Hoy en día existen muy pocos festivales masivos en Sudamérica que convierten al genéro instrumental en sus variantes de math rock, post rock, emo, post punk en una comunidad que esté al tanto de una curaduría afín a sus gustos. El Forever Alone Fest nació hace 4 años como una aventura independiente de organizar shows locales en Ciudad de México hasta sorprender desde su tercera edición del 2017 con representantes como This Will Destroy You, Caspian, Totorro, TTNG, Mylets.
En el 2018, Indie Hoy estuvo presente en el Foreve Alone Fest IV para presenciar a grandes exponentes del género y quedarse con la boca abierta por tan buenas propuestas que muy pronto darán que hablar a nivel mundial. Esta edición fue en febrero, el mes de color rosa para encontrar a tu próximo amor. El festival estuvo liderada por los japoneses de Lite, que presentan su nuevo álbum Cubic (2016), con el que están girando. Ahora le tocó a las tierras aztecas encontrarse con este monstruo del math rock.
Después de terminar el fest, tuvimos la oportunidad de hablar con Kevin Frippsson, el organizador del evento:
¿Qué fue lo más “sad” para emprender este nuevo reto?
Esta edición del FAF estuvo llena de retos y experiencias súper complicadas, tuvimos una cancelación muy fuerte por temas de presupuesto, la cual nos hizo reestructurar todo, incluyendo la fecha del mismo, por lo cual otras bandas que igual ya estaban confirmadas tuvieron que cancelar. Al ser un proyecto autogestivo estos problemas resultan demasiado difíciles de sobrellevar ya que no tenemos inversionistas fuertes ni seguros que cubran este tipo de situaciones.
¿Y qué positivo rescatas de esta nueva edición del FAF?
Todas las bandas fueron muy solidarias con esta situación y entendieron perfectamente el problema al que nos enfrentamos, esto empezando por Lite, que fue la primera banda en confirmar y la única del line up principal que siguió aún con todos los cambios y situaciones a las que nos enfrentamos. A partir de ahí se empezó a armar un gran line up del cual nos sentimos muy orgullosos. A comparación del año pasado, la organización y producción a mi parecer y no es por presumir, más bien es una perspectiva como fan de mi propio festival, mejoró bastante: horarios, espacio, logística, opciones de comida y todos estuvo bastante bien cuidado.
¿Y qué opinión tienes de la participación de las bandas? ¿Qué aprendiste del público para un proyecto independiente como el tuyo?
Las reseñas de este año resaltan mucho las participaciones de Kinder, Téléviser y Wohl como puntos clave en el festival, pero sin menospreciar la energía de Fiesta Bizarra y Quiet Fear. No somos marineros cumplió como siempre y Lite fue una cátedra japonesa de math-rock. ¿Qué aprendí? Que no eres nadie sin el público, es a quien le debes todo.
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El local era una fábrica abandonada, muy distinto y particular a los venues donde se presentan las bandas en vivo, el escenario era un octógono super particular que a simple vista te daba a entender que el concierto iba a ser muy directo con los fans y ninguna persona se perdería de nada. Teníamos cervezas, taquitos ricos, hermandad y buena música para hacer de un día único.
La tarde comienza muy puntual a las 3:00 p.m. con los peruanos de Fiesta Bizarra, jóvenes y vitales rodeando los veinte años, tienen demasiada energía para ser los encargados de abrir y disparar al público a una atmósfera con agresividad similar a No Somos Marineros o Quiet Fear. Ellos emprenden melodías y armonías muy bien elaboradas que encajaban perfectamente con el screamo de Yosefu, lo que sorprendió a los asistentes que tuvieron el privilegio de presenciar su esencia.
Continúa Téléviser, una banda de post-rock muy sorprendente, desde el punto que te enteras que son de Nicaragua y su escena es en Centro América llegas a decir: ¿Qué está sucediendo por allá? ¿Por qué nunca me enteré? Por no tener vocales, han sido calificados por la prensa local e internacional como la primera banda post-rock del país centroamericano. Sus temas son instrumentales, cargados de distorsión y multiples efectos, donde cada integrante encaja perfectamente para lograr llevarte a un viaje de destrucción personal y dejarte con ánimos para seguir llevando tu vida a punta de música. Dicho esto, cerremos los ojos cada vez que escuchemos su música porque ese trip te puede llevar a una realidad paralela.
