Hace poco se cumplieron 568 años del nacimiento del artista e inventor Leonardo da Vinci. Pese al correr del tiempo, varias de sus obras todavía maravillan y desconciertan a la humanidad: a comienzos de este año, hablamos del misterio detrás de Salvator Mundi, uno de sus cuadros más famosos.
Ahora diarios como El Heraldo de México revelan el secreto de la sonrisa de “La Monalisa” o “Gioconda”, una de las pinturas más famosas de la historia que, por supuesto, también fue creada por da Vinci. Ese medio informa que profesores de la Universidad de Basilea ejecutaron nuevos estudios que podrían explicar lo icónico de esa particular sonrisa.
Según ellos, la clave del asunto se encuentra en la inusual capacidad visual de Leonardo, pues al parecer él era capaz de detectar movimientos imperceptibles para la mayoría de personas y guardarlos en su memoria. Concretamente, el profesor David Thaler, experto en Genética, Microbiología y Biotecnología de la Universidad de Basilea Suiza e investigador de la Universidad Rockefeller en los Estados Unidos, encontró que la capacidad de da Vinci corresponde al concepto psicofísico de “critical flicker fusion frecuency” (CFFF), traducido al español como “frecuencia crítica de fusión de parpadeo”.
Tal concepto se puede explicar teniendo en cuenta que para un humano normal el CFFF oscila entre 20 y 40 flashes por segundo. Es por ello que cuando vemos un película esta proyecta entre 48 y 72 imágenes por segundo; de ese modo, vemos una imagen en constante movimiento y no cuadros aislados. En cambio, si el citado artista italiano viese una película en una sala de cine, donde normalmente se proyecta con una frecuencia de 60 Hz, habría podido observar los fotogramas de manera individual.
Estos estudios de Thaler tienen su fundamento en los propios escritos de da Vinci, donde él describía, por ejemplo, sus observaciones acerca del vuelo de las libélulas. Allí el pintor anotó que “la libélula vuela con cuatro alas y cuando las del frente están elevadas, las traseras están bajadas”. Resulta inusual que Leonardo pudiera realizar esa observación en el siglo XVI, puesto que las cámaras de alta velocidad recién se inventaron en el siglo XX. Según, Thaler, fue precisamente esa capacidad sobrehumana la que le permitió a da Vinci plasmar cuadros como “La Monalisa de un modo tan especial, y con efectos casi cinematográficos.