En tiempos como éste se aprende a vivir otra vez, dice “Times Like These”, y eso fue, exactamente, lo que vivimos los casi 50 mil corazones que quedaron devastados por “el mejor recital de los Foo Fighters”, en palabras del mismísimo Dave Eric Grohl. Reconfirmación absoluta de una consagración hace años ganada, casi tres horas de show que serán inolvidables para público y banda.
Las inmediaciones del Estadio de Vélez se llenaron desde muy temprano para la famosa previa. La puerta demoró una hora extra en abrir y cuando, con sonido fuerte y claro, salió Coya (el grupo argentino elegido como telón), la mayoría lo escuchaba desde afuera. La segunda oleada colapsó el único acceso a campo, haciendo que el show de Queens Of The Stone Age —que arrancó más que puntual— tuviera un estadio aún medio vacío. Durante la primera hora de show, la luz fue cediendo y las almas trotando apuradas hacia adelante. Josh Homme, vocalista y líder fundador, se mostró contento de tocar en Buenos Aires, reconoció que la ciudad es bellísima y que era un honor cerrar la gira con los Foo en este lugar. Hubo tiempo de mostrar una bandera de nuestro país y brindar “¡Salud!” —en español y todo— seguido de muchas fucking gracias. A la fuerza de las guitarras distorsionadas se le sumó más de un solo de batería —más tarde Taylor Hawkins de FF daría cátedra en esto— y la despedida con la frase “Están locos Argentina” para cerrar la hora y media con aplausos sentidos.
El schedule venía ajustado, pero cuando llegó el tiempo de Foo Fighters, éstos se hicieron desear unos minutos más, que sirvieron para que los últimos en ingresar hicieran lo imposible por acomodarse. El aire destilaba emoción y ansiedad, y cuando las luces se apagaron el nudo en la garganta rompió al fin en un grito insoslayable.
You gave me something that I didn’t have
El setlist fue el mismo que a lo largo de toda la gira, dando apertura con “Run”, a lo que siguió “All My Life” y los festejados “Learn To Fly” y “The Pretender” (dentro del cual hubo pausa para un tremendo solo de batería de Taylor, algunos intercambios de Dave con el público y una nueva repetición del estribillo). La euforia siguió hasta que los norteamericanos le dieron un poco de respiro a la gente en una zapada en la cual Dave y Taylor se contestaban melodías bluseras que fueron in crescendo para llegar nuevamente a un potente rock ‘n roll. Minutos después, el baterista fue elevado con su instrumento en una plataforma que lo tuvo tocando a más de diez metros de la superficie del escenario.
A la hora de presentar a sus compañeros, el último rockstar de escala mundial mantuvo su cuota de humor. Así se introdujo al guitarrista Chris Shiflett, que rasgó las cuerdas y se acercó al micrófono para cantar “Under My Wheels” de Alice Cooper. El segundo fue Nate Mendel, que conquistó a todo mundo con la línea de bajo de “Another One Bites The Dust” de Queen. Tanto copó este tema que la gente interrumpió la presentación siguiente para seguir coreando el hitazo, a lo que Dave contestó “esperen, somos una banda de seis integrantes, tengo que seguir con esto”, mostrando notoriamente que estaba todo menos molesto por la interrupción. Rami Jaffee en teclados hizo lo propio con “Imagine” de Lennon, pero en su lugar Grohl cantó las estrofas de “Jump” de Van Halen; tremendo mash up. Antes de presentar a Pat Smear (quien acompañó a Nirvana en muchas presentaciones en vivo) la gente se adelantó a festejarlo, festejo solo interrumpido porque el guitarrista arrancó con “Blitzkireg Bop” de los Ramones. El que faltaba introducir era el otro icónico, el baterista, y, tras enunciar su nombre, Dave se adelantó y dijo “no, no va a hacer un solo de batería, eso ya lo hace en todas las canciones”. Las risas fueron totales, pero la sorpresa absoluta cuando, a capella, Taylor cantó “Love Of My Life”. Para rematar, cantante y baterista volvieron a intercambiar roles, Hawkins interpretó “Under Pressure” de Queen ¡con Dave Grohl en la batería!, rememorando así la vez que el músico tocó en el mismo lugar en 1992, como baterista de Nirvana.
