The Last Dance, el aclamado documental de ESPN y Netflix que cuenta la historia de Michael Jordan y los Chicago Bulls rumbo a su sexto título de la NBA, atrapó a los fanáticos del deporte ráfaga e hizo más amena su cuarentena.
Si bien el proyecto dirigido por Jason Hehir sirvió para viajar en el tiempo, revivir los años de grandeza de los Toros y brindarle al público el detrás de escena de la acción, la tira de diez episodios dejó mucha tela para cortar y generó enojo en diferentes personas debido a la óptica desde la cual se cuentan los hechos.
A continuación te compartimos tres cosas que generaron polémica de The Last Dance.
La imagen de Kukoc y Krause en The Last Dance
El gran villano de la historia es Jerry Krause, el general manager del equipo y máximo responsable de los Chicago Bulls. Conocido por su carácter confrontativo y con fama de antipático, tuvo un rol capital en la formación del equipo que contribuiría a los éxitos de Michael Jordan.
Como todo GM, gestionaba los contratos, la masa salarial, la adquisición de jóvenes promesas y los traspasos de los jugadores cuyo rendimiento entraba en declive. Jordan anotaba, pero Krause controlaba la dirección de la franquicia desde los despachos. Sus intereses, muy a menudo, y especialmente en el último año, chocaron y The Last Dance no tiene ningún reparo en construir su narración contra Krause.
¿Pero qué tiene que decir el directivo de todo esto? Nada. Su muerte en 2017 deja al documental cojo y sin demasiados contrapesos. Tampoco parece muy interesado en hallarlos. Uno de los pocos jugadores que han decidido hablar en su favor, una vez constatado el éxito meteórico del documental, fue Toni Kukoc, apuesta personal de Krause y para quien el documental adolece de un necesario pragmatismo sobre la figura de Krause:
“Ojalá Jerry estuviera entre nosotros para contar su parte de la historia”, dijo el europeo. “Es fácil admirar a Michael, a Scottie [Pippen], a Dennis [Rodman] y a Phil [Jackson], yo admiro a todos ellos. Los quiero. Scottie era el mejor jugador del equipo. Michael siempre será el mejor jugador de todos los tiempos. Cambió el deporte, lo hizo global (…) Pero tenés que escuchar la otra parte de la historia. Jerry construyó el equipo que ganó seis campeonatos. Tenés que reconocerle lo que es suyo!.
El propio Kukoc tiene motivos más que fundados para recelar del documental. The Last Dance lo presenta como una mera figura antagónica a Jordan y Pippen, una pieza irrelevante sobre el tablero de agravios que les enfrentaba a Krause.
Kukoc tarda varios capítulos en aparecer en el documental, y cuando lo hace su rol es complementario al conflicto de Jordan y Krause. Lo cual es injusto, cuanto menos, para su legado en los Bulls, ya que fue probablemente el mejor sexto hombre de su tiempo, y tuvo un rol crucial en partidos importantes.
The Last Dance lo presenta como un proxy en la guerra de Jordan/Pippen y el club (incluyendo el célebre episodio de 1994 en el que Jackson elige al croata para jugarse una canasta decisiva, lo que provoca el enfado y el rechazo a entrar en la cancha de Pippen). Casualidad o no, solo Kukoc, quizá uno de los jugadores que más tuvieron que sufrir los abusos de Jordan, salió en defensa de Krause tras la emisión del documental.
Pippen, Rodman y Horace Grant
El transcurso de los capítulos fue sumando más y más voces críticas. En la mayor parte de ocasiones, las objeciones surgían de episodios concretos en los que uno de los protagonistas salía mal parado.
El caso de Horace Grant, pivot y figura secundaria del equipo durante el primer triplete (1991-1993), es significativo porque resucita un enfrentamiento gestado ya en los noventa y avivado por ambas partes desde entonces.
Su historia gira en torno a The Jordan Rules, un libro escrito por el periodista Sam Smith donde se exponían las trifulcas y dinámicas de poder impuestas por MJ en el seno de los Bulls. Como se narra en el documental, su publicación causó un gran enfado en la leyenda, y dado que Smith y Grant eran amigos personales, el pivot quedó en una posición insostenible dentro del equipo al ser el sospechoso de filtrar los detalles y las anécdotas del vestuario.
