Definir a Las Bistecs como un dúo de electropop irreverente sería quedarse corto. Esa sería una consigna casi irrefutable por parte de quienes presenciaron su show el pasado viernes 6 de septiembre en la Ciudad de Buenos Aires.
De entrada, nadie esperaba una puesta en escena convencional por parte de las europeas, mucho menos en el marco de un ambiente queer y abierto, como lo era aquella esperada fecha doble en Palermo Club en asociación con la Mostrafest, que suele tener como protagonista a personalidades como Moria Casán -y la menciono a ella para dejar claro el estilo de estas fiestas con un solo ejemplo-.
Las españolas se tomaron el escenario poco después de las 22hs, eufóricas y empilchadas con vestidos ajustados, estampados con llamaradas en distintos tonos naranja. A continuación procederían a interpretar la totalidad de los 14 temas contenidos en Oferta su disco debut, publicado oficialmente hace un año a través del sello Miseria Producciones, aunque es sabido que algunos singles de canciones contenidas allí ya venían dando vuelta en internet desde 2013.
El ánimo de la velada estuvo al tope de principio a fin, y los momentos de mayor efervescencia no sucedieron solo al ritmo de la interpretación de hits discotequeros posmodernos como “HDA” y “Universio”, sino también estallaba con las intervenciones de Alba y Carla cada vez que se dirigían a los asistentes en medio de cada tema para soltar perlas como: “Somos neopoetas del mal gusto” y “¡No sabemos cantar, no sabemos bailar, no tocamos un puto instrumento!”. Proclamaron todo esto muertas de risa y con total desfachatez y orgullo. En medio de estos pequeños e hilarantes monólogos se colaba, por supuesto, más de una grosería, al igual que sus habituales referencias libres de pudor respecto de temas genitales, para pasar después con ese mismo entusiasmo a comentar acerca de partidos políticos en su país y en la Argentina, e incluso dedicarle a la actual ministra Patricia Bullrich la interpretación de su aclamado himno “Señoras bien”.
Todo este extravagante despliegue sobre el escenario estaba acompañado de coreografías espasmódicas a cargo de la dupla, así como de la proyección de sus videoclips y experimentos visuales de fondo sincronizado con la pista de cada canción, haciendo la experiencia aún más entretenida; consiguiendo de paso que la ausencia de instrumentos en vivo pasara inadvertida. Mientras, abajo, en medio de sus asistentes abundaban el glitter, las risas y el baile desenfrenado. La fuerza con la que se coreaban por parte de sus seguidores ciertas partes de su repertorio hacía que, por momentos, las ibéricas pudieran prescindir de cantar para dedicarse enteramente a expresarse mediante movimientos y gestos.
Con una actuación de casi dos horas de ambiente festivo, bromas sin filtros, sudor, intensidad y carcajadas, es poco probable que alguien haya salido indiferente de aquel recital. Las Bistecs nos encandilaron con su carisma sincericida y su energía casi demencial. Por suerte, no esperábamos menos de las reinas de lo bizarre.
Foto principal: Florencia Scosceria.