Ni una sola nube en el cielo en el día en que Él mató a un policía motorizado volvió a la Capital para su primer show del año. Llegando a las inmediaciones del predio Ciudad Cultural Konex, la calle se volvía la tierra de los fans que no entraban sentados en la vereda. Una verdadera microeconomía de almacenes y vendedores ambulantes sostenida por la concurrencia a los clásicos shows en el Patio Konex.
Las entradas agotadas una semana antes hacían justicia a las expectativas enormes que había por la vuelta de los platenses a estos pagos, tras haber agotado tres Teatro Vorterix consecutivos en octubre pasado. A las 20:05 los músicos se subieron al escenario y sin mediar palabra comenzaron a tocar entre aplausos. Para algunos tardíos esto no fue buena noticia, unos cuantos estaban ingresando y otro par aún en camino. Si bien los shows en el Patio suelen ir temprano, la banda se limitó a anunciar como horario las 19hs —que para muchos corresponde con la apertura de puertas— en su evento en Facebook con comentarios bloqueados, generando confusión entre más de uno por la extensión que le dieron al mismo (19:00 – 23:59).
“La Síntesis O’Konor”, “La Cobra” y “El Tesoro” dieron el puntapié inicial; al final de éste una chica pronunciaba: “ay qué hermoso tema, no puedo creer que ya pasó”, a lo que su amiga contestaba con mucha altura: “quedan muchos más, hermosos también”. Conmovía ver cómo, aprovechando la oportunidad del show ATP, más de un niño asomaba sobre la gente en hombros de su padre o su madre.
El primer pogo intenso vino de la mano de “Violencia”, aquella gran canción que titula el excelente EP del 2015. Hace ya un año que Santiago Motorizado (voz, bajo) está en buena forma, pero ayer contaba con una vigorosidad peculiar: se movía de un lado al otro balanceando su bajo y tocando en poses incómodas pero deportivamente rockeras; daba gusto verle. Empobrecían la tremenda calidad de la banda algunos acoples de los que el Konex no logra librarse, pero el sonido en general estuvo bien.
El trance que genera Él mató con su público debe ser experimentado en primera persona porque no hay justicia que hacerle con palabras; es la diferencia entre estar ahí o no estar en absoluto, sin puntos medios. Gran ejemplo de ese trance se da en hitos como “Nuevos Discos”. Minimalistas en todo, el frontman dijo “Bueno, ¿todo bien?” y las palmas se unieron en aplausos para “El Baile de la Colina”. Un grupo de muchachos entusiastas pedían pista para el salto y con “Ahora imagino cosas” el sueño se cumplió y los primeros voladores hicieron mosh sobre la gente: “si me muero en las peleas no me importa”.
Hasta acá llegó la cobertura periodística del evento. Sean bienvenidos ustedes a la brutalmente criticada pero en ocasiones muy celebrada “crónica fan”.
Vuelvo del trabajo el viernes y me desmayo en la cama. Cuando me digno a pararme el termómetro marca 38º, mierda. Lejos de ser Charly y su yendo de la cama al living, lo mío es más bien de la cama al baño. El sábado me encuentra igual y confío en un cóctel de pastillas para soportar lo que se viene: en un rato toca la vanguardia del indie rock argentino, los ideadores del mejor disco del 2017. Casi voy en ojotas, para no tentarme de saltar en lo que hace un año bauticé en otra cobertura como “el pogo más grande del Konex”; qué bueno que no lo hice. Mientras espero a mis amigas para entrar, me siento en el piso porque la panza se me contrae de dolor. Vemos casi la mitad del show desde una distancia prudencial y la ansiedad crece en mí: hoy es “mi día favorito del mes” hay nuevos discos (nuevas drogas). Cuando escucho la batería del himno de lucha que se viene no lo soporto y corro adelante a pasar el resto del recital donde más me gusta, solo pero acompañado de todas esas caras felices y brazos extendidos de quienes se desviven en cada recital. Con ustedes “Mujeres bellas y fuertes”.
Díganme lectores, seguidores incansables de las bandas, cuán común es que un cántico de hinchada se dé de la mano de un tema de un disco nuevo en un conjunto con quince años de trayectoria. ¿Un tanto peculiar cierto? Así y todo “El mundo extraño” invade corazones con su melodía hipnótica y su letra perfecta. Perfecta como las dos mil voces que entonaron “Oh, vamos Él mató, vamos Él mató, vamos Él mató”. Dato de color, en vivo aumentan ligeramente el tempo, sonando así.
Sin mediar palabra los motorizados se retiraron a las 21:08 y hubo quienes aprovecharon para dirigirse al baño o a la caja en busca de cerveza; por supuesto, mayoría fuimos los que nos quedamos. Cuatro minutos después volvieron con “Madre” uno de los lados B del simple El Tesoro. Acto seguido, quien titula esta crónica, otro de los tracks que te sumergen en lo más profundo de la hipnosis de Él mató: “Fuego” y su hermosa leyenda “ey no te duermas, todo el universo depende de eso”. Santiago miraba al público sonriendo y acercando ambos pulgares en señal de aprobación. “Vamos a tocar otro más, y después otro y después otro y ya está”. Lo que bien podría haber sido verdad, para el agrado de todos los presentes, estuvo lejos de serlo. Siguió “Destrucción”, y tras haber representado fielmente al mejor disco del año pasado, los platenses dieron paso a un inagotable set de los clásicos: “Yoni B”, “Más o menos bien”, “Mi próximo movimiento” y “Chica de oro” generaron enormes círculos de pogo entre la gente, con personajes volando sobre las sienes. Pero no acabó ahí y leyendo las mentes que soñaban “ey, espero que vuelvas” se dio lugar a “Chica rutera” y un batir de palmas. Extasiados y sudorosos algunos gritaron “Tormenta roja” y otros tantos “Amigo piedra”; fueron los segundos quienes dieron en el clavo y el Konex explotó cantándole a Él mató que “sos mucho mejor que los demás”.
22 en punto y, tras el concierto, un Santiago de paciencia infinita se presta risueño para las fotos con los fans que lo han ido a buscar al costado del escenario.
El show ha terminado y no hay nada que reprocharles. Casi lúdico me parece que cinco minutos después del último tema, con la adrenalina desaparecida, la panza me duele tanto que resuelvo en acostarme en el piso hasta que el personal del Konex me pide que me retire. Me fui bastante sucio y sostenido por mi compañera, pero seguro de que hice lo correcto. Que la gira La síntesis O’Konor no acabe nunca, ese es mi deseo para este año.
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Foto principal: Daiana Quinteros.