Marcelo Alzetta reconoció que era un artista cuando estaba en el jardín de infantes. Pocos pintores y músicos identifican el principio de su carrera en una época tan temprana de la vida, la mayoría apunta a una revelación durante el transcurso de la adolescencia o incluso más tarde. En cambio, para el artista argentino, esa fascinación infantil y esa mezcla de inocencia con humor se volverían una suerte de guía elemental a lo largo de su obra plástica.
Como describe el crítico y editor Roberto Papateodosio, Alzetta fue “un artista esquivo, alejado del canon del arte en Argentina”. Era dueño de una obra plástica difícil de categorizar: surrealismo, arte pop, arte naíf, psicodelia… demasiadas etiquetas disímiles y a la vez ninguna se acerca a rasgar la superficie de su estilo. Sin embargo, cuando viajó desde Tandil para visitar Buenos Aires, su obra fue recibida por la vanguardia urbana y sus pinturas formaron parte de exposiciones curadas por Fernanda Laguna y Sergio de Loof.
Museo primitivo, su disco publicado en 2020, es una pieza esencial para completar el rompecabezas de Marcelo Alzetta. Quienes se adentren en su música sin antes haber conocido su obra plástica, se van a encontrar con un universo que comparte similitudes pero también funciona por sí solo. Están los colores brillantes de neón y los espacios desérticos que se difuminan con el cielo, pero hay una imperante sensación de movimiento que contrasta con las escenas estáticas de sus pinturas. El vocabulario que elige para expresarse musicalmente es la electrónica, levantando murallas de beats pesados y secuencias de sintetizadores. Alzetta emprende un viaje a toda velocidad a través de una noche profunda, sintética y sin final.
Dialéctica
por Melisa Aller
La muerte es un accidente, una violencia indebida, leí una vez por ahí. Ahora escribo sobre la imposibilidad de conocerlo a Marcelo Alzetta. Escribo en voz alta sobre él. Pienso en sus últimos tres actos como una dialéctica de la vida: una muestra, una película y un disco.
I. Luz de rancho. Así se llamó su última muestra realizada en el espacio Ambición durante el año 2019, curada por Francisco Garamona y Galel Maidana. Fabio Kacero inaugura el texto curatorial de la muestra de Marcelo escribiendo o, mejor dicho, describiéndolo: “Un animal profundo dormía tan profundamente que en su sueño estaba despierto y se veía a sí mismo como un muchacho flaco, de remera blanca gastada y cadenita de oro falso en la muñeca, que paseaba por las calles desiertas de Tandil”. Floreros esculturas de la dimensión flotante asoman seguros bajo un sol-luna. Un perro de cuerpo de cara facetada de espaldas al portal de círculos que lo comunican con un gatito de peluche blanco. Cables blancos se anudan como nubes completando el paisaje. Será ahí donde se acaba el lenguaje y comienza la aritmética de la pintura y la óptica de la música como un faro en el medio de las sierras en la cual espera a todos sus amigos, pienso.
II. Una baldosa renacentista. El documental dirigido por Francisco Garamona encuentra a Marcelo en su departamento de Tandil. Habla tranquilamente conectado a su máquina de oxígeno medicinal líquido. Narra sobre sus sueños recurrentes y de los cables que aún emanan dóciles de sus obras. Garamona le ayuda a colocar un lienzo en el atril mientras Marcelo explica que el fondo que está pintando, ese amantazgo de grises y rosas que solo él podía pintar, necesitan una determinada imagen que está en su mente: a su infancia, a toda su historia le designa fondos, colores. “Me imaginaba ser el mejor pintor del mundo”, revela como un niño luminoso. Y luego liberta la idea de captar la realidad desde un mini ángulo. Me deja pensando lo que acaba de decir. Hago lo mismo con mis películas. Ambos buscamos los mini ángulos para el hacer: un propio arkhé. Marcelo también recuerda a su familia en la sobreprotección. Esta puede ser el aura perfecta del cuidado y del amor, pienso. Cuenta que entre sus obras favoritas se encuentra “Autorretrato”: un paisaje surrealista en que la figura de la bota evoca una tristeza inmensa y hermosa. Recuerda a su padre quien en una época tuvo que vender figuras de cerámica para vivir, reconociendo en esas figuras, la influencia de ellas en lo bello decible y en lo horrible indecible. La brisa de verano sorprende entrando a su departamento en alturas. Vemos el horizonte delineado por las sierras tandilenses asomando como guardianes. Luego dos amigas lo rodean en los synthes que se estacionan uno sobre otro. Sus cabellos flotan. Marcelo flota.
