su regreso cerraría la noche con el tema que todos anhelaban oír una vez los australianos anunciaron su llegada al país, “Lights and Music”.
El conjunto australiano supo encarar las filas del dance y del indie desde el 2004 y se posicionó años después como banda referencia desde el lanzamiento de su segundo tanto In Ghost Colours. Irrumpieron los carteles más conocidos desde el comienzo y su estrellato conoció los frutos que les había dejado la mezcla sonora del synth pop y el baile de finales de los ochentas y principios de los noventas. Pero su virtud estuvo en descifrar el código de las audiencias del momento, juntando el frenesí del disco tardío de los setentas y la sutileza desprolija de riffs alternativos.
Hay algo mágico en pertenecer a este momento de la historia; es la magia de la nostalgia. Para toda una generación que no pudo saciar la sed del glamur ochentero de la cultura pop, desde films y música hasta pilchas vintage y peinados alocados, quedaba en manos del indie australiano terminar de embriagarnos al calor del baile.
Foto principal: Matías Casal.