Netflix acaba de estrenar una propuesta ante todo original. Siendo que la plataforma ofrece un extensísimo catálogo de series, los títulos parecen perderse en la marea de opciones y suelen destacarse aquellos que se presentan particulares por algún motivo. Este es el caso de Tony -como ha sido titulada para el público hispanohablante-, una miniserie de breves pero intensos capítulos.
El formato de miniserie viene funcionando de maravilla para la plataforma y muchos de sus nuevos contenidos siguen esta línea. La diferencia es que Tony llegó con diez episodios pero que duran 10 minutos cada uno, aproximadamente. Esta producción francesa utiliza el recurso de found footage, o metraje encontrado, que le es muy útil para narrar esta historia de gran tensión. “En este thriller de metraje encontrado, dos cineastas van a filmar un video de rap a un peligroso barrio de Marsella y terminan envueltos en una guerra de pandillas”, adelanta Netflix.
El found footage que vimos realizado de maravilla en películas como Blair Witch o Actividad paranormal, aquí se utiliza para retratar la aterrorizante experiencia de dos blancos que llegan con la idea de hacer un videoclip en un barrio de negros pero se toparán con una cultura e idiosincrasia diferentes que los pondrá en peligro.
No es solo el planteo lo que vuelve a Tony un contenido más que atractivo sino también lo liviano de su duración. Los capítulos, de escasos minutos, invitan a devorarse uno tras otro y así completar rápidamente la temporada entera, como si se tratara de un filme. Lejos quedaron los extensos capítulos de series como Breaking Bad, Gossip Girl y tantas otras, que casi rozaban una hora por episodio.
Tony tiene un ritmo súper acelerado que como espectadores nos mantiene con la atención permanentemente posada en los hechos que se suceden de manera vertiginosa. Esta vez, Netflix ha apuntado a una historia atrapante y también a un despliegue audiovisual alternativo al que suele ofrecernos.