En 2014 Netflix lanzó una serie que tenía de portada un caballo sentado en un trampolín. Muchos veníamos emocionados con las series animadas para adultos porque hacía casi un año había salido la primera temporada de Rick & Morty y faltaban meses para saber cómo continuaba esa historia. Entonces se le dio una oportunidad a este simpático caballo que parecía que iba a dar alegrías como Padre de Familia, porque las reseñas hablaban de un humor negro muy ácido y muchas referencias a personas famosas. Pero cuando le dimos play al capítulo nos dimos cuenta que había una sensación extraña; no era tan divertida ni tan graciosa, de hecho provocaba todo lo contrario: era triste.
BoJack Horseman entonces se convirtió en una religión. Todos sus fanáticos la terminamos en 3 o 4 días apenas sale la temporada nueva, y no porque queramos ser los primeros en terminarla sino porque es sumamente adictiva. Una vez que nos adentramos en la personalidad de los personajes, como en Mad Men, Los Soprano o The Wire, nos sentimos tan cercanos y familiarizados con ellos que no podemos dejarlos atrás.
El 14 de septiembre salió su quinta temporada y todos volvimos a decir lo mismo: “Es increíble lo que estoy viendo y todavía no entiendo por qué”. Por eso vamos a intentar explicar el por qué del fanatismo por BoJack Horseman.
#1: De BoJack Horseman a BoJack
A lo largo de la serie vamos descubriendo razones sobre por qué BoJack es tan cínico. Este hombre-caballo o caballo-hombre desprecia el amor de las mujeres que realmente lo aman, no valora la amistad de amigos y detesta a su propia madre. BoJack es un personaje profundo, oscuro y triste, escondido detrás de una máscara de celebridad ebria, con problemas de sociabilización y una amplia falta de empatía.
Pero temporada a temporada va cambiando. Aunque siempre mantenga su tono sarcástico, soberbio y sumamente ignorante, sus intenciones para con las personas que lo rodean son cada vez mejores.
Esto no solo se ve reflejado en el protagonista, sino en todos sus co-protagonistas, Princess Carolyn, Diane, Mr. Peanutbutter y Todd. Todos ellos mantienen su esencia pero poco a poco van sacando a relucir otras partes de su personalidad que los hace profundos, tristes y oscuros.
#2: Del chistonto al chistriste
En BoJack hay un sentido del humor muy amplio. Cuenta con chistes sumamente fáciles, como un hombre conejo que tiene varios hijos, y también chistes increíblemente oscuros, como que las últimas palabras de una madre antes de morir no fueron hacia su hijo sino hacia un cartel que estaba detrás suyo.
Su showrunner Raphael Bob-Waksberg lleva esto de una manera impecable, porque temporada a temporada no deja jamás decaer el sentido del humor de la serie. Logra hacerte reír y hacerte sentir mal al mismo tiempo por haber largado esa carcajada en una escena seria. Detrás de una fachada de bromas y chistes hay cientos de preguntas que uno no se anima a hacer.
#3: De la historia al story
BoJack, así como todas las grandes series animadas posmodernas, no tiene ningún tipo de temor de ayornarse a los cambios de la humanidad. De hecho sacan provecho de eso: si el tema en boga del año fue el feminismo, no hace de ello un capítulo que explique qué es el feminismo, sino un capítulo se ría de estar haciendo un capítulo sobre esto. Se anima a hacer preguntas que nadie hace, como cuáles son las más grandes mentiras y verdades que esconden los grandes movimientos sociales, y sobre cómo la farándula se aprovecha de esto para “modernizarse”.
#4: De mucha info a muy corto
Los capítulos duran entre 25 y 30 minutos y cada temporada tiene 12 capítulos, lo que la hace sumamente fácil de maratonear. Pero tampoco es una serie que se pueda comer en un día, porque tiene muchísima información que procesar.
Una vez que viste BoJack Horseman no la has visto por completo. Algunos que ya la vieron la vuelven a ver y descubren, como en toda gran serie, detalles mínimos que en la primer temporada afectan a las temporadas venideras, o pequeños chistes que uno había dejado de lado porque estaba prestando demasiada atención a la historia.
#5: De una temporada piloto a una serie sin fin
Raphael Bob-Waksberg declaró que no tiene intenciones de terminar la serie y que va a estirarla lo más que pueda. Aunque esto suene mal, hasta ahora no le viene errando: BoJack no tiene ni una temporada mala. Todas cuentan una historia en sí misma y todas hacen a la historia general. Aunque todos nos imaginamos un solo final (parecido al que nos imaginábamos cuando veíamos Mad Men), temporada a temporada vamos a ver a nuestro protagonista alejarse cada vez más de su egocentrismo y cayendo más profundo en otros problemas más serios.