III. Museo primitivo. Su primer disco fue editado por el sello Metamúsica en 2020. Sello trinchera, escondite, pucará y barricada sonora de Ulises Conti. Marcelo nos transporta a un umbral de synthes analógicos y atmósferas retrofuturistas. Sus melodías son de una electrónica sensible y exquisita. Suenan a su hablar. La música siempre está en el corazón de la vida y de lo que dejamos en vida. Ahora no recuerdo de quien leí de que en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro. Se me viene a la cabeza “The Speed of Light Machine” (1983) de Chris Burden, para ver la velocidad de la luz. Me imagino usándola para ver todas las obras de Marcelo. La luz es sonido. El sonido es luz, arriesgo. Goethe decía que para conocer a las personas había que entrar a sus casas. En este instante, repaso sus paisajes, abstracciones y sus personajes sónicos y coloreados. Estoy segura que invitan a la casa-taller flotante de Marcelo a quien se atreva a mirarlos fijamente con los ojos cerrados.
Melisa Aller es cineasta y artista visual. A través de la experimentación con el Súper 8 y el registro analógico produjo nueve cortometrajes y una película titulada Las decisiones formales en 2015.
El pintor del futuro
por Francisco Garamona
La pintura de Marcelo Alzetta es prodigiosa y logra encender cualquier espacio con su paleta hipnótica y desenfrenada. Desde Tandil nos sostiene con sus maravillas: el mundo entero cabe en su obra, ese mundo que renace y que comienza desde que su pincel así lo dictamina. Porque la pintura es eso, encontrar en el vacío un espacio y ahí la posibilidad de un signo que encarne su porvenir. El pasado y el futuro se pervierten tan fácil, que lo mejor es comprar arte. Compren la obra de Marcelo, que es accesible y genial, gentil y total, psicodélica y angélica, campestre y terrible…. Porque él es el pintor del futuro, el único que puede hacer una flor, un pájaro o a ese par de indios estimulados y despóticos, amarillos, a los que miro todos los días mientras ellos murmuran sus maldiciones y hechizos, alimentando el territorio de mis inestables fantasías para siempre.
Francisco Garamona es escritor, músico, cineasta y editor en la editorial Mansalva. Su más reciente poemario, Para siempre, fue publicado en 2020 a través de Iván Rosado, y su último disco titulado Gusanito, mucho gusto fue publicado en 2017. En 2020 dirigió un breve documental sobre Marcelo Alzetta titulado Una baldosa renacentista.
Hola Marcelo, soy Ulises
por Ulises Conti
Hola Marcelo, soy Ulises.
No hay destinos para nadie, solo nos quedan las formas de ver, de escuchar, de acercarnos. La música y la pintura pueden ser nuestro escudo para esas lágrimas entre telarañas que vemos como guardianas de un búho. También pueden funcionar como una gran almohada suavecísima de peluche color verde agua y plumas que nos hacen cosquillas bajo una luna fucsia que alumbra la palabra “Mambo”.
Ahora, cien flores se abrazan a nosotros y a vos. Y ahora las lágrimas y estalactitas que colgaban de ese delicado tronco en tu museo primitivo se han transformado en barriletes sónicos demorados sobre el mar.
Hace unos días, tu foto en la que estás vestido todo de negro me hizo pensar y repetir como un mantra esta frase: “Soltemos el cinturón invisible que nos ata a la tierra”. Hoy me llamó un amigo y me dijo que ya lo habías hecho.
Vamos a lograr que este mundo se parezca más al tuyo. Tu voz hermosa y tu manera de hablar de artista argentino exiliado en Francia nos queda para siempre, como todas esas bromas y esas tardes trabajando y bebiendo juntos por teléfono. Hicimos un disco hermoso, libros, películas y muestras. Cuando fuimos a visitarte a Tandil con los chicos nos divertimos tanto. La última vez que nos vimos fue tan genial… estabas en cuarentena antes de que se pusiera de moda, tenías demasiada onda para este planeta. Ahora ya te convertiste en polvo atmosférico.
El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos. Eso nos sucederá por siempre con la obra de Marcelo.
Ningún amor termina.
Ulises Conti es escritor, cineasta y artista sonoro. Su último disco se titula Los efímeros (2018) y su más reciente poemario, Copacabana Palace (2019), fue editado por Mansalva. Su sello Metamúsica publicó el disco de Marcelo Alzatti titulado Museo primitivo en 2020.