Ya lo había anunciado Simón mismo en las redes sociales, entradas agotadas, perdón. Se disculpa con su público ya que ni él mismo puede creer lo que está sucediendo. Tuve que despedir a un amigo, éramos tres y uno se quedó afuera, lo saludamos y atravesamos la puerta, estaba tocando Juan, su hermano, había un poco más de lugar, lamenté que mi amigo se haya quedado afuera pero eso me llevó a pensar en otras cosas: Simón, su hermano, Perras on the Beach, pero no, ya sabía que esto iba a ser algo muy diferente a lo que había pasado en Niceto como despedida de aquella formación original de la joven banda mendocina. Esto iba a ser diferente porque ahora Simón Poxyran presentaba su disco solista y al parecer es algo que todos quisieron ver de qué era lo que trataba ahora la cosa. Terminó Juan y le siguió Luca Bocci, ambos solistas bajo una luz individual mientras el escenario estaba negro, luego un pequeño intervalo y empezó a sonar “Puchos” en versión remixada, se abrieron las cortinas y aparecieron bailando los cuatro que hicieron realidad el disco de Poxyran, los que tocaron anteriormente y Cascote. Bailaban y el humo del cigarrillo de Simón ocupaba gran parte del escenario mientras agarra el micrófono y saluda, empieza a sonar aquel primer adelanto de este pequeño y gran proyecto, “Lo que nos pasó es terrible…. Lo que nos pasó es hermoso, en esta situación no quiero estar tan solo…” Cantando con una sonrisa triste, como diría aquel amigo que no pudo entrar. El público ya conocía estas palabras porque todo pasa muy rápido para Simón. Cantaban disfrutando aquella melancolía que repartía en pedacitos fragmentos de la vida de su protagonista que iba a esparcir durante la noche de su presentación. Un corazón rebelde también está dolido. Por eso la decisión de presentar su intención de solista, pero seguir analogando con su carrera musical, no quiero estar tan solo, mira a su hermano y sonríe… Perras on the beach sigue en pie, pero Simón está corriendo.
Suena el primer eructo en el micrófono y pide que enciendan la luz, veo al público a mi alrededor y me doy cuenta que somos muchos más, todos lo saludan y aún Simón no puede creer lo que está sucediendo y su prólogo antes de volver a cantar es volver a eructar. Empieza a sonar el bajo y la gente se mueve de un lado a otro mientras suena “Sin drogas” y el sarcasmo y la burla se enfatizan en el olor del lugar, mientras hay un espíritu que se rejuvenece y pasa de la angustia a la felicidad en un cambio inmediato y se mantiene en aquella línea imaginaria del equilibrismo entre ambas emociones. Como si fuera dueño de apagar la sonrisa de su rostro y dibujarse una lágrima y con eso hacer una canción. Alguien en el público grita un pedido de Ramona y Simón hace una moriqueta y todos se ríen, gran parte de su veloz crecimiento se lo debe a aquel carisma como estandarte donde flamea un espíritu rebelde y melancólico, pero sobre todo un niño feliz. Pide por su mamá, ¿dónde está mi mamá? Grita y entre el humo y las personas se escucha una voz que dice: ¡¡¡Acá estoy!!! Y todos aplauden, Simón se ríe, ¡te quiero mamá! ¡Este tema es para vos! Y empieza a sonar aquella rápida necesidad de hacer una canción, su estadía en Buenos Aires, que ya lleva un par de semanas, recitales en La Plata hasta cruzar el charco e ir a Uruguay, una canción aún no grabada ni con videos online. A mi amigo le encantó esta canción en Niceto y sacó su celular para grabarla pero aún se encanuta el video, recuerdo aquel Martes Indiegentes, cuando terminó Perras, todos pedían una mas y aparece sólo Poxyran diciendo que no hay nada más, pero que va a tocar un tema que compuso ayer y nos dice que nuestra ciudad en sí es una mierda. Sin montañas no hay verdad. Y todos, porteñizados, pero siendo conscientes de que tiene razón, de que la música de Buenos Aires siempre tuvo el predominio y no creer que la música nacional es solo música de Buenos Aires, aparece este pendejo a molestar, su carisma tiene algo que no se aprende en partituras, su carisma te hace empatizar con la rebeldía y querer decirle Chupalapija a todo en la vida y vivir de una forma espontánea. Ahora ya lo incorpora en su lista y lo disfruta arriba de un escenario, afirmando en el micrófono su deseo de no dejar que lo conviertan en un gil… en Capital. Cuando aparece un pez dorado, se lo intentan comer las pirañas o lo quieren pescar con anzuelos afilados.
Simón grita tener calor, calor dentro de su cabeza y pienso en “Turco X“, “Mi cabeza es una heladera… desenchufada”, pero no, hoy no era la noche de Perras, recordé aquella versión con Louta en Niceto y empecé a tararearla en aquel pequeño instante entre canción y canción y lamenté mi ambición de querer escucharla otra vez sabiendo que esto era el principio de otra cosa, de algo más personal, de algo que Simón quería contar bajo su nombre y no con la banda, y me quedé reflexionando en eso, en lo particular de las cosas, en la nostalgia por algo que pasó. Pensé en aquella sonrisa triste de Simón y en dónde mierda estaba mi amigo que se había quedado afuera por entradas agotadas, pensé en muchas cosas mientras seguían sonando las canciones y bailaba solo con mis hombros un movimiento vaivén, de un lado hacia a otro mientras se graficaba con canciones aquella extraña palabra del nombre del disco SAIEG, su apellido verdadero y no Poxyran, el apellido de su padre muerto hace 12 años. Simón tiene el valor de jactarse de las drogas en público pero también de abrir su corazón y dejarlo en el escenario con temas tan íntimos que se te eriza la piel cuando descubrís su procedencia. Simón es una navaja de doble filo que va con su otro a todos lados, con su Doppelgänger y mágicamente empezó a sonar “Turco X” en memoria de su padre. Su hermano lo mira a su lado y lo acompaña en la voz, se siente la complicidad de dos corazones completamente diferentes latir en uno solo. Para romper el hielo se ríe del famoso cuatro veinte y sube un invitado, Goyo de Bándalos Chinos para acompañarlo en su próxima canción “Ya no puedo mas”, volviendo a Saieg, volviendo a Simón… y Goyo es sólo uno de los tantos que bancan la movida del cantante de Perras, que parece estar rodeado de algo grande que está pasando, de algo que se está gestando en la música independiente y se acompañan el uno al otro y pasan sorpresas así.
