Son muchas cosas, de verdad. Una de las primeras anécdotas data del 2013 en el patio del Colegio Carlos Pellegrini, en el marco de un festival de música organizado por el centro de estudiantes, el PelleRock. Hacía poco había empezado a tomar clases de guitarra con Gabriel, un egresado del colegio que se había transformado en el guitarrista de una banda que venía en ascenso y que contaba con un EP que había sorprendido a más de unx. El asunto en cuestión era que ese día, casi al final del festival tocaban ellos y yo, situación aparte, estaba peleado con mi novia; con el fin de evitar tensiones con ella, decidí quedarme a ver el recital con amigxs y resolver el conflicto en otro momento. A medida que pasaban los temas me iba olvidando de la angustia que cargaba y tuvo su punto cúlmine cuando Gabi, desde el escenario, me señaló y me hizo un corazón con las manos, anticipándome el tema que venía y que arrancaba así: “la piel se congeló, ya no siente el dolor”. Faltó que dijeran “para Juancito” nomás. Cuando terminó el show me acerqué a mi profesor, que estaba junto a Fede, cantante del conjunto. Les comenté que venía triste y que haberlos visto me había hecho bien, que deberían hacer de Sambara un medicamento antidepresivo, tipo “Sambaridrina en gotas”, o algo así. Nos reímos y me fui.
Llegó diciembre y entre tantos toques de cierre de año, el de Sambara en La Confitería venía con un condimento especial. Luego de mucha reflexión y seis años de incansable laburo, los muchachos decidieron colgar los instrumentos como banda por tiempo indeterminado. Varias razones habrán sopesado en sus mentes durante algún tiempo para llegar a tan drástica pero a veces ineludible conclusión.
La jornada tuvo un pico máximo de drama cuando, pasadas las siete, los músicos se encontraron con las luces del lugar donde darían su último show completamente apagadas. Al parecer, la policía iba a clausurar. En un día de tamaña conmoción social por los episodios de violencia vividos frente al Congreso, esta necesidad de terminar en terreno de paz se veía obstaculizada y desgarraba los corazones de quienes se ponían al tanto. Los músicos comenzaban a circular mensajes de WhatsApp a sus allegados informando la tragedia y garantizando que apenas pudieran devolverían el dinero de las entradas; el vacío en el pecho era insoportable, ineludible, incomprensible.
Por algún guiño divino enviado por el Flaco Spinetta, una hora después la clausura se levantaba, los posteos en redes notificando la suspensión se borraban y todo seguía según lo planeado, con unas horas de demora y juntando fuerzas para superar el mal trago. En La Confitería todo era abrazos: familiares, amigxs y seguidores sonreían al cruzarse a los músicos deambulando por el predio, en la previa y durante el enérgico show que daba Jamani, conjunto amigo que se sumaba a la fecha con una vibra tremenda.
El legado de estudio de Sambara se compone de un gran álbum debut, titulado Asomándose (2013), de melodías bailables y rock rioplatense, y el más reciente Siempre Hubo Riesgo en el Cielo (2016), con un rock progresivo, psicodélico y experimental que alberga una enorme madurez y les valió la comparación en las críticas con los históricos británicos de Pink Floyd. Hace poco grabaron un single en el Estudio Insigio de Mariano Otero, acompañados de Lisandro Aristimuño (quien quiso colaborar por admiración a los jóvenes y eligió grabar un tema de ellos antes que el cover de Spinetta que se hacía el mismo día). Sin embargo, lo mejor que deja el conjunto son los ecos de sus presentaciones en vivo, invitaciones a un viaje sin retorno.
Plagadas de sorpresas, sus performances les valieron pisar los más importantes escenarios de la escena local, contando festivales de peso propio como ser Lollapalooza, Personal Fest o Cosquín Rock, entre los de más renombre. Los shows del “Demonio de Seis Cabezas” nos acostumbraron a un nivel de prolijidad admirable, sonido nítido, ejecución sólida y sin errores ni sobresaltos. Así como sus presentaciones podían contar con algunas sorpresas propias de un laburo de logística previo (como cuando hacia el final de un vivo alguien se acercaba con una bolsa de máscaras que repartía entre el público, para que se las pongan antes de una canción), también supieron subirse a escenarios de forma austera, a defender causas políticas, como lo fue a principio de año con los despidos en Pepsico. Multifacéticos, comprometidos, artistas caminando entre nosotrxs.
Nunca voy a olvidar ese mensaje de mi amigo Fede: “Facu, te quería contar que con Sambara decidimos no tocar más por un tiempo… no sabemos qué será”. Yo ya tenía ganas, como siempre, de ir al último reci del año; lo que pasaba es que me habían invitado a Jamiroquai, que tocaba el mismo día. Cuando me dijeron que cerraban el año dudé por un segundo si ceder la invitación, pero bueno, una fecha internacional de impresionante producción, un show hermoso para ver, un artista que nunca había visto… pero cuando Fede me dijo eso quedé helado. Le dije que no lo podía creer, que me sentía re mal, que cómo no iba a ir al quizás último toque de Sambara… una banda que conocí como fan y no paré de seguir, hasta terminar jugando a la pelota con sus integrantes y sobre la que escribí mi primera nota para Indie Hoy. Al final, el mismo día de la fecha, la invitación se cayó, pero, para agregarle suspenso, cuando le comunicaba a mi amigo que los iba a ver me encontraba con que la fecha se suspendía. ¡Cuánto dolor! Cuánta angustia sentí poniéndome en su lugar… A último momento, sin embargo, el evento se reconfirmaba y así, aturdido y atolondrado, asistía al cierre de mis amigos con una mezcla de todo en la cabeza. Pero lo que siempre quedará resonando en mi mente será el final de aquella conversación de antaño con Federico: “despreocupate Facu, andá a Jamiroquai, es importante, ya nos viste un montón de veces; además, la música es infinita”. Cuanta razón querido mío, por eso elegí esa frase para decirte al oído cuando te abracé después de vuestro show. La música es infinita.
Gracias Sambara, fuiste un puente hacia otro lugar.
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Foto principal: Horizontes fotografía-Flor Berdichevsky.