Del 10 al 13 de julio, el recinto Iberdrola Music de Madrid volvió a ser el epicentro musical del verano español con una nueva edición del Mad Cool Festival. Fueron tres días con el formato tradicional, acompañados por una jornada extra de música electrónica el domingo de la mano de Brunch In The Park, que marcó el debut de esta colaboración.
Con un cartel ecléctico encabezado por nombres como Weezer, Muse, Justice, Olivia Rodrigo y Nine Inch Nails, el festival apostó nuevamente por cruzar generaciones y estilos en una propuesta diversa.
Tres tendencias en un solo cartel
Quizás la sección menos nutrida, pero la que concentró más público, fue el día viernes cuando subieron a escena Weezer, Alanis Morissette y Nine Inch Nails. Estos últimos dos artistas que a priori no tienen mucha coincidencia pero en un acierto del programador lograron cautivar a un mismo segmento del público. El show de Morissette fue uno de los más comentados por su tono reivindicativo, destacando el rol de las mujeres en la música de los 90 y generando un puente con figuras actuales como Olivia Rodrigo.



La nostalgia de los 2000 tuvo su espacio con la vuelta de Foster The People, Bloc Party y The Wombats, quienes brillaron en escenarios más pequeños, pero no por ello menos convocantes. Aunque presentaron material nuevo, fueron sus clásicos los que encendieron al público. La producción técnica, el sonido y el marco escénico acompañaron para dar shows sólidos y bien recibidos.
Por su parte, la renovación generacional estuvo en manos de artistas como Gracie Abrams, Noah Kahan, Benson Boone y la propia Olivia Rodrigo, que ofrecieron recitales cargados de emoción y fanatismo adolescente. La energía, los cánticos y el colorido de sus audiencias aportaron un tono más juvenil y vibrante al festival.
Perlas escondidas en los escenarios secundarios
Aunque los headliners suelen acaparar la atención, este año el festival apostó fuerte a sus escenarios secundarios. Allí brillaron propuestas como Bad Nerves, Circa Waves, Pvris y Dead Poet Society, quienes ofrecieron espectáculos de gran nivel. Esta distribución más equitativa permitió un mayor flujo del público por todo el predio, con menor saturación y una experiencia más cómoda.
Poca producción, buena performance
A diferencia de ediciones anteriores en las que muchas bandas desembarcaban con grandes despliegues técnicos, este año solo Muse y Justice ofrecieron verdaderos espectáculos visuales a gran escala. Sus shows se destacaron por un diseño lumínico futurista y, en el caso de Muse, se sumaron pantallas móviles y efectos de pirotecnia que reforzaron el dramatismo de su propuesta.
En contraste, muchas otras presentaciones apostaron a la sobriedad escénica, dejando todo en manos del carisma y la energía de los artistas. Entre los más destacados, Benson Boone aportó dinamismo con constantes piruetas, mientras que St. Vincent y Samuel Harring de Future Islands ofrecieron interpretaciones cargadas de teatralidad y presencia escénica, sin necesidad de artificios.



Profetas en su tierra
La presencia de artistas españoles en espacios centrales siempre fue una deuda por parte del Mad Cool. Este tema de a poco se empezó a saldar con los shows de Arde Bogotá —en un horario central— y el de Alcalá Norte, los grandes animadores de los festivales del verano europeo. Ambas propuestas fueron muy bien recibidas por parte del público y y eso se percibió en el predio con mucho merch de estos grupos.
Debuts con obstáculos
No todo fue perfecto. Los shows de Gracie Abrams e Iggy Pop comenzaron con fallas técnicas. En el caso de Abrams, un apagón total la obligó a tomar su guitarra y hacer un improvisado set acústico para quienes estaban cerca del escenario y solo pudo tocar una canción más (“Close To You”) antes de finalizar. Por su parte, Iggy Pop enfrentó problemas de sonido pero supo sortearlos con actitud: bailó, posó y esperó pacientemente hasta poder comenzar su show completo, que incluso se extendió algunos minutos para compensar la demora.



Brunch In The Park, un experimento sin química
El domingo marcó el debut de la colaboración con Brunch In The Park, que transformó el cierre del Mad Cool en una jornada puramente electrónica. Sin embargo, la apuesta dejó gusto a poco: el predio estuvo parcialmente cerrado, con solo un escenario habilitado, generando una imagen deslucida en comparación a los días anteriores. A pesar del renombre de ambas marcas, la fusión no pareció beneficiarlas. Un acierto más sutil fue la previa del festival realizada el miércoles en La Riviera, con un show de Wunderhorse que sirvió como apertura alternativa para quienes llegaron temprano a Madrid.
Un festival en búsqueda de su forma definitiva
Desde su expansión a cinco jornadas en 2022, pasando por el formato de tres días en ediciones siguientes, hasta esta combinación de tres días más uno electrónico en 2025, el Mad Cool parece seguir en proceso de encontrar su versión ideal. Aun así, con más de 180.000 asistentes y una grilla que mezcla nostalgia, renovación y apuesta local, se mantiene como uno de los grandes atractivos turísticos y culturales de Madrid en temporada alta. Un festival en movimiento, que sigue generando conversación.