El miércoles pasado ameneció nublado, lluvioso y frío en la ciudad de Buenos Aires: no había un día más preciso para ver a los Jesus and Mary Chain en vivo que ese 21 de mayo. Casi seis años después de su última visita al Personal Fest, los hermanos Reid y compañía volvieron a nuestro país para dar un recital igual de corto (poquito más de una hora) pero en condiciones totalmente diferentes: esta vez no era al aire libre y con versiones nuevas de los temas, sino que en el boliche Groove y con las canciones sonando iguales a sus discos de estudio.
A las diez y pico de la noche, y luego de la apertura a cargo de los locales Iguana Lovers, los escoceses más oscuros se subieron al escenario para repasar más que nada sus discos Psychocandy (1985, Blanco y Negro Records) y Automatic (1989, Blanco y Negro Records), aunque tocando un poquito de todo y dando lugar a su nueva canción “All Things Must Pass” que vienen incluyendo en sus sets desde hace tiempo (incluso en Club Ciudad de Buenos Aires del 2008 sonó). Comenzaron con “Snakedriver” y sin lugar para los débiles arremetieron con “Head On”, desatando entonces toda una ceremonia de agite, oscuridad y cuelgue ante un Groove absolutamente colmado entre antiguas y nuevas generaciones.
A lo largo del set hubo alguna que otra falla del sonido, haciendo que dos de esas veces la canción tenga que volver a empezar (y obvio, te la baja un poco) pero William, a pesar de tanta amargura, salía airoso de la situación entregando lo que nunca vemos por su parte: una sonrisa. Sonrisa de disculpas, pero sonrisa al fin.
La guitarra de Jim se mantuvo como una de las grandes protagonistas de la noche, mientras que luego de ya haber tocado “Teenage Lust”, “Sidewalking”, “Some Candy Talking”, “Happy When It Rains” (no faltaron los paraguas en alto para esta canción por parte del público), “Just Like Honey” anunciaba el final del show para la que invitaron a una amiga de ellos (rubia, pero no Scarlett Johansson) para agregarle vocales.
Luego de un breve receso, el comienzo del encore fue débil con “The Hardest Walk” y “Taste of Cindy” pero se guardaron una tremenda versión extendida de “Reverence”, track incluido en Honey’s Dead (1992, Blanco y Negro Records), para cerrar su tercera visita al país, yéndose sin saludar demasiado y perdiéndose en el humo. De su primer show en Obras Sanitarias a Club Ciudad pasaron 18 años. De Club Ciudad a Groove, unos 6. La brecha se acorta: quizás podamos volver a verlos dentro de poco, con un disco nuevo bajo el brazo como hace tanto vienen prometiendo.
Fotografías: Matías Casal