El Cosquín Rock celebró su 25ª edición los días 15 y 16 de febrero en el Aeródromo de Santa María de Punilla, Córdoba. Este hito no solo reafirma la vigencia del festival como un pilar del rock argentino, sino que también destaca la colaboración de marcas icónicas como Quilmes, que presentó su propio escenario y diversas activaciones para el público asistente.
El Escenario Sur, presentado por Quilmes, se consolidó como uno de los principales atractivos del festival, enfocado esencialmente en los proyectos más rockeros de la grilla y reuniendo a artistas de renombre como Ratones Paranoicos, Las Pastillas del Abuelo, Babasónicos, Guasones, Los Piojos, Skay y los Fakires y Las Pelotas, entre otros.
La participación de Quilmes no se limitó al patrocinio del escenario: la marca implementó una serie de activaciones que enriquecieron la experiencia del festival, incluyendo una pileta con pelotas y premios, un stand para que los asistentes personalicen su propia bandera y un puesto de tatuajes reales para quienes se animaran. Con estas propuestas, la marca fortaleció su vínculo con la música y anticipó lo que será el esperado Quilmes Rock 2025: otro de los festivales más importantes de la temporada.
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La jornada inaugural del sábado 15 de febrero comenzó con el debut de Ryan en el festival, quienes ofrecieron una actuación magnética que capturó la atención del público desde el inicio. Una primera presentación memorable para la joven banda bonaerense. A diferencia de ellos, Guasones es un nombre recurrente en la grilla del festival, con varias ediciones a su espalda. La banda platense subió al escenario Quilmes pocas horas después, bajo un sol abrasador que cegaba con su luz, mientras su público coreaba por su aparición. Entre banderas flameando en el aire, Facundo Soto y compañía deleitaron con una seguidilla de clásicos irresistibles de su extenso repertorio, incluyendo “Espejo roto”, “100 años” y “Pasan las horas”, para culminar su presentación de la mejor forma posible: con “Reyes de la noche” y una copa de vino en la mano.
A las 19:40, Wos, el joven rapero y freestyler argentino, presentó un set que fusionó rap, trap y rock, consolidándose como una de las figuras más innovadoras de la escena musical actual. Valentín Oliva regresó al festival con una propuesta renovada pero con la energía característica de siempre. El pibe de la plaza no solo cautivó a la audiencia con reversiones distorsionadas de sus canciones más populares como “Canguro”, “Luz Delito” y “Alma dinamita”, sino que también se tomó un momento para invitar a Dillom e interpretar juntos “Cabezas cromadas”. Su presencia en esta edición reafirmó su lugar como un referente, no solo del género al que representa con orgullo y del que nació, sino también del rock, respaldado por figuras como el Indio Solari, con quien grabó “Quemarás”.
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Al caer la noche, Babasónicos acaparó toda la atención del festival. La audiencia se dejó llevar por el encanto y el magnetismo de un Dárgelos imparable. Ofreciendo una versión más acotada de lo que suelen ser la mayoría de sus presentaciones en vivo, el show de la banda no tuvo mayores sorpresas, pero, lejos de ser un problema, fue la prueba de que Babasónicos no necesita de parafernalias para suscitar la desinhibición colectiva. Como siempre, hubo canciones de diferentes etapas de la banda camaleónica, y “La pregunta” fue la cumbre del espectáculo, con su mezcla de misterio, electrónica y espíritu hitero.
Otro de los grupos veteranos del Cosquín Rock es Las Pastillas del Abuelo. La banda liderada por Pity Fernández recorrió en una hora de show algunas de sus canciones más populares. La presentación, aunque concisa, fue sólida y funcionó más como una celebración compartida que como una demostración de virtuosismo. Con un vaso en la mano, Fernández cantó con sentimiento cada una de las 12 canciones que interpretaron, mirando a los ojos de su público y conectando de manera sincera y visiblemente emocionada. Al igual que muchas otras bandas del festival, Las Pastillas del Abuelo no necesitan demostrarle nada a nadie, y la actitud con la que encararon su más reciente presentación fue prueba de ello. Por si quedaba alguna duda de que esto era una fiesta, cerraron su show junto a Los Auténticos Decadentes con una explosiva versión de “El ratón”.
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La primera noche del festival culminó con la presentación de los Ratones Paranoicos, y no pudo haber sido mejor. Los “rock and roll cowboys”, liderados por la inconfundible desfachatez de Juan Sebastián Gutiérrez, desplegaron una alfombra roja de sofisticación, demostrando que siguen encarnando el espíritu de lo que significa ser y hacer rock. Aunque el paso del tiempo se hace notar —ya no son aquellos jóvenes irreverentes de 20 años— su energía y actitud siguen intactas. El show de los Ratones no necesitó más de una hora y trece canciones para encender el instinto primitivo de bailar al ritmo de una base con groove. Las guitarras de Sarco y Juanse, al día de hoy, siguen dialogando en una sintonía fina.
