Es que no hay otra palabra que pueda resumir este evento. La alegría de los siete integrantes de Los Campesinos! arriba y abajo del escenario fue palpable, el espíritu de celebración rondaba La Trastienda en el pasado martes 21 de abril.
Llegué al lugar con, obviamente, muchas expectativas. Creo que la noticia aquella que leí en la que se confirmaba la presencia de los 7 de Gales en Buenos Aires, fue la más sorprendente de todas las que van del año. Es que pocas bandas son las que vienen en su mejor momento. Y, afortunadamente, Los Campesinos! fue una de esas. Una vez dentro del recinto, la cosa parecía fea: muy poca gente (yo tenía la entrada 97, aunque era anticipada), a pesar de que faltara solo una hora para el horario estipulado en el ticket. Apenas entré me ubiqué contra el escenario, y de repente veo un tumulto en uno de los rincones de La Trastienda: eran Neil, Ollie y Gareth (guitarra, batería y voz, respectivamente) vendiendo los discos editados hasta la fecha y unas remeras. Y también aprovechando la situación, autografiandolos. Desde ese momento mi teoría estaba siendo confirmada: estos chicos son lo más buena onda del planeta.
Después de una hora en ese marco, se cierra el telón, y aparecen ellos tres más los cuatro restantes (Ellen, Tom, Aleksandra y Harriet) listos para entretenernos. El recital no es que comenzó de una manera fría; la banda mostraba toda la intención de pasar un gran momento, pero la gente era la que todavía no se soltaba (nótese, no era mi caso). Y aunque no tenían tanto material para presentar, hicieron un jugoso recorrido por sus dos discos y algunos lados B, agregando también un cover de Pavement.
A medida que los minutos pasaban, la energía de los chicos de arriba y de abajo del escenario fue creciendo, a tal punto de que el público coreaba “Olé olé olé, olé olé olé olá, olé olé olé, olé olé olé cada día te quiero más, oooh Campesinos, es un sentimiento no puedo parar!!”. Es realmente indescriptible la sonrisa de los siete campesinos cuando escuchaban este fraseo, no podían creer que en Argentina les fueran a hacer tan cálida bienvenida… Eternamente agradecidos (llegando a confesar en su blog que fue una de las mejores noches de siempre, realmente amaron este show).
Los puntos más altos de la noche sin duda fueron todos los sucedidos en el último tercio del show, a partir de You! Me! Dancing!; a la que le siguió We Are Beautiful, We Are Doomed , en la que Neil y Gareth aprovecharon para tocar entre el público, mientras que algunos del público subieron al escenario (fue un perfecto cambio de roles, exquisito como para seguir comprobando la teoría). Se acercaba el fin con Sweet Cheeks, Sweet Dreams y, todos, coreando ese final, mientras Neil y Tom seguían dentro de la ronda del público, Gareth se subió (literalmente, escalando) a uno de los palcos del lugar para terminar el set. Era obvio que no se podían ir todavía, en el mejor momento del show, en el momento de la gran conexión entre la banda y su audiencia… No hizo falta pedir mucho para que ellos decidieran volver (Aleksandra, en un momento de esta última parte, deja su teclado para ir a buscar su celular y filmar todo lo que estaba pasando). Se los veía tan contentos, tan enérgicos, mejor que escuchar sus canciones en el disco.
Y, volvieron para interpretar Broken Heartbeats Sound Like Breakbeats que fue la encargada de coronar la fiesta del indie internacional, que ese martes, estaba acá, en Argentina. Terminó la canción, terminó el show, pero no era todo. Los siete integrantes (cada uno a su tiempo) bajaron a la parte del “campo” para charlar con su público, seguir firmando, sacandose fotos, vendiendo discos y remeras. Fue alrededor de una hora y cuarto, hablando de tantas cosas, riéndonos de muchas cosas que habían sucedido en el show, y por supuesto, cada uno de Los Campesinos! se fue con sus calcos de Indie Hoy.
La noche no terminó ahi: siguió nomás, tomando cervezas y demás cosas en un bar de la zona, fans y team campesino. Inolvidable. Pero esa es otra historia…
Pidieron disculpas por el elevado precio de la entrada, hubo intercambio de mails, y por sobre todo, el aire seguía cubierto de emoción y alegría. La fiesta terminó alrededor de las 4 de la mañana, tanto nosotros como ellos eternamente agradecidos; nosotros queriendo que vuelvan para que se repita, y ellos también asi lo manifestaron.
Digo, por si quedan dudas, mi teoría fue absolutamente confirmada: estos chicos son la buena onda en persona.
(Más fotos van a estar disponibles durante la semana en Robbix )