Si hay una palabra para definir el show de Jungle en el segundo día del Lollapalooza Argentina 2024 es versatilidad. En su quinta visita al país, el conjunto británico desplegó un bacanal vespertino sobre el escenario Flow, que tuvo al público cautivo bajo su magnetismo encantador y que, bajo un sol ardiente, hizo mover hasta el individuo más estático de la audiencia. Groove, mística y talento fueron los componentes justos para una presentación empapada de elegancia y de una ejecución impecable.
Faltando 15 minutos para las 6 de la tarde, un arreglo de cuerdas y una sirena de policía captaron la atención de algunas personas que caminaban distraídas por el predio y se acercaron al escenario principal para ver, tal vez sin saber, uno de los mejores espectáculos del sábado. La banda liderada por Tom McFarland y Josh Lloyd-Watson salió a escena y rompió el hielo con “Candle Flame”, single de su último álbum de estudio publicado en 2023, Volcano, y que sirvió como una declaración de principios: Jungle vino para hacer al público bailar.
Con líneas de bajo arrolladoras, percusiones vibrantes y armonías vocales delicadas, el colectivo de músicos siguió su set sin medir palabra con el público y con canciones tan propulsivas como con la que abrieron su show. Así pasaron “Dominoes”, “The Heat” -que fue ovacionada por los fanáticos de antaño-, y “Heavy, California”, una seguidilla intensa que dejó a la vista la destreza sin igual de cada miembro que hoy compone la formación de Jungle, un proyecto articulado en la producción minuciosa y en una presencia escénica hipnótica.
Luego llegó una nueva triada tan estimulante como la anterior, formada por “Back On 74”, “Fire, y “What D’You Know About Me”, una explosión de nu-disco fresca y pegadiza que desembocó en las primeras palabras para el público. “En esta canción necesito que se vuelvan locos y que salten”, dijo McFarland antes de arrancar con el último de estos tres y el público, claramente, obedeció. Inmediatamente después interpretaron una de las favoritas indiscutidas de los fans, “Casio”, y la audiencia entera gritó con emoción esa línea desgarradora: “When all your dreams are gone/ And you’re still holding on/ You waited far too long/ Don’t say I know, you know it’s over”.
“¿Cómo la están pasando, eh?”, preguntó Tom para medir la efusividad de su gente. La respuesta fue avasallante. Como regalo, el conjunto elevó la apuesta y fue por más con la sucesión de “Coming Back”, “Don’t Play” y “Keep Moving”. La dinámica con la que Jungle se mueve sobre el escenario es deslumbrante. Ya sea la rapidez con la que Geo Jordan pasa de las percusiones a la guitarra o los teclados, o la destreza vocal de Lydia Kitto, no hay nadie en la banda que desentone o parezca opacado. Juntos forman una amalgama perfecta de ritmo, timing y armonía.
La parte final de su presentación fue un despilfarro de habilidades sin sentido pero en el mejor de los términos. Pelotas inflables volaban por los aires, al mismo tiempo que Jungle preparaba su despedida con artillería pesada, para que el cierre sea inolvidable. Canciones como “Holding On”, “Good Times y “Busy Earning” concluyeron el acto del grupo inglés y asentaron una hora de show sin puntos bajos, con poca interacción con el público -que lejos de ser algo negativo, ayudó a la dinámica del show-, donde Jungle vino para hacer lo que tenía que hacer: maravillar e incitar al festejo colectivo.
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