La cita era cerca de la medianoche en Palermo Club, recinto que ha sido sede en meses anteriores de la presentación de otros artistas disidentes en ascenso como Las Bistecs, las españolas auto-proclamadas neo-poetas del mal gusto, o Alex Anwandter, embajador queer del electropop chileno.
En todo caso, lo primero que se podría comentar de esta visita anual de Mueran Humanos a Buenos Aires es que había una atmósfera berlinesca e incluso fantasmagórica en el lugar, ello abría la puerta a imaginar que cualquier cosa irreal podía suceder en aquella sala cuyo público ostentaba un amplio rango etáreo entre los 20 y los 50 años. Aunque hay que reconocer que el clima otoñal, nublado y lluvioso por supuesto que ayudaba sentir dicha familiaridad con lo extraño durante esa noche de viernes.
El show que abriría la jornada sería el de Cadena Nacional, proyecto unipersonal de Agostina Mauro que llenó el ambiente de su oscuro y experimental sonido mientras se complementaba con las inquietantes visuales de Nata Failde, proyectadas en las TVs de tubo que hacían parte de la instalación lumínica a cargo de Martín Borini.
El segundo acto de la noche corría por cuenta de DHD, banda originaria de Formosa, abanderada del post-punk industrial a nivel nacional. Su set estuvo dominado por letras angustiosas entonadas sobre una instrumentación que por instantes se tornaba en extremo ruidosa, incitando el cabeceo de algunos presentes. Con la interpretación en vivo de temas como “30 años” con los que parecían dar inicio a una ceremonia pagana, demostraron por qué fueron los elegidos por Carmen y Tomás para compartir fecha en esta ocasión. Aunque en todo caso, ya la dupla nos había hablado al respecto de ellos al final de esta entrevista que pudimos hacerle días antes del evento.
Cerca de las 3 de la mañana llegaba el turno de Mueran Humanos y eligieron dar inicio a su despliegue de furia incandescente con canciones como “Espejo en la Nada“, de su más reciente álbum Miseress, así como “Horas tristes“, pista que hace parte de su aclamado debut autotitulado. Al tiempo que resonaban esos primero temas, en las múltiples pantallas de TV que hacían parte de la ambientación de la tarima se proyectaban arañas y escorpiones superpuestos con imágenes del papa Juan Pablo II. De igual modo, los juegos de luces y humo ayudaban a los asistentes a sumergirse en el trance cargado de elegancia y crudeza que proponía esta pareja.
Unos de los momentos de mayor efervescencia, cánticos y pogo colectivo arribaron al ritmo de “Cosméticos para Cristo” y de “El Círculo“, mientras que Carmen continuaba desplegando su habilidad con los sintetizadores y lucía un deslumbrante vestido semi-transparente con fina pedrería bordada; y Tomás por su parte se mostraba enérgico y revoleaba con su brioso bajo por el escenario, vestido todo de negro y acercándose cada tanto a los presentes en las primeras filas.
El ritual continuó más adelante con “Leones en China“, “Guardián de piedra” y de forma inesperada incluyó además un cover de un clásico del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa, para entonces se proyectaba de fondo en vivo en las pantallas televisivas en blanco y negro los movimientos de ambos músicos en vivo. El cierre llegaría luego con la interpretación de temas como “Festival de las luces” y “Altar Hogar“. Y aunque algunos nos quedamos con ganas escucharlos tocar ciertas canciones como “Monstruo“, “Mi Auto” o “Miseress“, eso probablemente sea una muestra más de nuestro fanatismo por una de las bandas argentinas más transgresoras de las últimas décadas, que cada vez que viene de visita a su país da cuenta de un nivel superior al de su último regreso.
Lo que entonces parece seguro es que las semanas que pasaron de gira junto a The Horrors y todo lo que han vivido en estos meses durante sus viajes se traducirá en un excelente tercer álbum, material que según comentaron sacarán dentro de poco. Por lo pronto, nos quedamos con este gran recital que logró golpearnos con su estilo que ellos bien han definido como death pop y que solo podría hacer un dúo que piensa que no encaja en ninguna escena, pero aún así continúa con un apetito voraz por crear y no dejarnos indiferentes.
Foto principal: Mueran Humanos, por Candela Gallo.