Cientos de músicos, productores, videoartistas y más, de un lado a otro de la Ciudad de Buenos Aires durante cuatro días. El futuro llegó hace rato y cabe en tu pendrive.
De chiquilín lo miraban de afuera a The Orb, como esas cosas que nunca se alcanzan. Pero si algo tiene de mágica esta era, además de haber convertido cada telefonito de mierda en una pequeña terminal de la SIDE, es la universalización y ampliación de ciertos cánones que nos convierten, al menos a nosotros, argentinos nacidos de 1990 para acá, en algo así como receptores universales. AB+, como el grupo sanguíneo. Así podría llamarse el próximo festival de nuestra era, ¿no es cierto? De nada, industria cultural. Ser receptores universales, en esta parte del mundo, seguramente signifique que somos capaces de recitar de adelante para atrás los discos legendarios de Luis Alberto Spinetta y gozar los urban hymns del Pity, las glorias de Pasión de Sábado, el flow de Ozuna y, claramente, el festival de arte electrónico más completo de la década, que este fin de semana tomó Buenos Aires por asalto.
¿Cuánto sale un Uber a Punta Carrasco?
136 pesos. Porque claro, yo también me pregunté en la madrugada del sábado, al entrar al show de Atom, si podía estar ahí habiendo tomado la comunión. Las dos. Y más de uno se habrá perdido al no embocar la entrada de The Bow -la sede elegida por Mutek para cerrar el sábado- si era la primera vez que aparecía por Punta Carrasco. Pero sí, queridx, sí, porque aunque los espacios VIPs en los locales son los que ustedes piensan que son y más, la pista era la pista. Y con una entrada a 400 pesos, es decir, 30 pasajes mínimos de colectivo, se imaginarán qué accesible es el hashtag. Así lo entendieron propios y ajenos que coparon el boliche ribereño para ver a Nicolás Forster, Janina, Magnanime, Radio Salve y el mencionado Atom. Ajustadísimo todo, pero ajuste del bueno. Ese que te hace mover la mano así, como si te quemarás con algo que no es otra cosa que el gozo, tuyo, luna de miel.
La entrada es gratis
Un rato antes en El Cultural San Martín se había armado un pequeño ranchaje callejero bajo los aleros de la mente y del edificio. En el escenario de arriba, la NASA: The Orb cerrando un escenario que había tenido a Federico Molinari, Matt Thibedeau & Marcus Heckmann y Sabrina Ratté & Roger Tellier. Cruce de lenguajes y épocas, finísima la mezcla y la puesta. Si fuiste, ¿cuántas veces vas a pensar en esos flashes este año? Abajo, Dat García, Rumbo Tumba, Wolke 7, Derrok, Kermesse, y Africaine 808. ¿Faltaba el Diego para gritar NO al ALCA? Casi, pero la reivindicación de raíces rítmicas-culturales no alineadas era el hashtag. Claramente, esta clase de acercamientos entre la electrónica y lo originario como medio y mensaje atraen a una buena cantidad de pibe que, pequeño detalle, no hasta hace mucho nunca había ido a ver un DJ en su vida. La gente de 678 no entendió eso de no hablarle siempre al mismo-maldito-público. La electrónica, sí. Así como Leda Valladares sumó a Cerati, Fito, Aznar y Moura a sus vidalas en Grito en el Cielo, DJ de Argentina y el mundo visitan el continente de sonidos de América Latina y su eco va creciendo camada a camada de público. Al respecto pueden leer sobre el paso de Urano y Neptuno por Capricornio para los nacidos entre 1989 y 1995. O seguir aquí.
Titilo a su encuentro
A todo esto, una de las facetas didácticas más interesantes del Mutek se había dado el viernes en la sala E del San Martín. Allí se presentó el Ableton Link Jam, y seguro que más de una/o se habrá descargado ese programa para producir música después de esa experiencia. Ver cómo se produce la música en vivo es un viaje definitivamente de ida. Y más si se acompañó, como en este caso, con los audiovisuales de Mateo Amaral, Sapukai, Carlos Alonso y J Crowe. Ableton ya se avivó que tiene que difundir la herramienta. Falta que más nos avivemos de ir al encuentro de esta y muchas otras y variadas herramientas para, palabra santa, producir.
Dame un zoom anatómico
De por sí el Planetario de noche no es el lugar más sobrio de la mentada Ciudad de la Furia, y que haya sido el lugar elegido para desplegar toda la potencia de los artistas visuales fue una elección precisa. El argentino Lucas DM y los créditos internacionales Vigas, Marshmallow, Joanie Lemercier y James Guinzburg hicieron lo que saben hacer: luces calientes atraviesan mi mente, luces calientes atraviesan mi mente. Esa es la sensación. Describir un mapping inmersivo es inútil. Vayan y entren a uno. Cuando terminó, Vigas, oriundo de San Pablo e integrante de colectivos artísticos que allá intentan que este muchacho no haga lo que quiere hacer, nos comentó:
“Acá es muy interesante el intercambio de información entre artistas y público, me parece que es muy accesible para el público acceder a los artistas y eso es importante para que el arte digital crezca. Creo que va a ser así porque, además de este contacto, los festivales de este tipo organizan talleres y expanden herramientas.”
Quiero ver, quiero entrar
La lluvia torrencial que largó apenas terminó Atom en Punta Carrasco intentó cortar el mambo de un fin de semana que tuvo de todo para todos y que fue imposible de presenciar en su variedad total. Uno no se podía partir al medio para ver a The Orb y Africane 808, por ejemplo, pero sí podía ir y venir sin salirse del plan ni del mood. Y lo mismo se aplicó, para el que lo hiciera, a la ciudad. Imposible no desplazarse por las calles azules sin sentir que también había gente en busca de algo que todavía no podemos definir pero que nos gusta y bastante. De condensar eso se trató el tiro final del Mutek, que reunió a Barda, Klik and Frik, Vincent Lemieux y Guti. Demasiado. Para cuando salió el Mutek Soundsystem a escena ya te acordabas que esto había empezado un jueves y parecía demasiado. Quedaba recordar y contar, contar, contar. ¿Multiplicar es la tarea, dijo alguien? Súbanse amigues, y que ninguna triste soledad / vea caer / las rosas muertas / de su juventud.
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Foto principal: Alexandre Burton y Julien Roy en el CCK, por Pablo Brunotto.