Lo lindo de asistir a recitales es que viajás de uno a otro tras cada canción. Niceto estaba en mi cabeza porque Perras estaba en mi cabeza, pero en San Telmo todo era diferente pero no, era otra cosa pero no y empieza a sonar un tema nuevo y las cortinas se cierran pero todos sabíamos que era una despedida cómplice de la mentira y rápidamente vuelven y suena otro tema de Saieg donde Simón redime su tristeza y afirma que la está pasando muy bien, reflexiona y disfruta conclusiones locas: “Aunque a veces la vida es una mierda, me di cuenta que no hay que entenderla” y eructa otra vez y hace un chivo de Red Bull, tira una lata pero con con la cautela de no lastimar a nadie para luego volver a Perras on the beach con “Puchos”. La gente festeja aquel gesto complaciente de la nostalgia joven que chupalapija. Me prendo un cigarrillo y sigo. Simón se baja del escenario y se mete entre la gente todos cantan el solo acompañado de abrazos de su público y se vuelve a subir, esta vez no pudiendo cumplir otra vez su sueño hecho realidad en Niceto donde Simón se tiró hacia el público y la gente le hace dar un largo, como si estuviera nadando y Niceto fuera una pileta. Lo que Nekro hace con su tabla de surf, Simón lo hace de espalda, nadando en su mar de Australia. Pero en San Telmo era algo más tranquilo, ahora vamos a bailar y se despide con su mejor que ayer, pensar que todo está mal, pero está todo bien. Grita aguante el porro y se va, como lo dijo en aquella municipalidad que la dejó pálida. La sencillez de la sinceridad. Somos pendejos y tenemos que llegarle a los pendejos. Tenemos que ser rebeldes y putear a todos. Tenemos que hacer quilombo. Tenemos que hablar de drogas. Tenemos que ser insolentes. Pero justo eso, era lo que se necesitaba. Agitar un poco el frasco que tenía encerrada a la abeja, liberar a la abeja y a ver a quién le pica. Porque Simón no juega en el medio, sino que a los extremos, o lo odias, o lo amás. Porque es cuestión de pensarlo, se jacta de no saber tocar pero nadie puede discutir esta idea, la música no es sólo saber tocar un instrumento e ir perfeccionándote creyendo que es un camino al cual tenés que llegar, la música no se mide con la misma regla, es como ahogar un pájaro en una pecera. Lo particular es su espíritu, sus ganas de mover las aguas. El under necesitaba de algo como Perras on the beach, algo como Simón Poxyrán. El punto de esto, que lo que se estaba extrañando era esa espontaneidad del recital, del ver al músico en vivo, es la primera vez que vi la juventud en un escenario más joven que yo y me sentí viejo. Siempre fui de ir a recitales y quizás parezca algo insignificante cuando cruzás esa línea que pagás una entrada para ver a alguien menor, quizás a nadie le llama la atención, a mí si. Tengo 25 años y escucho desde los 15 Joy Division y sentí el cambio de irme acercando a la muerte de Ian Curtis, ahora lo veo como un pobre pendejo que se suicidó pero cuando recién empecé a escucharlo lo veía como algo inalcanzable. Ahora me queda llegar a los 27 y dejar atrás la vida de Kurt Cobain.
El recital en San Telmo fue ver a unos chicos jóvenes haciendo música y logrando con la música algo más. Darnos un mensaje de libertad, ese sentimiento de hacer lo que tengas ganas sin pensarlo demasiado… Chupalapija. Su juventud se ve en eso. En gritar cantando, molestando a los que piensan diferente. En alejar a la música de solo tecnicismos. Simón con tres tonos puede contra todo y eso es un alivio, porque ahí entendés que no son buenos músicos sólo los que saben de música, sino que la música es una expresión y las expresiones son diversas y los mensajes verdaderos siempre están entre paréntesis (cómo decía Ricky: “No tengo problema en no ser Beethoven, mis sucios tres tonos repiten esta canción”) Los que hablan de apología de drogas es porque les molesta que hablen de drogas. Pero lo que quieren los pendejos es ser cachorros por siempre y jugar a ser Perras on the beach. Un proyecto que creció que se les fue de las manos hasta a los mismos integrantes. Hoy Simón ya tiene un disco solista y un futuro proyecto para la banda, que continuará con Bruno y nuevos integrantes. Una revolución musical que se está haciendo; Mendoza se muestra fuerte y tiene referentes en todos los estilos, pero en Simón se ven sus ganas de utilizar la música entendiendo que si a alguien le molesta es porque significa que no es que lo moviste, sino que lo empujaste y a quien le gusta, no es que lo empujaste sino que lo abrazaste.
Salimos pensando en dónde mierda estaría nuestro amigo, teníamos una tuca en la mano cuando apareció la policía. La descartamos enseguida detrás de un árbol. Al día siguiente volví, la junté y me puse a escribir esto: Nuestro amor es una tuca en mis bermudas.
* Foto de portada: Flori Moreno