La icónica actriz del cine italiano Sofía Loren solía decir que la ignorancia tiene sus virtudes y sin ella no habría conversaciones poderosas. El saberlo todo no construye un conocimiento nuevo, en cambio la duda y la sospecha pueden ser los combustible para generar ideas e imágenes radicales. Bajo esta premisa La Tini, artista e ilustradora trans, busca derribar los prejuicios que atentan contra las comunidad LGBTQI+ y celebrar otras formas de belleza posibles. Sus ilustraciones vintage dan cuenta de un gusto por la nostalgia y la ironía, una poderosa combinación para combatir los discursos de odio.
La Tini nació un 13 de enero de 1991 en San Martín de los Andes, Neuquén. Siempre fue una niña que disfrutaba estar sola. Le gustaba dibujar y jugar en su cuarto con unos dinosaurios que le traía su abuela. Acostada en una alfombra vieja miraba la televisión y bocetaba algún dibujo animado de la época. Para alivio de sus padres, ella siempre estaba en el mismo lugar, concentrada en su misión. Las visitas al taller de su abuela Ana le presentaron un mundo creativo muy importante. “Era un taller muy lindo, lleno de acrílicos, de muñecos creados por ella, había tejidos y manteles. Un lugar mágico y lleno de información para mí“, recuerda la artista en conversación con Indie Hoy.
En ese espacio de afecto y contención fue que Tini se acercó al dibujo. Su abuela le brindaba materiales y consignas para desarrollar la técnica y así enfrentarse con más seguridad a la hoja. Los dibujos animados de los años noventa fueron otra fuente de inspiración importante: observar sus escenas y la relación entre los personajes estimulaban una reflexión sobre aquello que faltaba. “Siempre demandaba que las historias se contaran de una forma distinta -cuenta-. Por eso yo me atrevía a dibujar y crear relatos que nunca sucedían en el canon de esas caricaturas”.
Desde chica desarrolló una sospecha contra una cultura que le ofrecía imaginarios predecibles y normativos, esos que dejaban de lado a las personas que más adelante serían parte de su tribu. En su adolescencia se fascinó con el anime y sus derivas queer. Ranma ½, Sailor Moon y Sakura Card Captor fueron algunas de las historias donde pudo ver por primera vez vínculos entre personajes del mismo sexo o personas que no respondian a un género determinado. Estas referencias se instalaron en la mente de Tini en forma de preguntas y cuestionamientos sobre la identidad y la sexualidad.
A los 19 años se instaló en la ciudad de La Plata para estudiar artes audiovisuales y lo que más disfrutaba era hacer el storyboard de un proyecto. Gracias a su paso por la universidad pudo aprender a contar historias a partir de imágenes. Finalmente abandonó la carrera y se recibió de fotógrafa profesional, influenciada por la aparición de las redes sociales. Pero esto tampoco era suficiente: “No me sentía cómoda ejerciendo esa labor. Disfrutaba más el post que el pre. Es decir, editar imágenes y contar cosas con eso. Fue así que me vi envuelta en un interés muy grande por el diseño gráfico y empecé a investigar y aprender por mis propios medios“, afirma La Tini.
El crítico de arte Clement Greenberg afirmaba que hay un momento en la vida de los artistas en la cual tienen que dar “el gran salto”, la acción que cambiará sus vidas para siempre. Para La Tini, ese salto sucedió durante la pandemia, mientras trabajaba en un restaurante de comida rápida. Al cerrar durante varios meses, la artista pudo poner pausa las tareas gastronómicas y reencontrarse con el dibujo y la tableta gráfica que recientemente se había comprado.
“Sin que pasara mucho tiempo, en medio del caos mundial, empecé a subir mis dibujos a las redes sociales -cuenta-. Eran dibujos que no se parecen a lo que son hoy, donde contaba mis monótonos días acompañada por mi gata Lola. Luego de consumir a muches artistas y entrenar el ojo, tuve la idea de empezar a contar historias con una estética retro“. A partir de estos sucesos comenzó a desarrollar un imaginario con texturas propias del cómic estadounidense de los años cincuenta y sesenta.
Los dibujos de La Tini proponen una nostalgia vintage, pero reconfigurada en clave queer. No se trata de romantizar el pasado sino de ponerlo en la lupa y revisar con ironía su estética. Para eso se nutre mucho de Dan DeCarlo, un historietista de Estados Unidos de los años cincuenta, famoso por crear la imagen visual de Archie Comics. Su trabajo podría resumirse en una representación pop para consignas y urgencias del colectivo LGBTQI+, donde conviven el humor, la tristeza y la indignación.
