Las series nórdicas abundan en el catálogo de Netflix, pero entre todas ellas hay algunas que destacan tanto que no podemos dejar de recomendártelas.
Arenas movedizas
Tras la masacre en una escuela preparatoria de uno de los barrios ricos de Estocolmo, la alumna ejemplar, Maja Norberg (Hanna Ardéhn) es detenida y acusada por su participación en el tiroteo. A medida que la investigación avanza, detalles perturbadores sobre la vida de la joven y la relación con su novio, Sebastian Fargeman (Felix Sandman), el hijo del multimillonario más poderoso de Suecia, salen a la luz.
Fiestas desenfrenadas, consumo excesivo de drogas y episodios de extrema violencia eran parte del día a día de la pareja y parecen ser factores muy importantes para entender los trágicos hechos de esa mañana. Después de pasar nueve meses en prisión, Maja tendrá que enfrentar el juicio que demostrará si solo es una víctima de las circunstancias o realmente es una asesina a sangre fría.
Califato
Esta ficción se sumerge en el oscuro mundo del fundamentalismo islámico. Es así como las vidas de una madre, una estudiante y una policía se llenan de problemas en vista de un inminente atentado terrorista presidido por grupos violentos con ideologías extremas. Dirigido por Wilhelm Behrman, Niklas Rockström y Goran Kapetanovic, este show fue aclamado por la crítica especializada y resulta ideal para los amantes de la adrenalina y los interesados en entender el Estado Islámico.
Atrapados
Andri Ólafsson (Ólafur Darri Ólafsson) es el jefe de policía de Seyðisfjörður, un pueblo completamente normal situado en el extremo este de Islandia, una zona que aún está sufriendo los estragos del derrumbe financiero que asoló el país en el año 2008. Sin embargo, todo cambia cuando un barco pesquero vuelve a puerto con un torso humano congelado.
Andri está convencido que el cuerpo solo puede provenir del ferry danés que atracó unos días antes, y su capitán lo único que hace es incrementar sus sospechas al negarse a colaborar. Además, en esa embarcación viajan un traficante de personas y un vecino del pueblo sospechosos del incendio en el que falleció su novia. En ese contexto, una fuerte tormenta llega y obliga a cerrar carreteras, puerto y aeropuerto, dejando a la ciudad de Seyðisfjörður aislada y escondiendo al asesino.