Hay que dejar algo en claro de entrada. Dentro del mundo de las series, Maniac tiene una gran expectativa al tratarse de un crossover entre los nuevos gigantes del mundo del cine: no solo está protagonizada por los reconocidos actores Emma Stone y Jonah Hill, sino que también es una creación de Cary Joji Fukunaga (escritor de IT y productor de True Detective) y Patrick Somerville (escritor y productor de The Leftovers y The Bridge).
Pero el primer capítulo puede ser un poco confuso. Parece que sucede en un futuro lejano, pero que a la vez incluye referencias y autos de nuestro presente. Después de ver un par de capítulos se podría suponer que Maniac sucede en el año 2030, más o menos. En este mundo hay una farmacéutica psiquiátrica que sintetiza un tratamiento por drogas llamadas “ABC”. El tratamiento consiste en tomar una pastilla, la A, la B o la C, para conectarse a una súper-computadora con inteligencia artificial y emocional llamada “GRTA” (con la voz de Sally Field) que permite entrar a distintos mundos donde uno puede analizar sus sueños, resolver sus problemas psicológicos y ser quien sea que su inconsciente tenga gana. Hasta acá todo bien, pero el problema es que uno de los directores de la empresa, un japonés con nombre japonés, había comenzado a tener una relación amorosa con GRTA y lamentablemente para ella, el director muere. Dejando al Dr. Mantleray (Justin Theroux), a cargo del testeo del tratamiento y de la computadora deprimida.
Por otro lado están Annie (Emma Stone) y Owen (Jonah Hill), dos chicos con problemas que se unen constantemente gracias a la vida, el cosmos o las pastillas psiquiátricas. Owen es tímido y depresivo; acaba de ser despedido del trabajo y necesita el dinero para mantener su vida, por eso se ofrece para el tratamiento. Además es un esquizofrénico sin ayuda y viene de una familia que idolatra a su hermano mayor, un rubio carilindo con una denuncia encima que necesita que Owen atestigüe falsamente en su juicio para quedar libre. Pero esta historia no es tan importante en este momento.
En cambio Annie es una chica valiente, fuerte y más cerrada que placa tectónica; no demuestra ningún sentimiento, le gusta estar sola y parece estar enojada todo el tiempo. Es adicta a las drogas que la farmacéutica sintetiza, las probó una vez porque un amigo le regaló un frasco lleno de ellas, se las tomó todas y ahora tiene un síndrome de abstinencia importante. Annie además tiene una historia paralela con su familia, una hermana muerta, una madre que se escapó y un padre que vive encerrado en una cúpula. Pero esta historia tampoco es tan importante en este momento.
Lo que vamos a ver durante 10 capítulos es cómo Owen y Annie comienzan a conocerse gracias a que la computadora decide, por estar deprimida, unificar los cables que conectan sus sueños para permitirles compartir el mismo sueño en simultáneo. Esto nunca había pasado en la empresa y los científicos se emocionan mucho. Imagínense, dos personas comparten el psiquis y se conocen desde su lado más íntimo; quién no se emocionaría así si no un grupo de científicos neurológicos.
Hay algo que debemos destacar de la serie y es su dirección de arte. Los colores, las luces, las máquinas, las escenografías de cada uno de los sueños; todo es una maravilla que vale la pena ver más de una vez. La historia plantea al amor de una manera diferente y graciosa, y se la podría destacar como un drama cómico de tintes modernos. Jonah Hill hace un papel espectacular y Justin Theroux está más gracioso que nunca (Dr. Mantleray quizás sea lo más divertido de la serie). Pero la revelación es Sonoya Misuno y el personaje de la Dra. Fujita, asistente del Dr. Mantleray; desde el momento que aparece en cámara es todo un show.
Estamos en presencia de una gran serie, de 10 capítulos y ninguno de más, todos hacen al cierre de esta historia. Y el hecho de que dure solo 1 temporada la hace más valiosa todavía.