#IntroducciónAlHit #02
Gala Décima Kozameh es @GalaDK (1989). Rosarina, mitad periodista, mitad publicista. Divide su tiempo entre la producción de contenidos para marcas y relatos de historias en forma de crónicas y entrevistas para distintos medios. Le gustan las bandas ruidosas, la cerveza bien fría y los viajes en ruta. Las Pequenias Cosas.
Taylor Swift y yo tenemos la misma edad. El año de nacimiento es lo único en común que tengo con la estrella pop. Ni siquiera la altura, porque ella es aún más alta que yo (1.80 mts. contra 1.73). Ella es rubia, y yo pese a mis intentos fracasados con tintura, no lo soy. Ella canta y yo ni me atrevo a hacerlo en la ducha, por vergüenza a que el vecino de al lado lo sufra a través de las paredes. Ella es millonaria, yo soy periodista.
Este factor común entre Taylor y yo nos ubica en un mismo grupo etario que a mí me gusta denominar: “los millennials bisagra”. Ambas nacimos en 1989, por lo que somos de la generación Y al igual que todos aquellos que nacieron entre 1980 y 2000. Mientras que los que llegaron al mundo antes que nosotras podrían tranquilamente entrar en mi categoría “millennials viejos” y los que vinieron después de Taylor y yo serían los “millennials posta”, nosotras aparecimos exactamente al medio, como los de 1990 y 1991, y quedamos un poco desorientados.
A diferencia de nuestros hermanos mayores (los millennials viejos), los millennials bisagras vivimos un poco de ambos mundos y tuvimos que adaptarnos a los avances apurados de la tecnología a medida que iban sucediendo. Durante la adolescencia fue casi imprescindible ir al ritmo de las novedades pero con la adultez la urgencia por estar al día se fue diluyendo y muchos de los millennials bisagras terminaron yéndose con el bando de los viejos y otros aún seguimos ahí en el medio, adoptando posturas dependiendo la situación.
Taylor viene mostrando conductas de millennial vieja desde hace algunos años. Primero cuando sacó todos sus discos de Spotify porque decía que eso de que la música estuviera gratis era “un experimento” y no compensaba correctamente a los que habían trabajado por hacerla. Y se fue de Spotify dando un portazo y ahora volvió tocando suavecito y fijándose si hay luz.
El segundo tropiezo lo dio con uno de sus últimos videos, “Look What You Made Me Do“. Taylor eligió irse con Katy Perry al grupo de las millennials viejas, mientras que las nativas digitales como Dua Lipa, Halsey y Charli XCX se las están llevando por delante.
El despilfarro y exageración que hay en ese videoclip sólo se compara con las delirantes producciones de sus ídolas Britney y Christina que a principios de los 00s competían por ver quién le ponía más efectos especiales, coreografías y vestuario a un tema pop que repetía 20 veces el estribillo. El video de Taylor tiene todo lo que ya no necesitamos en un clip: mímicas exageradas al modular, coreografías rebuscadas, locaciones extraordinarias y mucha, pero mucha, guita en pre y pos producción.
Mientras Taylor busca mantenerse joven con estrategias pasadas de moda, Dua Lipa refresca YouTube con sus 22 años y su formación en el mundo digital. Al margen de que Dua ya es parte del sistema de la industria musical que toma la mayoría de las decisiones, sus letras y su estética están muy influenciadas por esa enciclopedia infinita que es Internet. Incluso su carrera musical comenzó en YouTube, cuando la inglesa hija de inmigrantes comenzó a subir sus interpretaciones a la red.
Hay años luz de distancia entre el video de Taylor y “New Rules“, de Dua Lipa. Mientras Taylor sigue hablando de sí misma, Dua explica cómo dejar de darle bola a un histérico. Taylor despliega vestuarios y joyas, mientras Dua tiene un outfit sencillo y bijouterie. Taylor se estudia coreografías y monta escenarios de película mientras Dua propone una obra teatral en colores pasteles. Taylor es la representación del sueño americano, la cara joven de los demócratas y conservadores. Es la chica perfecta rubia y escuálida. Dua, de curvas y medidas reales, es hija de inmigrantes albanokosovares que llegaron a Inglaterra escapando de la guerra de Bosnia. Taylor se crió en Nashville, Dua en Kosovo. Taylor es teléfono de pulso mientras que Dua es Internet por fibra óptica.
Antes de terminar de escribir paso por la cuenta de Instagram de ambas. Dua tiene unos modestos 3.8 millones de seguidores, mientras que Taylor cosecha 104 millones. Dua sigue unas 600 cuentas y Taylor ninguna. Por último está la bio. La de Dua te grita que su disco primero lo escuchaste acá (“YA HEARD IT HERE FIRST”) y está acompañada de un link que redirige a todas las plataformas virtuales donde se lo puede oír. La bio de Instagram de Taylor Swift dice: “The old Taylor can’t come to the phone right now”. Dejá Taylor, Dua ya atendió por vos.