Si hay algo para destacar del catálogo de Netflix es su afán globalizador. La plataforma líder del streaming aprovecha su posición acomodada para bancar producciones de países muchas veces impensados, ya sea por no formar parte del primer mundo o por estar en el centro mismo y pasar desapercibido por su diminuto tamaño. Tal es el caso de la serie Capitani, el debut de Luxemburgo que engrosa sus contenidos en materia de policiales, género que quizás sea el fuerte de la plataforma -además de un gran aporte como ventana al mundo- y en el que bien vale la pena adentrarse.
Al boom del noir nórdico, con exponentes como Trapped (Ófærð, 2015) de Islandia o la finlandesa Sorjonen (2016), se suma en los últimos años una interesante corriente polaca –El pantano (Rojst, 2018), Bosque adentro (The Woods, 2020)- y otra franco-belga –Zona blanca (Zone blanche, 2017), El bosque (La forêt, 2017), La trêve (2016)- que explotan la cuestión todavía redituable del “pueblo chico, infierno grande” donde uno o más cadáveres aparecen en las profundidades del bosque lindante para dar comienzo a una trama que irá desentrañando todo tipo de perversiones y oscuridades de la comunidad en cuestión. Tiene sentido entonces que la pequeña Luxemburgo, que limita con Francia y Bélgica, aplique a grandes rasgos la misma fórmula para tener su propia versión local.
Capitani cumple con todos los requisitos: hay un bosque donde se descubre el cuerpo de Jenny, una chica de 15 años; un pueblito hipócrita en el norte del país y un inspector de la policía, Luc Capitani (Luc Schlitz), que llega desde la capital para investigar el caso, arrastrando su propio pasado turbulento. La premisa no es nada original pero en principio logra enganchar por su formato de 12 capítulos breves de 30 minutos y el uso muy efectivo de cliffhangers de gran impacto al final de cada episodio. Así se vuelve inevitable no querer ver el siguiente y la maratón ya es un hecho.
Más allá de su estructura narrativa, tenemos el caso policial que va generando intriga con giros y complicaciones que aparecen desde el primer momento, como el hecho de que Jenny tenía una hermana gemela que está desaparecida y la investigación pasa a ser doble. Capitani se tendrá que quedar en Manscheid por más tiempo del que pensaba y armará equipo con un par de oficiales del pueblo: la eficiente pero emocionalmente comprometida Elsa Ley (Sophie Mousel), que aporta la mirada local y conocimientos en materia de chismes, y Joe Mores (Joe Dennenwald), que con su torpeza y falta de perspicacia funciona como alivio cómico en una serie que prácticamente no deja lugar para el humor. El primer episodio termina de manera impactante (no vale spoilear) y ya plantea las dinámicas nefastas del pueblo repartiendo un puñado de sospechosos para que comencemos a apostar: la familia de la víctima (el padre, la madre, el padrastro), el panadero y su hija, el novio militar de Elsa, el cura y el loquito a su cargo, un personaje inentendible en todos los sentidos que parece una mezcla de Godínez con Capusotto.
A medida que avanza la investigación, la serie hace hincapié en el hermetismo de la comunidad, en sus secretos y mentiras que obstaculizan el trabajo de Capitani hasta la exasperación. Los datos y testimonios cruzados se apilan y si bien todo cierra hacia el final -aunque de manera muy poco espectacular- no deja de generar cierta confusión que puede atentar contra la atención e interés del espectador. Es ahí cuando aparece un final fuerte para volver a apretar play, por más que en el siguiente episodio no se retome esa línea argumental. En más de una ocasión el espectador continúa engañado, como persiguiendo una zanahoria. Así, el guion resulta más hábil que interesante.
Dentro de un catálogo con varias producciones similares, Capitani cumple sin grandes estridencias. El protagonista, por más que sea un poco cabrón y tenga sus propios bardos con la ley, no es lo suficientemente atractivo como para cargarse la serie con su nombre. La trama, además, toca varios temas escabrosos como la corrupción, el tráfico y consumo de drogas o la pedofilia de manera liviana y sin ningún tipo de reflexión, y la ventaja de rodar en un lugar interesante por ser poco conocido como Luxemburgo tampoco parece aprovechada: es una historia más que podría pasar en cualquier lugar. En breve se larga el rodaje de la segunda temporada, que se podrá ver en Netflix el año que viene. Capitani y su creador, Thierry Faber, tendrán otra oportunidad para lograr destacarse del montón y brillar un poco más.
Capitani (temporada 1) está disponible Netflix.
https://youtu.be/mRMFj-0IJJs