La principal razón por la que Los Simpson es una de las series más celebradas de la historia es por la calidad de sus guiones. Sin dudas, Matt Groening ha sabido rodearse al momento de armar su equipo creativo. Inclusive, en varias ocasiones se ha hablado de los poderes “predictivos” de los escritores de esta ficción, y hace un tiempo algunos de ellos se pronunciaron al respecto.
Pues bien, ahora quien se refirió a su trabajo junto a Groening fue John Swartzwelder, el guionista con mayor número de capítulos del show firmados: 59. Él colaboró con el programa de la familia amarilla durante sus 15 primeras temporadas y es respetado como una de las mentes más brillantes de la comedia. Tras guardar silencio por muchos años, el escritor estadounidense le concedió una entrevista a New Yorker en la cual se sinceró sobre su labor y compartió algunos secretos.
Para empezar, el artista de 72 años confirmó que los ejecutivos de la serie animada no podían interferir en las decisiones que tomaban los creativos sobre el rumbo de cada episodio. De hecho, ni siquiera se les enviaban copias por adelantado de los libretos. Sobre tal libertad en su labor, John comentó: “Todo lo que teníamos que hacer era complacernos a nosotros mismos. Aquella es una manera muy peligrosa de llevar una serie, dejando a los artistas a cargo del arte, pero funcionó bastante bien después de todo. Hizo que le lloviese un montón de dinero a Fox durante 30 años”.
En cuanto al tono de cada capítulo, señaló: “No escribimos para niños o adultos, tan solo intentamos hacernos reír mutuamente, a los guionistas de comedia. Ese era nuestro público. Por fortuna, a un montón de personas, tanto niños como adultos, les gustaron las mismas bromas que a nosotros”.
Pero lo más interesante que Swartzwelder compartió fue el complejo proceso por el que tenía que pasar el guion de cualquier episodio de esas primeras temporadas:
“La forma en la que lo hacíamos cuando yo estaba allí era que a un guionista se le encarga una historia, por lo general una que se le había ocurrido a esa misma persona, aunque no siempre. Pasábamos dos días en la sala de guionistas, todos ayudando a engordar la historia, sumando bromas. Entonces el guionista titular escribía un resumen de la historia antes de volver a la sala común para proponer más cambios, adiciones y chistes. El guionista escribía el primer borrador e iba otra vez a la sala de guionistas para más reescrituras. El guion se escribe de nuevo después de la lectura previa y después de la primera proyección de las animaciones, con posibles reescrituras adicionales en la sesión de grabación y después de haberse completado el trabajo de animación en Corea. Así que si una broma sobrevivía a todo eso, probablemente es bastante buena”.
Finalmente, el nacido en Washington definió a Homero Simpson como “un perro parlante”, y reveló cuál era su clave para hacer tan gracioso y querible a ese personaje: “Si lo escribís como si fuera un perro, nunca lo harás mal”.