A Erlend Øye muchos lo conocimos hace más de una década con el disco debut de Kings Of Convenience, Quiet Is The New Loud. Tengo la convicción de que luego de mi encuentro con la delicada y profunda honestidad de ese álbum durante mi adolescencia, mi gusto musical y mi visión acerca de la vida cambiaron para siempre, y estoy además segura de que a muchos otros les sucedió algo parecido.
Lo cierto es que hasta la fecha, el mencionado noruego conserva aquel estilo tan sincero como minimalista, una estética que reafirmó durante la entrevista que nos concedió hace poco donde destacó lo poderoso de la quietud.
En todo, caso y a pesar de lo anteriormente señalado, en años recientes y gracias a sus constantes viajes al rededor del mundo, a Øye se le ha despertado un marcado interés por experimentar con sonoridades de otras latitudes, bastante lejanas del frío paisaje nórdico que lo acompañó durante su juventud temprana. Quizá esto último explica el por qué durante esta gira por Latinoamérica se está haciendo acompañar por una banda compuesta por músicos de origen italiano y chileno.
De cualquier forma, y como era de esperarse, el colorado abrió la velada tocando solo acompañado de su guitarra acústica. Dentro del repertorio de esa íntima primera parte del show incluyó no solo canciones de su carrera solista, correspondientes sus álbumes Unrest (2013) y Legao (2014), sino versiones despojadas de temas de su proyecto electrónico The Whitest Boy Alive, y hasta un cover de The Smiths: “Heaven Knows I’m Miserable Now“.
Como Erlend suele estar tan abocado a la interacción constante con su público, comentó bastante acerca del origen de algunas de sus canciones, admitiendo que le resulta muy inspirador el paisaje de las playas mexicanas, y confesando de manera jocosa que cuando sale de gira solo aprovecha para tocar sus canciones favoritas de Kings Of Convenience, aquellas que debido a su complejidad no eligen como parte del setlist de sus extensos tours por varios continentes: “Este es mi momento dorado para entregar en vivo esos temas”, comentó entusiasmado. Durante la velada, interpretó entonces grandes canciones como “The Power Of Not Knowing” y “Cayman Islands“.
Más adelante, presentó asimismo una composición inédita que, según reveló ante el público, escribió hace uno años para una chica de la cual estaba entonces enamorado: “A ella le gustó, aunque no me ayudó a conquistarla. Pero al menos ahora tengo esta canción”, contó antes de proceder a tocar dicho tema.
Después el show empezó a cambiar de ánimo a medida que el noruego introducía a sus músicos acompañantes, con quienes, según él mismo comentó, está tocando hace varios meses tras haberlos conocido durante sus viajes por Europa y América Latina.
Erlend pasó a tocar un ukelele, que según contó, aprendió a tocar hace apenas unos meses, mientras sus compañeros lo acompañaban con coros y otros instrumentos de cuerda. Entonces aprovechó la energía de su banda para presentar “Upside Down“, una de sus tantas canciones huérfanas, que quisiera algún día grabar y publicar oficialmente.
En medio de anécdotas de cuando tocaba música cubana con sus amigos en las calles de Siracusa durante sus vacaciones de hace un año, entonó “Fence Me In“, y para entonces la potencia de su sonido era notable y la energía del ambiente estaba cargada de un ánimo de celebración. Luego, le cedió el micrófono a Luigui, uno de sus compañeros de banda para que interpretara vocalmente una canción mientras él aplaudía con una enorme sonrisa en su rostro, sentado en un costado del escenario.
Aprovechando que lo festivo iba en crescendo para ese momento de la velada, Erlend le pidió a los presentes que se pusieran de pie y se acercaran más a la tarima. Para cuando tocó, acompañado por trompetas, “La Prima Estate” ya en el recinto bailaban buena parte de los asistentes.
Sin dudas, un recital que dio cuenta de la versatilidad de este afable artista, de su gran carisma y de su compromiso con la música más allá de los géneros y de la escena angloparlante.
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Foto principal: Pablo Mekler.