Además de ser su profesión, ilustrar es la forma en la que procesa las cosas que la atraviesan como persona trans. “Ser autorreferencial en mis dibujos me posibilitó coincidir con gente que habitan el mismo proceso. Muchas de las historias que cuento son en primera persona y eso me ayuda a acercarme a quienes atraviesan situaciones parecidas. Considero que mi crecimiento como artista fue posible gracias a todas estas preguntas que me hice en relación a mi identidad, mis privilegios y mis limitaciones. Hubo un crecimiento personal que me ayudó a sincerarme conmigo, con lo que llevó al papel y con lo que comunico”, sostiene la ilustradora.
La banda argentina Miranda! también recurrió a la nostalgia a la hora de crear Hotel Miranda!, su nueva álbum en el que presentan reversiones de sus canciones más famosas acompañadas de importantes músicos invitados de la escena nacional e internacional. La Tini, encantada con el gesto de mirar para atrás y crear algo nuevo, decidió ilustrar cada uno de los videoclips que sacaron.
“Miranda! me encantó siempre, bailé todos sus temas y me trae recuerdos de mi adolescencia cada vez que escucho sus hits del pasado -admite la artista-. La repercusión fue toda una sorpresa para mí porque no solo recibí aceptación de quienes aman la banda como yo, sino que también les musiques que participan en cada single compartieron la obra en la que aparecen ilustrades, como María Becerra, Emmanuel Horvilleur, Cristian Castro, Lali. Incluso la directora de los videos, Melanie, también estuvo encantada con el laburo que hice y lo difundió”.
La Tini expone un gran equilibrio entre la consigna política y la estética retro. Su mundo ofrece una variedad de colores que seducen y atrapan al espectador, para penetrar en su mente y revolver todo su sistema nervioso. El objetivo es claro: poder desinstalar discursos retrógrados y generar conciencia sobre las otredades y el lugar que uno ocupa en el mundo.
“Creo que uno de los mayores desafíos de mi trabajo es que se me tome en serio -afirma la artista-. Hay personas que consideran que las consignas o urgencias que yo comunico en mis obras son simplemente un acto progre. A veces realmente va más allá de qué lado de la vereda este une, a veces comunico cosas sumamente importantes en pos de cambiar para bien la calidad de vida de muchas personas, pero hay gente bastante necia que aun elige contradecir y no se toma el tiempo de preguntar o de investigar por sus propios medios”.
La Tini utiliza varias palabras a la hora de definir una función para el arte. Considera que comunicar, transportar, contextualizar, narrar y romper son algunas de las acciones que potencian el hecho creativo. Todos estos conceptos se articulan a partir del cómic, una herramienta visual que habla del mundo que habitamos, el que nos imaginamos y de aquel que desprecia a ciertas subjetividades. “Yo trato de hacer uso del cómic para contar mis ideales, mis sentimientos. En definitiva, se trata de mi vida y así poder ser más transparente con las personas que me leen”, reflexiona la artista.
Para ella, el arte puede ser terapéutico, puede ayudar a sublimar emociones y narrar momentos personales. Cuando las personas trans hablan en primera persona, recuperan un derecho que les fue arrebatado desde hace mucho tiempo. Entablar un discurso desde su propia experiencia tiene otro valor, otro matiz: es poner en palabras e imágenes un dolor compartido entre pocos y que pasa por alto para la gran mayoría de la sociedad.
A la hora de reflexionar sobre la situación actual de la comunidad LGBTQI+ la artista afirma: “La verdad que me encantaría regodearme de optimismo, pero pareciera que todos los logros penden de un hilo, y es nuestro deber como comunidad sostener esto, estar alertas y no aflojar. En Estados Unidos, en Italia, en España y otros países se han impulsado políticas que dan lugar a expresiones super discriminatorias y dichos peligrosísimos para la comunidad. Es por eso que acá en Argentina, país pionero en materia de derechos, no podemos permitir dar marcha atrás”.
Uno podría pensar que las obras de La Tini tienen que ver con ese “no dar marcha atrás”: son la puesta en común de un mundo contemporáneo y hostil. Son imágenes que a simple vista impulsan la risa y el goce, pero que también instalan el deseo de darle pelea a lo más recto de la realidad.