Después de estas apabullantes bandas salió al escenario la agrupación originaria de Los Ángeles, California, Quiet Fear con un sonido bastante particular de screamo, que ayuda a desahogarse a todo pulmón de todos tus problemas y dejarte pasmado.
Hice una pausa por tanto grito, salí a la calle a comer unos tacos al pastor de una señora vecina, muy deliciosos, se sentían tradicionales y su café fue buenísimo. Volví al recinto para encontrarme con Sad Saturno, ellos destacaron por melodías dramáticas que sus fans cantaban con todo el corazón. Sus temas tenían samplers de audios de películas o series, que acompañaban muy bien a los riffs de sus guitarras con distorsión.
Seguidamente subieron los peruanos de Kinder, una agrupación muy querida por este servidor por su propuesta instrumental que combina perfectamente en diferentes matices del post rock y el math rock. Se puede decir que Kinder subió con muchas expectativas de la gente, y estuvieron en lo correcto. La banda comenzó con temas de su primer disco homónimo y se ganaron al público mexicano. Tan pronto escucharon su música bailaron con los riffs de la guitarra, la batería influía muy bien y el bajo se alineaba perfectamente con las tres guitarras de Nicolás, Esteban y Mariano. Los peruanos derribaron la barrera de la disonancia que los anteriores exponentes habían creado y propusieron un sonido lúdico, dinámico y orgánico en todos los matices de sus instrumentos. La concentración de cada integrante se veía reflejada en el público que estuvo super conectado con la banda, dejando de lado cualquier distracción a lo largo del setlist, que incluía canciones de sus tres discos: Kinder, Archipiélago y Migraciones.
Previamente a esta presentación se comentaba que Kinder tuvo la oportunidad de ganar el premio Ibermúsicas, que logró que ellos estén presentes aquí. Lo cual nos hace considerar que las cosas están cambiando en la industria musical y el espectro de apoyo a las bandas se está ampliando para los distintos géneros.
Se puede decir que Kinder es la banda que representa a Latinoamérica en su género, y su música es similar a los franceses de Totorro o los méxicanos de Austin Tv (que tanto extrañamos). Es una concepción en torno al dinamismo, que no logra aburrir a las personas, llegando a la conclusión que Kinder y sus referentes mantienen esa similitud, pero cada uno la interpreta de distinta manera, pero eso amplía la perspectiva de la música.
Acto seguido llegó la bomba de la noche, los mexicanos de No Somos Marineros. Considero que es una banda potente, que sabe manejar su sonido. Carlos, el vocalista principal de la banda enganchó en todo su setlist al público y tuvo una gran variedad de temas que animaban a su gente, que se unía a los coros y prestaban mucha atención al último material D’arcy que interpretaron con mucha energía. Una presentación impecable y llena de furia.
Continuó la banda de Guadalajara de rock instrumental Wohl. Con ellos tuve la oportunidad de convivir desde temprano desde mi primer día en México y comer Chilaquiles desde el desayuno, poder conocer un poco de la CDMX y quedar pasmado por tremenda presentación de su nuevo disco En Vida.
Pero esto no termina, aún falta el plato fuerte: los japoneses.
Lite es una banda de math rock muy reconocida en su género, es parte de una escena súper importante del género en su país junto a bandas como Toe o Mono. Durante casi 120 minutos, su setlist fue muy variado incluyendo toda su discografía, comprendida por más de 13 materiales de estudio. Interpretaron los temas más populares que tienen como “Balloon“, “Bond“, “8” quedando todos asombrados por la magnitud de su técnica y la cantidad de tecnología que acompañaba su espectáculo. Los riffs de guitarra repetitivos, particulares del género, creados a través de loops, un bajista súper creativo dejándose llevar por el momento y dejando todo en el escenario. El baterista era el que tenía el poder de la banda, no te dejaba tranquilo en ningún momento del show y parecía un robot diseñado para hacer que cada toque sea preciso. Todos quedaron asombrados y nadie quería que se fueran y que el festival llegara a su fin. El público pedían más y más, pero ellos habían entregado todo, sin embargo se despidieron con un selfie que quedará para la postal de un recuerdo inmemorable.
El Festival Forever Alone Fest IV llegó a su fin pero nos deja una experiencia muy enriquecedora, llevándonos un grato recuerdo y reconociendo que puede llegar a mucho, muchísimo más.
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Foto principal: Lite, por Paola Baltazar.