I swear I’ll never give in, I refuse
Los shows de Foo Fighters siempre son largos, además de por la entrega, por el ida y vuelta con el público. En Brasil, un fan le propuso matrimonio a su pareja sobre el escenario y en Australia un joven subió a tocar con ellos gracias a un cartel que llevó; sin embargo, lo que estiró esta entrega no fue un hecho puntual de algún protagonista singular, sino la inagotable tendencia del público argentino por cantar a la banda de sus amores. Sonaron “Pan y vino”, “Olé olé olá”, un confuso “Deiv Grol-Deiv Grol” que se mezcló con “Teilor-Teilor” —dividiendo al público en apoyo al líder del conjunto y su segundo inmediato— y, por supuesto, un cántico al son de “Foo Fighteeers-Foo Fighteeers” que prevaleció imponente. Incluso se dio que el frontman preguntara encantado: “¿Vienen a los recitales a ver a las bandas o a cantar sus propias canciones? Porque me gusta, ¡un montón!” La joyita de la fecha —que no ocurrió en otros lados— fue que Dave improvisó una canción a la cual tituló “Argentina I Love You” en la que recordaba que son muchos años de conocerse con nuestro país y que, efectivamente, nos ama. No faltaron menciones al hecho de cerrar la fecha en Buenos Aires. “Menos mal que éste es el último, porque si fuera el primero los demás sonarían bastante callados”.
“¿Quieren una más? – Nooo – ¿Dos más? – Noooo – ¡¿Un montón más?! – Yeaaah – Bueno vamos a cantar juntos ésta” fue el preámbulo para “Times Like These” y alguna que otra lágrima entre la concurrencia. Varias fueron las veces que el cantante pidió en voz alta que le prendieran las luces del estadio para ver a la gente, siendo la última la que dio prólogo a “un tema viejo, del primer disco”. El rockstar se refería a “Big Me”.
Rememoremos algo anecdótico: cuando Grohl dio vida a Foo Fighters, la banda consistió en él solo grabando todos los instrumentos en cassette, en el garaje de su casa. Más adelante repetiría la hazaña en el mismo estudio en Seattle donde Nirvana grabó su última canción “You Know You’re Right”; “Big Me” pertenece a esa época y, durante muchos años, fue removida del setlist porque los fans le arrojaban las pastillitas Mentos en alusión a una broma del videoclip.
I’ve got another confession to make
Sobre la recta final, “Best Of You” fue un grito de guerra que hizo temblar la tierra. Al terminar, Grohl comentó que, si bien era la cuarta vez que tocaba en Argentina, ésta era la más salvaje. Abrió el debate: “¿Se debe a los nuevos fans de Foo Fighters, o a los viejos?”. “Bueno, de cualquier forma queremos agradecerles por ser la audiencia perfecta para la última noche del tour” y dicho esto, retomó nuevamente la estrofa a grito pelado: “Is someone getting the best, the best, the best, the best of you?”. Así se despidieron —o eso amagaron—, porque todos sabíamos que faltaba un encore. La cámara siguió al cantante al backstage donde se divirtió haciendo señas en alusión a volver con un tema, con dos, con tres o con cuatro. Al final fueron tres, primero “Dirty Water” y “This Is A Call”. Ahí nos contó que él odia decir adiós, pero que sabe que va a volver; y si él va a volver y nosotros vamos a volver, entonces no hay necesidad de decir adiós. “Gracias una vez más por ser la mejor fucking audiencia. ¡¿Están listos?!” “Everlong” coronó una velada inolvidable, magnífica e irrepetible. Finalizado el tema, con la banda en retirada, se atrevió a gritarle al micrófono una vez más “THANK YOU VERY MUUUCH!” y, antes de desaparecer, corrió a un lado y al otro de la tarima saludando a su gente. Hasta luego, hasta pronto, hasta siempre Foo Fighters: toda la fuerza del rock ‘n roll.
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Foto principal: Foo Fighters, por Matías Altbach.