En 2016, Viola Davis se convirtió en la primera mujer negra en ganar el premio Emmy en una categoría de actuación. En 2020, meses después del asesinato de George Floyd en los Estados Unidos y durante una etapa de especial sensibilidad social ante las injusticias raciales en todo el mundo, el anuncio de los nominados a los Emmy marcó un nuevo hecho histórico: los actores y actrices negros representan el 34% del total de los artistas nominados en su categoría, el porcentaje más alto que lograron ocupar en la historia de los premios que se entregan hace 72 años. Sin embargo, la lista de nominados también planteó algunas preguntas y sacó a relucir los problemas de la temporada, como la desigualdad entre hombres y mujeres —una cuestión que Hollywood todavía no puede erradicar— o la ausencia de identidades disidentes y transgénero. ¿Hasta dónde llega, entonces, la diversidad de los premios Emmy?
Así como la entrega de los Óscar se vio obligada a revisar su representación racial con la aparición del movimiento #OscarsSoWhite en 2015, la entrega de los Emmy 2020 -que se celebrará el 20 de septiembre de forma online— se limitará a corregir las desigualdades raciales. A juzgar por la lista de nominados, encabezada por Watchmen, el resto de las minorías tendrá que esperar: mientras la sólida apuesta de HBO centrada en el vigilantismo y la supremacía blanca sumó 26 nominaciones, una serie como Pose, que cuenta con el elenco trans más grande de la historia y la adoración casi unánime de la crítica, recibió solo una. Para empeorar las cosas, la única nominación de la serie fue para el actor cisgénero Billy Porter, lo que llevó a dos integrantes del elenco a manifestar públicamente su descontento con los anuncios de la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión.
Indya Moore, la actriz que interpreta a Angel Evangelista en Pose, señaló lo irónico de la situación. “Hay algo acerca de no homenajear a las personas trans de una serie sobre personas trans que crearon su propia cultura para homenajearse a sí mismas porque el resto del mundo no lo hacía”, tuiteó luego de que se diera a conocer la lista de nominados. En una sola frase, Moore demostró las limitaciones de la diversidad en la temporada de premios, que este año no dejó lugar para otras propuestas más desafiantes. Así lo demuestran las nominadas a Mejor serie dramática, una de las categorías más importantes, que parecen un notorio esfuerzo de conciliar industria, diversidad racial y un poco de feminismo, pero nada más: las elegidas fueron Better Call Saul, la elogiada precuela de Breaking Bad de AMC; Killing Eve, una serie que perdió brillo en la tercera temporada; Ozark, un drama tan blanco como aceptable; Succession, una de las mejores series dramáticas de HBO; The Handmaid’s Tale, que también tuvo una temporada menos inspirada que las anteriores; The Crown y Stranger Things, porque algo más hay que darle a Netflix; y finalmente The Mandalorian, la candidata de Disney+ vinculada a Star Wars.
Para una entrega de premios que durante los últimos cinco años permitió que el 82% de las principales categorías fueran ocupadas por artistas blancos, según reveló un reciente muestreo de LA Times, es clara la dirección que quieren tomar los Emmy en 2020.
El esfuerzo también se hace evidente en la categoría de Mejor miniserie, donde las elegidas fueron Watchmen, Little Fires Everywhere, Poco ortodoxa, Mrs. America y Unbelievable. Es claro que la balanza de este año quiere estar desesperadamente a favor del lado negro y feminista de la televisión, sin dejar de lado a ningún servicio de streaming o canal importante, pero esta selección supuestamente diversa presenta dos problemas. Por un lado, algunas de las series elegidas no parecen reunir el mérito suficiente —según la crítica y el público— como para ser reconocidas en las categorías más importantes, lo que deja en evidencia que el criterio de selección pasa por otro lado: el de la corrección política y el de complacer a los sectores más pesados de la industria, sobre todo los que más “televisión” producen en la actualidad, como Netflix (que reunió 126 nominaciones en total) y HBO (107). El otro problema es que la bandera de la diversidad e inclusión que los premios pretenden levantar tampoco es genuina o trascendente si, al final, ignoran series como Pose. ¿Por qué una propuesta que recibió una mayor aprobación de la crítica que, por ejemplo, Little Fires Everywhere —un 20% más amplia según Rotten Tomatoes— no tiene también un lugar entre las nominadas? Si las dos series están ambientadas casi en la misma época y reúnen características similares —buenas críticas y el racismo como punto de partida— pero la única diferencia entre ambas es la identidad de género del elenco, ¿cuál es la línea invisible que trazan los premios para permitir que una de las dos logre una nominación y la otra no?
Los factores a considerar son muchos, pero queda claro que la diversidad está presente en una medida milimétricamente calculada: la suficiente para evitar acusaciones de inequidad y perpetuar un modelo de negocio que se teje detrás de escena. Un repaso a los directores y guionistas nominados basta para comprobarlo. Lejos de la paridad, Amy-Sherman Palladino (The Marvelous Mrs. Maisel) y Gail Mancuso (Modern Family) son las únicas directoras reconocidas en la categoría de comedia entre otros seis hombres. Tampoco hay una presencia hispana, latina o asiática notable. El problema, sin embargo, no es que los premios no alcancen la igualdad —tendría que estar implícita y tampoco se trata de un concurso de diversidad—, sino que se apropien tan desesperadamente de una demanda social que no pueden sostener ni en la mitad de las categorías.
Para justificar esta hipocresía y desigualdad, la excusa de la temporada de premios siempre es la misma: la culpa es de la industria. Es cierto, sin embargo, que la representación de Hollywood todavía se queda atrás tanto en el cine como en la televisión, donde más del 70% de los episodios de la temporada 2018–19 fueron dirigidos por hombres cisgénero, según un informe del Centre for the Study of Women in Television and Film. Entre otros datos, el estudio comprobó que las mujeres representan solo el 31% del total de creadores, directores, guionistas y productores ejecutivos de todos los programas y series de televisión. La entrega de premios refleja con claridad esos números y muestra el estado de la industria, pero también la modela, establece los estándares de calidad a alcanzar durante la próxima temporada de televisión y marca el camino a seguir. ¿Por qué, entonces, no reconocer un poco más a Pose?