Para algunos, el anime no es un género para adultos. Sin embargo, sabemos que más allá de la huella que dejaron en nuestra infancia ficciones como Los Caballeros del Zodiaco y Sailor Moon, hay mucha profundidad intelectual en otras animaciones japonesas.
Una de las que mejor ejemplifica esa complejidad narrativa y filosófica es Neon Genesis Evangelion. Afortunadamente, esta ficción distópica por fin acaba de llegar a Netflix en Latinoamérica. A continuación, destacaremos algunos puntos a tener en cuenta sobre esta tira. Con ellos brindaremos razones para que algunos decidan disfrutarla por primera vez y otros se interesen por volver a verla en plena era posdigital.
Psicoanálisis y teorías freudianas
En pocas series se hace una alusión tan directa a las ideas promovidas por Sigmund Freud a comienzos del siglo XX como esta obra de Hideaki Anno. Los postulados psicoanalíticos de ese pionero son bastante aplicados a los personajes. Varios de ellos son el Trastorno de Ansiedad por Separación (por alejamiento de los padres), el dilema del erizo y el completo de Edipo y/o Electra. El vínculo entre padres e hijos es uno de los pilares narrativos.
Asimismo, la pulsión de muerte se evidencia constantemente en figuras como la de Rei Ayanami. Una muestra de ello es cuando ella confiesa: “Soy feliz porque quiero morir, deseo volver a la nada.”
Simbología judeo-cristiana al servicio de la tecnología
Aunque en la actualidad hasta los artistas de trap y reguetón usan elementos de estéticas religiosas en sus videos, no olvidemos que Evangelion es un producto de la cultura japonesa, donde no se suele profesar el catolicismo ni ninguna creencia abrahámica. Así que las alusiones a personajes y sucesos bíblicos resultan trascendentales en este caso.
En sus capítulos encontraremos crucifixiones y referencias a números sagrados. Por ejemplo, la idea de los 18 ángeles es tomada del antiguo testamento. Muchos anotan además que Adán, Eva y Lilith (la primera mujer según los Escritos del Mar Muerto) son representados por Shinji, Asuka y Rei.
Existencialismo, robots y apocalipsis
En esta ficción se ahonda en la relación entre el hombre y las máquinas, y de cómo los robots podrían ayudarnos a frenar el fin del mundo o, por el contrario, provocarlo. Asimismo, hay constantes debates filosóficos al mejor estilo de Jean-Paul Sartre sobre el valor o el sentido de la existencia. Constantes dilemas éticos acechan a algunos personajes al punto de llevarlos a la depresión o al borde de la locura: ¿Cuál es el sentido de la vida? parecen preguntarse todo el tiempo.
Cabe destacar que el final de esta serie en lugar de darnos un cierre sencillo y predecible, deja lugar para incesables debates de toda índole. Sin dudas, un programa que estimula el sentido crítico del espectador en vez de entregar todo servido.
La banda sonora de esta tira también ha sido muy celebrada desde su estreno en 1995. No obstante, por cuestiones de derechos de autor, “Fly Me to the Moon” no formará parte del programa en Netflix.