Con la llegada de un nuevo verano, pudimos disfrutar de la fiesta del sexto aniversario de Music Is My Girlfriend, con un gran festival que se desarrolló en el Centro Cultural Konex, y del que participaron 19 bandas.
El festival comenzó a las 15.30, haciendo gala de una gran puntualidad con sus shows que duraban exactamente 30 minutos cada uno. Los escenarios se alternaban entre el del patio, llamado “Los Inrocks” y el del interior, denominado “El Triángulo de las Bermudas“. Hubo una gran respuesta del público, tanto en cantidad como en calidad.
La banda encargada de abrir el festival fue Placard. Mucho era el calor y no menos el entusiasmo por disfrutar de la velada. La banda arrancó con un potente set impulsado por la cantante Laura Carbajal, que se destacó mostrando que el rock es para todos.
En el segundo turno, pudimos escuchar al punk melódico de Autopista, acercándonos bastante al estilo Pixies (muy presente toda la noche).
Luego, vimos y escuchamos a la banda oriunda de Ciudad de México, Los Negretes. Llegaron con su punk sucio y desprolijo y destilaron un gran poder sobre el escenario.
A las 17 horas, llegó el turno de uno de los primeros memorables momentos de la tarde/noche. Subía al escenario Las Diferencias, banda que debutó este año producida por Sergio Chotsurian (ex de Los Natas). Pudimos ver un trío con aires del rock pesado de los ’70 en Argentina. Riff o Pescado Rabioso sin duda son referencias para esta banda, que tuvo en su cantante a un gran guitarrista y un muy buen frontman.
Chillan las Bestias subió al escenario del Triángulo de las Bermudas, y nos sorprendió a todos. Esta banda de origen uruguayo-argentino, comandada por el músico y poeta charrúa Pedro Dalton, realiza un tipo de música que nos es difícil de catalogar, pero que ha sabido realizar uno de los mejores sets de la noche. Su estilo rozaba por momentos con lo progresivo, lo orquestado, pero sin dejar de lado el rock. Contaba en su haber con una batería, un bajo, una guitarra, un órgano y un violín. Sin dudas, ésta fue una de las bandas que nos causó mayor sorpresa.
A las 18 El Perrodiablo tocó en el escenario Los Inrocks, con un show potente y eléctrico al cual no le importó el calor que azotaba la tarde. Su show y sus canciones fueron una explosión de enojo constante, un enojo que hizo saltar a todos, hasta los que escuchaban a la banda por primera vez.
Las Kellies salieron a escena con toda su estética glam-punk. La banda sonó realmente bien. Repasaron temas de su disco del 2013 Total Exposure y también dieron lugar a temas de su primer placa, como la conocida “Perro Rompebolas“.
Luego, fue el momento de de una las bandas más amadas u odiadas que haya pasado por el festival: 107 Faunos. Sus canciones alegres y coros pegadizos a los oídos pasaron como una ráfaga por Music Is My Girlfriend.
El Violinista del Amor y Los Pibes que Miraban llegó con su aire alegre y nos hizo bailar a todos frente al escenario de un salón repleto. Sin duda, se trata de una banda muy original, con sus integrantes vestidos para la ocasión de manera muy singular (podríamos decir que estaban de estilo “granjero”).
A las 20 comenzó uno de los puntos más altos de la noche, y que también nos trajo un poco de nostalgia. Se presentaba Go-Neko!, en lo que ellos mismos anunciaron como su último recital por un largo tiempo. La banda -como siempre- sonó súper ajustada, con un ritmo frenético y unas geniales proyecciones de fondo de la película Terminator. El público cayó rendido a sus pies.
Gori de Fantasmagoria salió a escena junto con su banda, tomando el control de la situación y de todo lo que lo rodeaba. Él es un frontman hecho y derecho, sin dudas; en ese aspecto, fue el que más se destacó en la noche. Parece no pesarle para nada la responsabilidad y el show. Se mueve con una soltura y un profesionalismo más que admirables. Con su guitarra acústica al hombro se robó la ovación del público. Como si esto fuera poco, la banda sonó excelente y eso contagió a la gente, que cantó a los gritos todos sus hits, como “El Río“.
Poseidótica hizo gala de un tremendo stoner instrumental, que destilaba virtuosismo por todos lados. Sin dudas, dejaron boquiabierto a más de un desprevenido.
21.30 fue el horario en que salió a la cancha (nunca mejor esta analogía) Bestia Bebé. Sin duda, uno de los mejores debuts del 2013. De la mano de Tom Quintans, baterista de Go-Neko!, esta vez en el rol de guitarrista y cantante. Esta banda sabe llevar sus canciones de una manera poco vista. Sus letras se quedaron pegadas a los oídos de todos los que estaban presentes. La cultura del fútbol y del aguante sale a la luz desde el principio, haciéndonos un guiño con la apertura del antológico juego “International Super Star Soccer Deluxe” o con sus melodías, que bien podrían ser cantadas en este preciso momento por cualquier hinchada del fútbol argentino.
Acorazado Potemkin hizo un gran show, como de costumbre. Se trata de una banda integrada por tres músicos con gran trayectoria en el indie de argentina. Lo mejor, fue que presentaron temas de lo que será su nuevo disco.
El post-punk se apoderó nuevamente de la escena del Music Is My Girlfriend con la presentación de normA que salió a escena con un poderoso set que hizo saltar y bailar a los ya cansados pero animados espectadores que no se movían de su lugar.
La consagrada Bicicletas nos deleitó con sus mejores armas: sus exquisitas canciones. Sin duda, fue uno de los shows más aplaudidos y esperados de la noche. Destilaron virtuosismo, magia y una gran conexión con el público.
Manza y su Valle de Muñecas hicieron un set más que animado, teniendo en cuenta que ya eran las 23.30 y habían pasado más de 15 bandas. La emotividad de Mariano Esaín estuvo más que presente y la banda sonó concisa y precisa.
The Tormentos y su rock surfer comenzaron a cerrar una velada a todo trapo. Hicieron bailar a toda la sala y, a pesar de algunos problemas que acusaba la banda con el sonido, pudieron cerrar una más que aceptable presentación.
La banda que le dio el cierre definitivo al festival fue Los Espíritus. La banda sorprendió a muchos por su actitud y su virtuosismo, con su estilo rock por momentos oscuro, llevado adelante por grandes percusiones. Sin duda, cabe destacar la actitud del grupo ante la adversidad de quedarse sin sonido aún faltando un tema. Terminaron cantando con las guitarras acústicas y a los gritos. Sin duda, fue un cierre cargado de emotividad para este gran festival.
En resumidas cuentas, vivimos una gran fiesta del indie argentino. Es para remarcar la cantidad de gente que se acercó y la disposición a escuchar, en muchos casos, algo diferente y novedoso.
Todas las fotos por Javier López Uriburu