Grant siempre negó las acusaciones, caso que volvió a hacer en The Last Dance. Poco después de la emisión de los primeros capítulos, volvió a insistir en las “mentiras” de Jordan y en su nula relación con el contenido filtrado a Sam Smith.
“Miente, miente, miente”, aseguró Grant. “Si Jordan tiene un problema conmigo, arreglémoslo como hombres. Hablemos de eso (…) Sam y yo fuimos siempre grandes amigos, aún lo somos. Pero la santidad de aquel vestuario, jamás contaría nada personal de lo sucedido ahí dentro. El mero hecho de que Smith fuera un periodista de investigación, supongo que tendría dos fuentes, dos, para escribir un libro. ¿Por qué Jordan me señalaría?”.
Grant, de hecho, dobla la apuesta y redirige la acusación de “soplón” hacia el propio Jordan: “Treinta y cinco años después sigue sacando a la luz cómo en su año de debut fue a una de las habitaciones de sus compañeros y se encontró con cocaína, marihuana y mujeres. ¿Por qué demonios querría contar eso? ¿Qué tiene que ver? Quiero decir, si querés acusar a alguien de ser un soplín, ahí tenés a uno”.
Para Grant, una anécdota es particularmente dolorosa: cuando Jordan, supuestamente, ordena a la tripulación del avión no servirle comida a su compañero tras una derrota. No aparece expresamente en el documental, pero sí la ha relatado el propio Smith en un podcast. Esto dijo Grant al respecto:
“Cualquiera que me conozca sabe que, como debutante, si alguien hubiera tratado de quitarme mi comida habría hecho todo lo posible por patearle el culo (…) Y creeme, por aquel entonces habría tumbado a Jordan sin ningún problema. Es cierto que le dijo a las azafatas: ‘No le sirvan nada porque jugó como la mierda’. Fui automáticamente hacia él. Le dije algunas palabras que no repetiré, pero se las dije, lo enfrenté: ‘Si querés mi comida, vení y sacámela’. Y por supuesto, no se movió. Tan solo estaba ladrando. Esa fue la historia”.
Por su parte, Scottie Pippen, sale claramente reforzado del documental. Jordan lo define como el mejor compañero de equipo que jamás haya tenido, y un capítulo ahonda en sus raíces familiares y expone el complejo contexto socioeconómico del que provenía. Por otro lado, la tensión dramática pivota en torno a su enfrentamiento con Krause. A grandes rasgos, The Last Dance toma partido y lo posiciona, magnánimamente, en el lado correcto de la historia.
¿Y qué opina de todo esto? Pippen ha guardado un notable silencio desde la emisión del último capítulo. Según ESPN, se encuentra “herido y decepcionado”, “más allá de la bronca”. Pippen habría leído correctamente el sentido narrativo del documental, construido a partir de su desacato a Krause y de su negativa a jugar durante los primeros meses de la última temporada… Pero lo habría interpretado negativamente. El documental le “golpearía” repetidamente hasta el sexto partido frente a Utah.
Si bien es cierto que The Last Dance trata a Pippen de forma favorable, también lo es que Jordan lo acusa de “egoísmo” cuando a principios de la temporada 97-98 decide posponer su operación de rodilla para después del verano. Aquella decisión le relegaría de las canchas durante meses, dejando a Jordan, desde su punto de vista, solo frente al mundo. Pippen no estaría satisfecho con esta versión de los hechos.
Dennis Rodman coincide. En otra entrevista concedida a ESPN, Rodman define a Pippen como uno de los tres mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos, y defiende su decisión de enfrentarse al club por un contrato que, a juicio de todo el mundo, merecía. Las declaraciones de Rodman no entran en detalle sobre el documental, y Pippen, públicamente, aún no se ha pronunciado.
Pero lo cierto es que The Last Dance apuntala una idea de forma machacona a lo largo y ancho de los capítulos: solo Jordan y su impulso competitivo mantenía en pie aquel equipo, aquella búsqueda incansable del sexto anillo; todos los demás, de un modo u otro, ya fuera mediante lesiones, comportamientos infantiles o mera incompetencia, fallaban. Y eso incluye a Pippen, Rodman y a todos los demás presentes en aquella historia.
