Mucho más allá de si esta temporada te gustó más o menos, no hay dudas de que acabamos de vivir un momento histórico. Es que el cierre de Game of Thrones (una de las ficciones que se posicionarán para siempre dentro del Olimpo de HBO, junto a grandes nombres como The Sopranos, The Wire y Boardwalk Empire) marca tanto un hito en el formato como un evento social internacional. Seguramente en algunos años, hablemos de cómo el mundo se paró para ver la finale de aquella serie que nos enseñó que realmente cualquier personaje puede morir.
Como despedida definitiva (así como el inicio de la espera de noticias sobre sus posibles spin-offs) desde Indie Hoy elegimos nuestros 6 momentos favoritos de esta última entrega.
La llegada de Jaime a Winterfell
Mientras que los primeros dos episodios de la temporada se destacaron por poner las cosas en orden, los reencuentros y la fortaleza de los diálogos. También es verdad que hubo una de esas reuniones que nos dejó a todos boquiabiertos y fue cuando Bran Stark (Isaac Hempstead-Wright) y Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau) se cruzaron en el patio interno de Winterfell. Lo más sorprendente es que todas las secuencias previas nos llevaron a la boca del lobo sin que siquiera lo imagináramos: Bran sentado solo y mandando a Samwell Tarly (John Bradley-West) a hablar con Jon (Kit Harington) sobre su verdadera identidad, diciéndole que estaba esperando a un “viejo amigo” y, horas más tarde, Jaime bajándose de su caballo justo en frente de él para cruzar miradas demoledoras. Si bien gran parte del shock fue generado porque se trató de la secuencia de cierre, también es cierto es que las primera vez que estos personajes se encuentran luego de que Jaime lanzara al pequeño Stark por la ventana de la torre.
Cuando el fuego reúne a nuestros gladiadores
Acompañar por tanto tiempo a los personajes de una historia genera una sensación de cercanía, de conocimiento íntimo sobre su recorrido y de aspirar cierto final para ellos. Junto a su aura de despedida, durante el segundo episodio se dio uno de los eventos más emocionantes jamás vistos. Alrededor de la chimenea y en lo que podría haber sido una reunión espontánea, Brienne of Tarth (Gwendoline Christie) fue nombrada caballero. Entre charlas sin tapujos, el brindis de varias copas de vinos y reflexiones sobre la vida, este personaje excepcional alcanzó algo que movilizó a muchísimos fanáticos. Y no es para nada menor: eligiendo un camino de vida que rompía con los estándares de lo femenino y constantemente discriminada por su aspecto físico, este título significó lograr un sueño que jamás creyó posible lograr.
La gran muerte de The Night King
El tercer episodio de esta octava temporada fue fuertemente criticado por su falta de iluminación, por el desperdicio de grandes momentos dramáticos y, sobre todo, por no presentar un verdadero enfrentamiento contra quienes parecían ser los enemigos más difíciles de derrotar. Mientras que las pérdidas de personajes principales fueron muy pocas, también es verdad que la coreografía con la que Arya (Maisie Williams) finalmente mata al Rey de la Noche (Vladimir Furdik) es espectacular. En una secuencia cinematográficamente correcta, en donde el paso a paso de la historia de la joven Stark recobró sentido y, sobre todo, el alucinante trabajo de composición de Ramin Djawadi (que, de hecho, se trata de la misma melodía con diferentes arreglos que utilizó en “The Winds of Winter”). Todos estos fueron los elementos que crearon una fotografía final tan compleja como interesante y festejada.
La despedida de los héroes caídos
Toda gran batalla tendrá su “día después”, en donde habrá que decir adiós y homenajear a quienes cayeron defendiendo a los inocentes. Con despedidas individuales de cada uno de los líderes hacia aquella persona especial que perdieron, esta suerte de entierro colectivo tuvo muchísimos momentos emotivos. Quizá uno de los más importantes es el discurso de Jon Snow (Kit Harington) con el cual, para sorpresas de muchos, el actor hizo verdaderamente un buen trabajo.
“Aquí despedimos a nuestros hermanos y hermanas. A nuestros padres y madres. A nuestros amigos. A aquellos hombres y mujeres que dejaron sus diferencias para pelear juntos y murieron juntos para que otros vivieran. Todos en este mundo tienen con ellos una deuda que no se puede pagar. Es nuestro deber y nuestro honor que permanezcan vivos en la memoria para quienes vengan tras nosotros y quienes vengan tras ellos, mientras que los hombres respiren. Fueron los escudos que
protegieron los reinos del hombre y no veremos a gente igual
otra vez.”
La generalizada sorpresa
Derrotado el ejército de la muerte llegó el momento de enfrentar al verdadero gran villano en Game of Thrones, y ese siempre fue el popio hombre. Con pequeños indicios sobre la posible locura de poder y venganza en la que Daenerys (Emilia Clarke) se vio atrapada, los espectadores estábamos esperando muchísimo fuego y destrucción por parte de ella. Con una fotografía brillante, son muchas las secuencias que nos pueden haber dejado sorprendidos y maravillados al mismo tiempo. Sin embargo existe una constante que no tuvo desperdicio y fue la cara de sorpresa que los fieles seguidores de la reina tuvieron a medida que eran conscientes de lo que realmente estaba sucediendo. Siendo un momento bisagra para muchos de ellos, fue en este momento en que Tyron (Peter Dinklage), Arya y Jon Snow entendieron que el final era solo uno.
El simbolismo de Drogon y su llama
Son muy poquitos los finales seriéfilos que alcanzaron la aceptación unánime de sus fanáticos y Game of Thrones no fue uno de esos casos. Desde “Fue un final correcto” hasta “Esperaba muchísimo más”, las opiniones varían enormemente. Pero en ese contexto, existió un momento en que todos parecieron celebrar: después que Jon asesine a Daenerys, Drogon llega a la habitación destruida y derrite con su fuego poderoso el trono de hierro, para tomar el cuerpo sin vida de su madre e irse para siempre. En este sentido la ficción volvió a hacer algo que siempre manejó muy bien y es el trabajo sobre el simbolismo. La razón por la cual podemos entender que el dragón no atacó a Jon es que él comprendió que el culpable de ese destino no fue el ex-bastardo sino la avaricia (de venganza y poder) que ese trono generó en la joven Targaryen. Al destruirlo también destruyó el origen del mal, de tantos enfrentamientos y de una guerra que parecía no tener fin.
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El próximo domingo 26 de mayo HBO emitirá The Last Watch, el documental que nos llevará al detrás de escena de la producción de Game of Thrones.