Eran las 10 de la noche, y a juzgar por lo ansioso que estaba el público asistente porque la banda proveniente de Kettering se subiese al escenario, podría pensarse que desde hace muchos años esperaba por su visita, pero la realidad es que apenas desde 2013 nos fue dada a conocer su música. Una trayectoria corta y llena de virtuosismo ha ido catapultándolos a los primeros lugares de los charts a nivel mundial en relativamente poco tiempo, cosechando la admiración de la prensa y de un buen número de seguidores. Como muestra de ello, nos encontramos con un Niceto Club colmado de asistentes a más no poder en esta ocasión, seguramente motivados por las ganas de comprobar si aquellos ingleses en vivo logran sonar tan bien como en el disco.
Luego de la presentación de la propuesta pop rock de Indios, y tras un breve soundcheck, James, Tom y compañía se tomaron el escenario, saludando con un sencillo “Hola” y abriendo con “Sun Structures”, tema perteneciente al álbum homónimo. Mientras la banda ejecutaba con nitidez los compases de esa primera canción, los lentes de fotógrafos –tanto consagrados como aficionados-, apuntaban al vocalista de cabello ensortijado y que vestía una camisa con flecos vaqueros, muy ajustada a lo Jim Morrison.
Los británicos procedieron en adelante con temas como “A Question Isn’t Answered”, “The Golden Throne”, “Colours To Life” y otros más de su disco debut, cumpliendo con aquella promesa de tocar tantas canciones de aquel álbum como les fuese posible. Acompañado por un colorido juego de luces, el ambiente del lugar se colmó durante aquel lapso de tiempo de la energía lisérgica de su sonido y el caluroso entusiasmo de los asistentes. James pedía aplausos para acompañar la interpretación de la banda en algunos momentos y el público no tenía ningún problema en darle una mano con ello. Luego los asistentes coreaban algunos cánticos alentando a los músicos en el lapso entre cada canción del setlist, mientras que el mencionado vocalista y ejecutor de la guitarra se agachaba cada tanto para poder manipular los pedales y así edulcorar con distintos efectos el sonido de las cuerdas de su instrumento en cada momento de la velada.
A pesar de su juventud y carácter más bien reservado, Temples resultó ser un cuarteto bastante carismático, desde su frontman hasta el baterista -que lucía una remera de la selección argentina de fútbol-, lograron empatizar con el público que los acompañó con un amistoso pogo al cierre de la presentación con “Mesmerise”, después de escuchar con atención las canciones inéditas, como “Henry’s Cake” y “Prisms”, que el bajista Tom Warmsley nos había comentando en la entrevista que nos concedió hace unas semanas que estarían tocando, y que probablemente harán parte de su próximo álbum.
Al final de la noche, la banda dejó la impresión de tomarse muy en serio lo de conseguir en sus presentaciones un sonido de igual o superior calidad a la de las grabaciones, y dio inicio a su primera gira por Latinoamérica con un show que embelesó al público con su poderosa propuesta psicodélica. Después de disfrutar a Temples interpretando esa docena de canciones, pocos discutirían que aquel interrogante inicial acerca de sus capacidades sobre el escenario quedó más que despejado.