Qué han dicho los rivales
The Last Dance dedica largos tramos de sus capítulos a sondear la opinión de otras leyendas del baloncesto, todas ellas enfrentadas a Michael Jordan en algún punto de su carrera. La conclusión general la sintetiza Larry Bird cuando rememora los 63 puntos de Jordan en un partido de playoffs: “Era Dios disfrazado de Michael Jordan”.
Una excepción a la norma la representa Gary Payton, base de Seattle y uno de los mejores defensores de todos los tiempos. Su equipo alcanzó las finales de 1996, las primeras de Jordan tras su inesperado retiro de dos años antes. Tuvo un rol crucial anulando el rendimiento ofensivo de los Bulls y extendiendo las posibilidades de Seattle hasta un sexto partido. Payton se muestra orgulloso en el documental, reincidiendo en la necesidad de “cansar” a Jordan para anular sus virtudes.
Tras un breve discurso serio y profundo, la cámara corta a Jordan escuchando sus palabras. Acto seguido rompe en una sonora carcajada y explica que simplemente tuvo un mal día, que Payton no tuvo nada que ver.
El documental humilla a Payton hasta el punto de que la reacción de Jordan se ha convertido en un meme recurrente en redes sociales. Días después, Payton resumía así su estado de ánimo tras ver el capítulo.
“Ya sabes, estaba lívido. Estuve pensando en llamarlo todo el tiempo… ¿Pero sabés qué? Es lo que esperaba de Michael porque yo habría dicho lo mismo. Yo habría dicho lo mismo. Ya me conocés. No voy a admitir nada, no voy a admitir que alguien me anuló (…) Siempre cuento que durante mi carrera, nadie me dio problemas excepto una persona, y esa persona es John Stockton. Así es el juego. No estoy enfadado con Michael porque no tuvo muchos partidos en los que alguien le anulara”.
Otra de las anécdotas relatadas en el documental tiene a Isiah Thomas, base de Detroit y líder indiscutible de un equipo desquiciante y despreciado por todos los demás, como protagonista.
Thomas condujo a sus Bad Boys a dos títulos consecutivos (1989 y 1990), eliminando a Chicago en el camino. Jordan generó un enorme resentimiento hacia los Pistons, ya que su juego defensivo y físico rozaba en muchas ocasiones el límite del reglamento. Su dominio, incontestable, resultaba al mismo tiempo frustrante.
En 1991 se volvieron a enfrentar. En aquella ocasión, unos Bulls al alza sobrepasaron, al fin, a los Pistons. Durante los últimos segundos del último partido de la serie, Thomas y sus compañeros decidieron abandonar el estadio sin despedirse de Jordan y los suyos. Fue un gesto de poco espíritu deportivo y que Jordan interpretó como una falta de respeto.
Un año después, Estados Unidos acudiría a los Juegos Olímpicos de Barcelona con el mejor equipo de baloncesto de todos los tiempos. El Dream Team aunó a las mayores estrellas de la NBA, un hecho inédito hasta entonces en la historia del olimpismo, vetado a profesionales. Isiah Thomas era indiscutiblemente uno de los dos mejores bases de la liga. Sin embargo, quedó fuera de la convocatoria. Fue privado de un oro emblemático.
¿Por qué? The Last Dance lanza la pregunta a Jordan. Su respuesta: no fui yo, la decisión llegó de arriba. Pero Thomas le atribuye su exclusión a la rivalidad personal entre ambos.
Jordan muestra su “respeto” hacia el baloncesto de Thomas, pero admite su “odio” hacia su figura personal, añadiendo más leña al fuego y dejando la cuestión sin esclarecerse. El documental apunta hacia la antipatía general que causaban los Pistons de Thomas y al “mal ambiente” que generaría entre el resto de convocados.
Thomas no quiso seguir con este asunto que lleva muchos años. Pero sí se ha mostrado impactado por el “odio” que Jordan declara guardarle:
“Me sorprende que tenga esa clase de odio e ira. Nunca percibí algo parecido estando cerca de él. Mi hijo llevaba camisetas y zapatillas de Michael Jordan. Tienen las camisetas de los Juegos Olímpicos y de los Bulls que yo mismo les compré”.