Gambito de dama fue uno de los grandes éxitos televisivos del 2020 y dentro de los aspectos más elogiados de la ficción estuvo la actuación de Anya Taylor-Joy. Luego de que la joven ganara el Globo de Oro como mejor actriz de una mini-serie o telefilm, la revista Variety anunció su triunfo con estas palabras: “La argentina Taylor-Joy es la primera mujer de color en ganar esta categoría desde Queen Latifah en 2008 y la quinta mujer de color en obtener la victoria desde 1982”.
Tras la publicación del artículo se desató una gran polémica en redes sociales -especialmente Twitter-, debido a que ella definitivamente luce como una persona caucásica. Fue tal el nivel de disconformidad que se evidenció en internet que dicho medio luego rectificó el artículo en cuestión y aclaró que Anya “se identifica a sí misma como una latina blanca”.
Respecto de los orígenes de la actriz de 24 años, vale destacar que nació en Miami (Estados Unidos) pero fue criada en Argentina hasta los 6 años. Sus padres son un argentino de origen escocés (Dennis Alan Taylor) y una zambiana de origen inglés y español (Jennifer Marina Joy) por lo que la artista tiene triple nacionalidad y es a su vez estadounidense, británica y argentina.
Tras la polémica, la BBC realizó un reportaje para entender por qué un medio de comunicación estadounidense tan relevante calificó como “de color” a una mujer blanca. Allí, Efrén Pérez -profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)- comentó: “La categoría en sí es una forma de identificar a una comunidad de individuos. Tal vez se ve como algo artificial, pero lo que hace a ‘una persona de color’ en EE.UU. es que pertenece a una minoría racial o étnica. En lo que se refiere a esta actriz, claro que su aspecto es más europeo que el de otros latinos que pueden ser de origen mexicano o un puertorriqueño. Ella no se asemeja a ese estándar”.
Más adelante, el citado académico agregó:
“Se trata de una categoría básicamente psicológica, algo que se formó con el tiempo. Las personas cuando vinieron a Estados Unidos desde México, Argentina o Cuba se forjaron aquí como latinos o como hispanos. Esas categorías no existían antes. Y esto es muy similar a la cuestión de las ‘personas de color’. La evidencia que vemos es que el concepto incluye a afroestadounidenses, latinos, asiáticos y también a personas de otras minorías que no son anglosajonas, como los nativos americanos y los musulmanes”.
Finalmente, Pérez explicó cuál es la utilidad de esa clase de distinciones a nivel identitario para los individuos que son catalogados como “personas de color”: “A nivel psicológico, nos gusta pertenecer a ciertos grupos o categoría para aumentar nuestra autoestima. Es un instrumento que nos ayuda a sentirnos bien”.
Y continuó: “Muchas veces nuestra autoestima sube porque pertenecemos a grupos a los que otros no pueden pertenecer. Puedes ser más persuasivo si dices: ‘Personas de color sufren tal discriminación’ y no solo te estás refiriendo a los afroestadounidenses, sino a los latinos, los asiáticos, etc. Eso es más impactante”.
En ese sentido, él defendió la importancia de utilizar dicha etiqueta como una forma de visibilizar a diferentes minorías. Aunque, sin dudas, Taylor-Joy está lejos de ser representativa de la mujer promedio latinoamericana.