Obras vivas que mutan y se expanden, procesos que se nutren de múltiples herramientas, técnicas y conceptos como piezas indisociables del trabajo creativo: son algunos de los elementos que componen el universo artístico de Federico Lamas. Nacido en Buenos Aires en 1979, su infancia y adolescencia se vio nutrida de mucha música. “Mi vieja estaba siempre con música de fondo, así que aprendí escuchar de todo, sin prejuicios”, recuerda en conversación con Indie Hoy.
Lo sonoro va de la mano con su quehacer. Para empezar, crea con música saliendo de sus parlantes, pero no se deja llevar por el algoritmo de Spotify sino que se obliga a frenar y elegir qué artista lo escoltará en cada momento. Y es que existe una síntesis entre lo sonoro y lo visual en toda su producción. Gran parte de su producción son VJ sets, en donde sus videos acompañan sets de música electrónica y viceversa.
“Me importa muchísimo lo que se transmite a nivel auditivo -admite-. Creo que tiene que ver con los códigos del cine. Esos que fui estudiando y siempre me interesaron”. Cuando era chico soñaba con ser director y pertenecer a esa escena de cineastas. Pero al ir adentrándose en los concursos y festivales del séptimo arte, sus obras entraban principalmente en las categorías de cine experimental o videoarte. Es así que su camino se fue definiendo a la vez que iba creando.
“La mirada de otros, ya sean curadores, jurados o galeristas, ha tenido una gran influencia a la hora de definirme como artista”, señala. Pero antes de afirmarse como artista, Federico se definió como diseñador, ya que estudió Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires, carrera que terminó en 2004. Esto le facilitó la entrada al mundo publicitario y sus primeros trabajos fueron en agencias, primero como animador, luego como creativo. “Fue mi forma de sobrevivir”, recuerda. Fue recién con Visión infernal, una de sus obras más reconocidas, que su percepción sobre sí mismo comenzó a cambiar.
Según Lamas, Visión infernal fue el primer hito de su carrera artística. Fue el puntapié que le permitió renunciar a la seguridad de su trabajo en relación de dependencia y animarse a adentrarse en este universo de lleno. “Con Visión infernal me di cuenta que necesitaba de mi tiempo -cuenta-. Fue difícil, pero un día decidí que tenía que cambiar mi modus operandi, renunciar y meterme con toda en esto“.
El proyecto surgió en una residencia artística que Federico ganó en el festival Videobrasil 2008 y tomó fuerza luego de obtener el Premio en Obra en Arteba 2010. La pieza usa una “técnica-concepto que mezcla un efecto óptico con la posibilidad de revelar condenados, pecadores y reprimidos”. En concreto, se trata de ilustraciones con dobles mensajes en donde la ironía funciona como motor. Dos imágenes, una oculta debajo de la otra, que revelan falsas dicotomías y pretenden, a través de procesos de ocultamiento y posterior revelación gracias al uso de un visor rojo, sorprender, impactar y jugar.
Más de diez años más tarde, Visión infernal sigue evolucionando. No solo dio pie a nuevas series de ilustraciones, muestras, libros y murales, sino que le abrió la puerta a múltiples colaboraciones: con bandas brasileñas y chilenas, con una bodega de Mendoza, con marcas de perfumes y con el canal I-Sat. Hoy, esta pieza sigue aún viva en la forma de un libro infantil con esta misma técnica-concepto.
Sin embargo, Federico elige crear de forma expansiva. Sus procesos se nutren de incansables vaivenes entre distintos proyectos. ¿Su forma predilecta? Permitirse ser espontáneo, por más de que siempre se encuentre en una búsqueda activa de inspiración, alimentándose de libros y películas. Los ciclos del cine del MALBA se han convertido, en el último tiempo, en su musa preferida. Reivindica el boceto, el prueba y error y el mostrar todo en lo que trabaja. “No espero a llegar a una versión final perfecta. Suelo privilegiar que la obra exista”, confiesa. Encuentra en residencias artísticas un medio interesante para investigar sobre su producción.
Más allá de la ilustración y el diseño, Lamas se dedica a la realización de videos experimentales instalaciones y VJ sets que ha presentado en una serie de instituciones y festivales como Escuchar -el festival audiovisual del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires-, Mutek Argentina y el ciclo Dialog en Artlab, donde fue artista residente. “Estaba ahí todos los miércoles, haciendo VJ sets en vivo. Fue algo que me dio mucha visibilidad y la posibilidad de ampliar el proyecto”, describe.
Su escenografía digital también lo ha vinculado con el ambiente del teatro. Fue convocado en 2017 por el Centro de Experimentación del Teatro Colón para la dirección audiovisual de la ópera The Raven. Esto luego lo llevó a trabajar con el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín en su pieza El porvenir, con el Teatro Nacional Cervantes en El hombre que perdió su sombra y en las proyecciones para la ópera-ballet Carmen en el Teatro Colón. En la actualidad se encuentra dedicado a un proyecto de videos en donde la basura toma un plano existencial y nos convoca a repensarnos.
Lamas se considera un artista experimental. Le gusta crear cosas nuevas con técnicas existentes. Es así que no se identifica bajo ningún estilo. “Mi obra soy yo -concluye-. Ese es mi objetivo, verme representado, con todas mis facetas, en mi trabajo. Me gusta jugar con lo analógico y lo digital. Y principalmente me convocan los temas del cuerpo, el poder y lo íntimo”.