La segunda jornada en el escenario Quilmes tuvo a Wayra Iglesias como su primera gran invitada. Después de curtirse durante dos años consecutivos en el escenario La Casita Blues, la joven cantautora e hija del mítico bajista de La Renga, Gabriel “Tete” Iglesias, dio un paso enorme al subir a uno de los dos escenarios principales, y lo hizo de manera formidable. Con un vestuario country y una presencia angelada, Wayra se adueñó del escenario Quilmes con una soltura destacable. No es para menos. Aunque meteórica, la carrera de la artista lleva la intensidad de alguien que, desde sus primeros pasos, decidió ser fiel a lo que siente y quiere transmitir a través de su arte. Lo que se hereda no se roba, y Wayra demuestra que supo integrar su legado musical de una manera genuina.
A mitad de la tarde, Ale Kurz se subió al escenario y sorprendió a más de uno en el predio. Después de haber participado incontables veces en el Cosquín Rock, el artista hizo su debut como solista en el 25º aniversario del festival, otorgándole aún más épica a esta nueva etapa de su carrera. “Rompimos el hielo… un nuevo comienzo, pero sigo siendo el mismo”, anunció el músico ante una audiencia que lo recibió con los brazos abiertos. Y es que, en esencia, Ale siempre fue el corazón de El Bordo, y esa chispa que mostraba con su antigua banda estuvo presente en lo que promete ser un nuevo hito en su carrera.
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Si de trayectoria en el Cosquín Rock se habla, Las Pelotas es la única banda que puede ostentar el título de haber participado en cada una de sus ediciones, desde la primera que tuvo lugar en 2001. De hecho, la banda liderada por Germán Daffunchio fue reconocida por José Palazzo, organizador del festival, con una placa conmemorativa por su participación en todas las ediciones del Cosquín Rock, sumando un total de 26 presentaciones (en 2019 se presentaron ambos días del festival). Además del reconocimiento, el show de la banda estuvo marcado por la emoción, ya que dedicaron su presentación a Jorge Crespo, quien fuera el histórico mánager de Sumo y de Las Pelotas. La carga emocional se sintió en el aire, y el público, como siempre, se entregó de lleno a la magia de la banda, celebrando tanto su legado como su presente.
Después de Las Pelotas llegó uno de los platos fuertes de la noche: Skay y Los Fakires. El exguitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota brindó una presentación cargada de energía en lo que fue uno de los shows más convocantes del festival. Sin embargo, durante la parte final del show, justo antes del solo de guitarra de “Ji ji ji”, problemas técnicos interrumpieron la presentación. Skay, visiblemente afectado, se dirigió al público: “Mis queridos, hay muchos problemas técnicos. No puedo tocar, lo lamento. Sigan pasándola bien en la noche. Nos vemos en la próxima, si Dios quiere. Gracias”. Posteriormente, aclaró en sus redes sociales que los desperfectos fueron impredecibles, eximiendo de responsabilidad a la producción y a los técnicos. Aunque siempre es una experiencia casi lisérgica ver en vivo a una parte viva de la historia del rock, tanto el músico como su público se quedaron con gusto a poco.
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Finalmente, el cierre de oro no pudo estar en manos de otra banda que no fuera Los Piojos. A las 22 h, la banda de El Palomar regresó al Cosquín Rock después de 15 años, ofreciendo un show de casi dos horas donde hicieron lo que quisieron. Con un Andrés Ciro desatado, hubo un nuevo y triunfal ritual a los pies de la montaña. Banderas de todo tipo y color se movían al compás de canciones como “Ruleta”, “Ay ay ay” y “Bicho de ciudad”, mientras que la banda dedicaba un sentido tributo a Gustavo “Tavo” Kupinski. La adrenalina de unos viejos amigos que se reencontraban estuvo presente en cada acorde, y el show de Los Piojos tuvo la mística que todo gran concierto de rock merece. Con dos bises y más de veinte temas en la lista, Los Piojos le dieron a su público lo que quería, en lo que se sintió como un autohomenaje más que merecido. ¿La yapa? Las apariciones de Ca7riel, quien se unió en “Tan solo”, y “el otro Catriel” -como lo nombró Ciro a Catriel Ciavarella de Divididos-, quien se sumó a la batería para “Genius”.
Cosquín Rock es historia en movimiento: la comunión por excelencia de la música popular argentina, donde generaciones se encuentran y se funden en una misma vibración. En su 25ª edición, el festival no solo celebró la música, sino también la evolución de su escena musical, capaz de reinventarse y adaptarse a los tiempos sin perder su esencia.
Luego de Cosquín Rock, el calendario de festivales sigue con el esperado regreso del Quilmes Rock, el cual se realizará los días 5, 6, 12 y 13 de abril en Tecnópolis y contará con la presentación de Los Fabulosos Cadillacs, Andrés Calamaro, Babsónicos, Miranda!, Serú Girán “El Homenaje”, Virus, Los Auténticos Decadentes, El Kuelgue, y muchos más. Más info y entradas a la venta en Enigma Tickets.