Los Espíritus, Alto Valle y Niceto Club unieron fuerzas para realizar una producción diferente. Los primeros, la banda que viene creciendo a pasos agigantados, la segunda, una historia de trabajo. Alto Valle es la productora, sello y editorial independiente que fundó Nacho Perotti, mánager y amigo de la banda —apodado también el séptimo espíritu—, hará menos de dos años. El mismo organizaba las famosas fiestas “Hacele caso a tu espíritu” con las cuales el grupo de La Paternal giró por el país y los vecinos limítrofes, y luego también la gira Aguardiente que los consagró en México, España y más. Santiago Moraes (voz, guitarra) dijo en el cierre de aquella gira consagración, en el Microestadio Malvinas Argentinas, “gracias a Nacho por obligarnos a hacer todo esto”. Y Niceto bueno, el lugar donde la magia ocurre, como siempre.
Bombino, el guitarrista tuareg nacido en Níger (África), es un artista muy admirado por Los Espíritus. A lo largo de las fiestas mencionadas, el track “Tar Hani” del nigerino era la campana que indicaba que el sexteto estaba por salir a tocar. La presentación fue ideada como fecha doble primero, jueves 15 y viernes 16; tras agotar el viernes con semana de anticipación, se agregó el miércoles. Hoy les traigo la crónica del día del medio.
Es jueves; ayer hubo debut y mañana habrá culminación. Tres noches de ensueño. Hay muchas remeras de Los Espíritus entre el público y uno se pregunta ¿a quién vino a ver la gente? Como por arte de magia, al minuto un grupo de entusiastas hace lo impensado: “Pan y vino, pan y vino, pan y vino, pan y vino: el que no grita Bombino para qué carajo vino”. Ahí lo tienen, el cántico de hinchada más antiguo del rock nacional junto al nombre del artista más impensado, que lamentablemente español no habla. Si me preguntan a mí, lo que encuentro tan atractivo del festejo es lo que pecaré de plasmar como la voluntad popular: la oportunidad de ver a Los Espíritus, que siempre cumplen, junto a este personaje casi bíblico de una propuesta tan diferente a todo lo que hemos escuchado por estos pagos. Quizás lo más cercano que haya escuchado un melómano occidental a otra lengua arábiga sea en “Sidi H’ Bibi”, ya en la versión de Mano Negra o la posterior en vivo de Manu Chao. Al minuto del cántico, recién pasados los 20 para las nueve, Bombino asumó impecable en su túnica escarlata.
A las diez de la noche el sexteto porteño tomó la posta arrancando con “La crecida” y enseguida empezó el movimiento. Acostumbrados como nos tienen, mucha magia sonora uniendo alma, mente y cuerpo en el trance espiritual. Una buena alternancia entre los temas que canta Prietto (alma máter de la banda) y Moraes, así como también de canciones lentas y otras más movidas. Un público simplemente fanático que cantó y bailó todos y cada uno de los elegidos en el setlist. En algunos temas como en “El gato” Los Espíritus nos regalaron zapadas psicodélicas y riff extendidos que coqueteaban con beats bailables. Las luces, que habían sido de colores increíbles en Bombino, tenían movimientos espectaculares en esta etapa. “Huracanes” fue de los más festejados y con “Vamos a la Luna” se retiraron; igual todos supimos que faltaba un bis.
Minutos luego del “Pan y vino” argentino, el nigerino salió sonriente a recibir los aplausos. De la mano de su ardiente guitarra, la formación “clásica” la completaban otro guitarrista, un baterista de una energía tremenda y un bajista muy peculiar, que tocaba con guantes —luego me confesaría: “with the gloves I can get a different sound, a sweet sound” [con los guantes puedo conseguir un sonido diferente, un sonido dulce??]—. Pero lejos de lo clásico, su sonido no tiene repetidos para el oyente de nuestras tierras y, mientras tanto, el hombre se mueve de un lado a otro disfrutando notoriamente de lo que hace. Mi sonrisa se ensancha tras leer mis anotaciones y corroborar que a Bombino le pasa seguido: “Cuando veo un video de nuestras performances, puedo ver cómo se mueve mi cuerpo cuando estoy tocando”, dice en esta excelente entrevista de Humphrey Inzillo.
”Ça va?” [¿cómo están?] pronunció Bombino en su francés africano, seguido de algunas declaraciones en inglés del bajista que lo acompañaba, celebrando la presentación en Buenos Aires. Sobre el final, hasta el músico del cartel soltó las cuerdas para pedir palmas y seguir riffeando como él solo sabe. Incluso se armó un pequeño pogo.
Menos del 1% de Niceto entendió palabra alguna de las canciones del artista, pero todos vivenciamos su carisma. No porque fuera un gran frontman sino por su agradable música y la forma en que la siente. La música tuareg habla de lucha pero también de tierra, hogar y sanación. “Otra forma de conectarse” diría yo, fue la propuesta de este evento.
Creo que la síntesis de la cuestión es lo que en la pista imaginaba que le diría a Bombino si alguna vez lo encontrase cara a cara: “ta musique est bonne, parce qu’elle vient du coeur” [tu música es buena, porque sale del corazón]. En el pasillo me encontré con Andrés Cortés, guitarrista de Lo’ Pibitos, que me dijo: “me flasheó la cabeza este tipo, no lo puedo creer”.
El milagro que nadie pidió se cumplió, y durante una hora la música tuareg resonó y fuerte en el corazón de Palermo.
Al rato de la desaparición repentina de Los Espíritus, no se me ocurrió otra cosa que gritar: “¡Vuelvan con Bombino!”. No había averiguado nada de la noche anterior para sorprenderme, pero se sentía lo correcto. Por supuesto, volvieron con el africano y tocaron el emblemático “Tar Hani” que abre esta historia. Lo que ocurrió distinto del día anterior, empero, fue que no solo Bombino se subió, sino con él su banda toda. Once, once músicos en escena tocando el tema mencionado y luego —de nuevo de estreno— “Las Sirenas”, donde Santi Moraes aprovechó para repasarle a Illias, guitarrista de Bombino, los acordes en el momento. [El viernes, en lugar de “Las Sirenas”, tocaron “El árbol de los venenos”, un tema nuevo que Los Espíritus acaban de grabar en Estudios ION junto a Bombino y su banda. Santi nos comenta que aún no saben qué uso le darán al material]. Luego se retiraron los del Este y hubo tiempo para uno más: “La rueda”, donde el público saltarín tomó la posta y empezó a bailar alto, girando en un movimiento circular colectivo.
Casi las doce de la noche y tras el cierre de tremendo show, el público espíritu sigue aplaudiendo sin retirarse. El telón está cerrado para bien y, sin embargo, la gente se va cantando incansable “en las noches, en las noches, en las noches de verano”; porque así, así de fuertes somos.
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Foto principal: Los Espíritus y Bombino, por Lara Cocciolo.