“Turn this disco lights off, what the fuck is going on?” espetó desde el escenario de Niceto un ofuscado Adrian Thaws, en perfecta disonancia con el combo cósmico que acababan de ofrecer hacía poco más de una hora los Altocamet, capitanes de la escena electropop local y encargados de abrir la velada el pasado 21 de abril. Y no podía ser de otra manera; después de todo, la intensidad es marca registrada en el universo del ex Massive Attack. Intensidad que lo posicionó como figura clave del género trip-hop allá por los ’90, aunque él mismo reniegue de la etiqueta.
Concebida en Moscú y grabada en Berlín, Ununiform es su decimotercera producción discográfica, que fue lanzada en septiembre de 2017. Se trata del sucesor de Skilled Mechanics (2016), y además de contar con samples nada menos que del guitarrista y compositor rosarino Fernando Kabusacki, también vuelven a destacarse en él las voces femeninas; Asia Argento y Francesca Belmonte entre ellas. Pero sin duda, la participación más notable en este sentido es la de Martina Topley-Bird, cuya última colaboración con Tricky había sido hace más de quince años. Por otra parte, además de incursionar en territorio EDM, este reciente trabajo lo encuentra coqueteando con su costado más luminoso –siempre dentro de sus parámetros, claro-. El título podría funcionar como ironía para aquellos detractores que catalogan su obra de inconsistente, y esto quizá se deba a que siguen esperando un nuevo Maxinquaye. De ser así, pueden esperar sentados; en la agenda creativa de este peso pesado de Bristol no hay lugar para otros caprichos que no sean los suyos.
Pero a pesar del certificado de excelencia que pesa sobre él, su anterior desembarco en suelo porteño ya había dejado un sabor extraño; y este último, en cierto, modo tampoco fue la excepción.
La experiencia Tricky tiene sus propias reglas y estas no se ajustan a la lógica de un concierto tradicional. Mejor dicho, nada en este caballero nocturno se ajusta a la lógica tradicional; es el anti-rockstar por excelencia. Una vez que la trickycueva estuvo lo suficientemente sombría y bañada en humo, Dr. Jekyll tomó la posta, pero Mr. Hyde no tardó en revelarse y hay que decirlo: es ahí cuando más interesante se pone la cosa. Calma-versus-agresividad son dos extremos que este rapero post-apocalíptico sabe manejar mejor que nadie, así que en ese sentido, la magia estuvo intacta.
Con un repertorio apoyado principalmente en pistas pregrabadas, batería de propulsión rockera y riffs duros de guitarra, el chico rudo de Knowle West volvió a apostar por la desestructura. Ninguna canción se salvó de ser sometida a su laboratorio experimental, para luego salir transformada en un extenso y oscuro mantra. Poco quedó de aquel downtempo brumoso, y en su lugar, ganó terreno un cuasi heavy metal chamánico. Tomarlo o dejarlo; esa es la cuestión.
Su nueva colega vocal, la polaca Marta Zlawoska, quedó por momentos algo desdibujada en medio de semejante trance. Aun así, se le animó a “Doll” (una adaptación del clásico alternativo “Doll Parts“, de Hole), además de encarnar algunas de las interpretaciones con más sabor bristoleño de la noche, como la emblemática “Overcome“, y una versión de “You Make Me Wanna Die” que se hubiese apreciado mejor con un público menos conversador. ¿Quizá si hubieran sabido que se venía un apagón de una hora, hubiesen optado por entregarse a lo intimista de la propuesta? Quedará la intriga. Lo cierto es que en plena “Here My Dear”, cuando ya los apretujados en la pista estaban al borde del headbanging, un corte de luz generalizado que dejó a oscuras Niceto y sus alrededores, interrumpió bruscamente el show. Pese al desconcierto, el percance se tomó con tranquilidad y hasta resultó oportuno para entonar el hit del verano, #MMLPQTP; pero al ver que el apagón se extendía, varios comenzaron a suponer que a esa altura, Tricky ya estaría tomándose una birra en la habitación del hotel. Por suerte no estuvo todo perdido y el enfant-terrible británico, que a contramano de las suposiciones esperó en camarines a que la situación se normalizara, volvió para un round más.
Ni bien retumbaron los primeros graves, los que se habían dispersado retomaron posiciones; y mientras “Dark Days” sonaba en clave Enter Sandman, el morochazo remató la escena pidiendo nuevamente que apagaran las luces. La cueva volvió a la normalidad, es decir, casi en penumbras, y el cierre llegó con la sofocante “Vent” en una versión megaextendida que puso a prueba la resistencia del cuerpo a las frecuencias graves. Pero en esta oportunidad no hubo mosh ni selfies con el público, tampoco gente subiéndose al escenario al son de “Ace Of Spades“; y teniendo en cuenta el intermedio forzoso, resulta comprensible que no hubiera suficiente motivación para ello. De todos modos, se extrañó el ritual.
Haciendo a un lado las apreciaciones personales, esta cuarta visita no logró bajar del podio a aquel incendiario debut de 2009 con Knowle West Boy bajo el brazo, pero sí tuvo su buena cuota de impacto. Es que el enigmático Kid sigue mudando de piel para sintonizar la tensión del milenio, y ese mote de impredecible que tan bien le sienta, lo ganó arriesgándose en pos de la libertad creativa. Para Mr. Thaws, ser auténtico no es sólo el medio, sino también el fin; ese es su verdadero truco. Le guste a quien le guste.
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Foto principal: Lucho Olivera.